Un censo costoso y arcaico

Inexplicablemente, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski da la impresión de tener un acuerdo no escrito para mantener en sus puestos a las personas que, por debajo del rango de ministro, designó el Gobierno de Ollanta Humala. No es difícil pensar que está pagando favores de campaña a un precio muy alto para la seguridad y la economía del país, y para la credibilidad de su gestión.

Mediante Resolución Suprema N° 174-2015-PCM, Ollanta Humala encargó las funciones de jefe del Instituto Nacional de Estadística e Informática INEI, al Dr. Aníbal Sánchez Aguilar. A más de un año del Gobierno de PPK el designado por Humala, así como otros, sigue en el cargo y ya vimos en el censo lo dañino que resultó. Han gastado millones de soles provenientes de nuestros impuestos para improvisar un censo con metodología costosa y arcaica, que además de buscar información redundante que obraba ya en poder de RENIEC o SUNAT, preguntó sandeces de nulo valor para políticas públicas, se limpió el fundillo con la libertad de culto y dejó pasar la oportunidad para obtener cifras ciertas sobre delincuencia e inseguridad (las cuales, claro, hubieran disgustado a algunos en Corpac).

La pregunta sobre raza carece absolutamente de utilidad en un país esencialmente mestizo desde sus inicios, ya que entre los Trece Del Gallo no hubo mujeres, y el contacto con gérmenes europeos exterminó más del 70% de la población autóctona. Incluso si no fuese así, nada nos dice saber qué se cree cada uno. Los esfuerzos deben ir en sentido inverso, fortalecer el pegamento de peruanidad en lugar de repetir la estupidez europea de aplaudir las divisiones. ¿No se han percatado acaso de que el liderazgo hemisférico de EE. UU. empezó a flaquear cuando aceptaron anteponer prefijos a la definición de nacionalidad?. ¿Nadie se ha puesto a pensar a quién favorece la debilidad nacida de la desunión? Si lo han pensado, hay complicidad.

La pregunta sobre religión que profesa cada ciudadano tampoco tiene utilidad y no hace sino generar suspicacias en un Gobierno cuyo vientre se asemeja mucho al del Caballo de Troya, en el cual se han colado al menos un par para los que su agenda personalísima afectiva nocturna pesa más que la razón de Estado.

Durante el nadinato, el actual ministro del Interior y su equipo dudaban, con justa razón, de la credibilidad de la información producida por el INEI; el jefe es el mismo, la inverosimilitud ha sido comprobada, pero desde el ventanal de Corpac se ven más bonita. El domingo, si es que el censo hubiera sido en serio, hubiese sido útil preguntar cuántos habían sido víctimas de un delito, especificando cual, donde y cuando. La respuesta no requería perder más tiempo ni ratificarse en la comisaría, así que la data obtenida pudo ser más cercana a la realidad, aunque esta duela y pese en la mochila.

No contento con el desmadre, pertinaz en el error, con tozudez, terquedad y tesón dignas de mejor casa, el funcionario del humalismo, con longevidad suplementada por PPK, pretende emular a Dick Tracy gritando “alto la acción” (y la economía) durante dos fines de semana más. Tanta tontera no puede ser casual; debe ensayar o recibir consigna.

El costo político de una tarea tan mal diseñada y peor ejecutada lo tendrá que asumir el régimen, desgastando inútil y prematuramente el capital político de Mercedes Aráoz, pese a haber hecho notorios y convincentes esfuerzos para demostrar que la inesperada virulencia verbal del verano del 2016 ha quedado atrás.

¡Qué pena!

Dardo López Dolz