Javier Agreda

Valdelomar y la generación Colónida

A un siglo de la muerte del autor de “El Caballero Carmelo”

Valdelomar y la generación Colónida
Javier Agreda
17 de octubre del 2019


Una de las etapas más interesantes de la historia de la literatura peruana es la del paso del modernismo a la modernidad: de lo declamatorio a lo intimista, de lo exótico a lo autóctono, de lo retórico a lo auténticamente humano. Ese gran salto lo dio un importante grupo de intelectuales y escritores que incluye, entre otros, a César Vallejo, José Carlos Mariátegui y Abraham Valdelomar, verdadero líder de esta generación quien fundó y dirigió la revista
Colónida, vocero oficial de esta renovación literaria. Muerto prematuramente hace exactamente cien años (el 2 de noviembre de 1919), cuando recién comenzaba escribir su obra de madurez, Valdelomar es considerado por muchos críticos como uno de los más importantes escritores peruanos de todos los tiempos.

Como la mayor parte de sus compañeros de generación, Valdelomar era de origen provinciano. Nació en Ica, el 16 de abril de 1888 y allí pasó su primera infancia; hasta que se trasladó con su familia a Pisco, una ciudad a la que él volvería constantemente a través de sus relatos. Pero sus estudios los realizó en Lima, más precisamente en el Colegio Guadalupe y después en la Universidad de San Marcos. Sus cualidades como escritor lo llevaron a ejercer el periodismo desde muy joven y antes de los 25 años, bajo el gobierno de Billinghurst, ya era nombrado director del diario Oficial El Peruano. Poco después viajaría a Europa a desempeñar funciones diplomáticas, un viaje que sería decisivo para reafirmar su vocación literaria.

Al regresar al Perú fundó y dirigió la Revista Colónida (1916) de la que solo se publicaron cuatro números, y que aglutinó a un buen número de escritores representativos de las nuevas corrientes literarias: Federico More, Manuel González Prada, Augusto Aguirre Morales, J. C. Mariátegui y otros. El primer número de la revista llevaba significativamente en su portada un retrato de José María Eguren realizado por el mismo Valdelomar. Según afirma Mariátegui en sus 7 Ensayos: “Colónida representó una insurrección contra el academicismo y sus oligarquías, su énfasis retórico, su gusto conservador, su galantería dieciochesca y su melancolía mediocre y ojerosa”.

Todas estas características podemos encontrarlas en la obra de Valdelomar. En su poesía, que solo llegó a publicar en antología que reunían a varios poetas, hay aún algunas características propias del modernismo (cultivaba el soneto en alejandrinos, por ejemplo) aunque dotadas de una sensibilidad distinta, más atenta a las emociones verdaderas y a los recuerdos personales. Uno de sus poemas más conocidos, “El hermano ausente en la cena de pascua” se inicia con estos versos que de alguna manera prefiguran a otros de Vallejo: “La misma mesa antigua y holgada, de nogal / y sobre ella la misma blancura del mantel...”

Pero la contribución más importante de Valdelomar a nuestra literatura es en el ámbito de la narrativa, especialmente en el cuento, género al que él supo dar nuevos temas y matices. En una vertiente realista, costumbrista o criollista, nos dejó relatos memorables en los que el narrador (casi siempre un niño) nos muestra con mucha ternura e inocencia las costumbres, emociones y creencias de las ciudades pequeñas de la costa peruana, como en “El caballero Carmelo” o “El vuelo de los cóndores”. También dio una nueva dimensión a nuestro relato fantástico, más psicológica y humana, con cuentos como “Los ojos de Judas” o “Finis Desolatrix Veritae”. Y con sus relatos ambientados en el imperio incaico –publicados póstumamente bajo el título de Los hijos del sol (1921)– impulsó toda una literatura incaísta de gran vigencia en nuestro medio durante esa década.

Además de todas estas contribuciones, Valdelomar destaca por ser uno de nuestros mejores prosistas. Su estilo, “fino, musical, armonioso” (W. Delgado), expresa claramente un temperamento artístico que lo llevó exitosamente, a pesar de su breve vida, por los más diversos temas y motivos literarios. Y aunque no llegó a entregarnos una gran obra de madurez, a un siglo de su muerte sigue siendo uno de los escritores más queridos y leídos por los peruanos.

Javier Agreda
17 de octubre del 2019

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