Guillermo De Vivanco

Un derrumbe estrepitoso

Bukele, Milei y Trump han cambiado el rostro de la batalla cultural

Un derrumbe estrepitoso
Guillermo De Vivanco
12 de noviembre del 2024


América ha brindado a Occidente tres liderazgos inesperados que han silenciado el relato globalista. La pretensión de empoderar una burocracia progresista con injerencia sobre los Estados soberanos va en camino al fracaso. El desprestigio de instituciones como las Naciones Unidas, la OEA, la OMS y la CIDH lo confirma. Bajo la apariencia de proteger el medio ambiente, se oculta un rechazo al capitalismo; en nombre de los derechos humanos, se persigue a las fuerzas del orden mientras se beneficia a los delincuentes; y, al hablar en nombre del "pueblo", se lo empobrece, como en los casos de Cuba y Venezuela. Bukele, Milei y Trump han cambiado el rostro de la batalla cultural que libran las democracias occidentales. Su estilo directo y confrontativo ha calado en sociedades cansadas de la retórica igualitaria y de la política identitaria que han polarizado al mundo. La tendencia hacia la libertad ha golpeado duramente las mentiras amparadas por la mayoría de la prensa progresista y sus encuestadoras.

En sus memorias póstumas, Henry Kissinger escribe sobre la importancia de líderes emblemáticos que marcaron la historia. Entre ellos destaca Lee Kuan Yew, fundador y primer presidente de Singapur, quien, desde la independencia en 1965, forjó una sociedad próspera y convirtió a Singapur en un referente financiero mundial. Bajo su liderazgo, el PIB per cápita del país subió de $500 a los actuales $65,000. Singapur pasó de ser un país pobre y corrupto a un ejemplo de desarrollo y progreso. Para lograrlo, Lee desafió algunos “valores sagrados” de Occidente, como la alternancia en el poder y estableció la pena capital para los delitos de corrupción. De manera similar, Bukele ha centrado su política penitenciaria en favor de las víctimas y no de los victimarios, ejerciendo con la autoridad moral que su liderazgo le ha concedido.

Otro caso de liderazgo trascendental fue el de Alberto Fujimori, quien, a pesar de disolver el Congreso, obtuvo un alto nivel de aprobación popular. Su “autogolpe” creó las condiciones para el "milagro peruano". Bajo su mandato, se venció al terrorismo, se privatizaron las empresas públicas que drenaban los recursos, se impulsó un crecimiento económico que redujo significativamente la pobreza y se creó una nueva clase media. La nueva constitución y las reformas económicas lograron reducir la pobreza en un 40%. También es justo reconocer el liderazgo de Alan García, quien, durante su segundo gobierno, promovió el crecimiento económico y abrió al Perú al mundo, impulsando tratados de libre comercio.

Estamos a las puertas de una nueva elección presidencial en Perú, una elección en la que no solo se decidirá entre democracia y totalitarismo, sino también sobre el protagonismo del sector productivo. ¿Votaremos por propuestas que promuevan empresas estatales como Petroperú, Sedapal o Corpac, que actualmente no generan utilidades y representan un enorme gasto, o le daremos el protagonismo al sector privado, que genera el 80% de los ingresos fiscales? En Perú, el Estado recibe el 30% de las utilidades de los emprendedores a través del impuesto a la renta, gracias a aquellos que invierten su capital y asumen riesgos. Necesitamos líderes que promuevan el progreso, no resentidos que distribuyan pobreza. El comunismo es una utopía que ya ha fracasado.

Guillermo De Vivanco
12 de noviembre del 2024

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