Jorge Varela
Valores familiares y espiritualidad laica
La sociedad del siglo XXI, según el filósofo Luc Ferry

En una época nihilista como la que vive actualmente Occidente, en la que el vaciamiento espiritual es un rasgo característico, no debería extrañarnos que las personas hayan dejado de creer en aquellos metavalores de raigambre cristiana hasta ahora constitutivos de su esencia y existencia.
En medio de esta niebla valórica es difícil encontrar luces encendidas. Una de estas luces proviene del filósofo Luc Ferry, defensor del humanismo secular y un importante punto de referencia de la cultura y el pensamiento en Francia, nación donde fue ministro para la Juventud, Educación e Investigación entre 2002 y 2004. Su extensa obra ha sido publicada en diversos países, e incluye numerosos libros como: El nuevo orden ecológico. El hombre-dios: el sentido de la vida, La sabiduría de los modernos (con André Comte-Sponville), ¿Qué es una vida realizada?, ¿”Qué es el hombre? (con Jean-Didier Vincent) y Aprender a Vivir. Filosofía para mentes jóvenes, entre otros títulos.
Ferry es un autor contemporáneo adherente a la corriente del pensiero debole de Gianni Vattimo, que intenta dar un nuevo significado a la vida del siglo XXI vaciada de Dios, naturaleza y sentido. De sus diversas publicaciones nos interesa destacar específicamente en esta ocasión: Familia y Amor. Un alegato a favor de la vida privada (2008), verdadero alegato en el que se pronuncia a favor de una forma de reconstruir la sociedad, convencido de que los valores de la familia y la espiritualidad filosófica son los pilares para combatir el mundo consumista en el que vivimos.
Luc Ferry nos advierte sobre las características de esta época consumista, marcada por la deconstrucción de los valores y tradiciones de una sociedad cada vez más difícil de manejar, atenazada por el decaimiento moral del Estado. Luego de desarrollar un recorrido analítico por diversas épocas de la humanidad (citando a algunos filósofos humanistas laicos como Jean Jacques Rousseau y Friedrich Nietzche, entre otros), escribe que en la actualidad los hijos tienen menos valores espirituales tradicionales y están cada vez más inmersos en la lógica del consumismo.
No obstante, expone que en esta forma de reconstruir la sociedad, no se trata de acabar con la tecnología, sino de regular inteligentemente la economía mundial. Al respecto, señala al siglo XX como un periodo que ha operado como un ácido sobre la humanidad, pues muchos de los principios de sentido y valor que constituían su núcleo tradicional han sido corroídos. Allí incorpora un análisis del filósofo francés Gilles Lipowetsky, quien afirma que desde finales de la década de los años sesenta nos hemos transformado en una sociedad de hiperconsumo que potencialmente ha tendido a convertir en mercancía, además de los productos industriales (como computadores, celulares y coches), a la cultura, la política e incluso la religión, en la cual no se satisfacen necesidades básicas, sino vivenciales.
En el texto citado hace alusión además a los miedos que nos invaden y dominan, como el miedo social, el psíquico o las fobias, el miedo a la muerte y el miedo al amor, entre otros. Y considera que podemos salvarnos a nosotros mismos, pero no por la fe religiosa, sino por la razón, por la espiritualidad laica.
Expresa que en la era del capitalismo moderno, en donde se deconstruyen día a día los valores sagrados (Dios, la patria y la religión), ya nadie está dispuesto a morir por estos valores. Y pone como ejemplo al continente europeo, como el lugar en que los valores han sido sustituidos por la sacralización de la humanidad, en donde se arriesga la vida por los hijos, por amor a estos y al matrimonio por amor. Es en Europa donde, según él, se han efectuado muchos cambios; como en la libertad de expresión y circulación, en el derecho a la educación, a la protesta, a la cultura, a la sanidad, al tiempo libre, entre otros beneficios. Aunque aún subsisten desigualdades que minan a dicha comunidad.
En Sobre el amor: Una filosofía para el siglo XXI, otra de sus obras, Luc Ferry, junto a Núria Petit Fontser, expone el origen de la familia moderna, fundada en el paso del matrimonio concertado al matrimonio por amor, lo que denomina “la revolución del amor”. Esta transformación requiere una nueva filosofía, pues no solo ha cambiado nuestra existencia privada, sino también nuestra relación con lo colectivo: es lo que Ferry llama el “segundo humanismo”. Es un humanismo de fraternidad y solidaridad. Ya no se trata de desatar masacres en nombre de unos principios mortíferos considerados superiores a la humanidad, sino de preparar el porvenir de aquellos a quienes más amamos, a las generaciones futuras.
Desde el enfoque de Luc Ferry en esta revolución desencadenada por la vida privada que está en plena marcha, la filosofía debería servirnos para reinventar la vida sin la protección de la esfera religiosa, constituyéndose en una espiritualidad laica.
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