Jorge Varela

Un ateo en el Vaticano

Javier transitando por las cercas de la fe

Un ateo en el Vaticano
Jorge Varela
03 de junio del 2025


El escritor español Javier Cercas ha impactado a creyentes y no creyentes, con su libro “El loco de Dios en el fin del mundo”, una novela-crónica que relata la experiencia vivida durante el viaje pastoral del fallecido papa Francisco a Mongolia, un país periférico situado en Asia, en el verano italiano de 2023. Cercas, quien se presenta como “un ateo redomado, un impío pertinaz”, que no cree en Dios ni en la resurrección de la carne ni en la vida eterna, cita la siguiente frase de Benedetto Croce –otro ateo–, “No podemos no llamarnos cristianos”. Es una declaración clave que marca la narración y los comentarios de sus cinco días junto a Jorge Bergoglio, entre el 31 de agosto y el 4 de septiembre de 2023.

Cercas simpatiza con la labor misionera de la Iglesia católica en Mongolia y se emociona cuando escucha a hombres y mujeres de fe como el veterano padre Ernesto o las religiosas Lucille, Ana y Francesca, quienes han abandonado a sus familias para trasladarse a lugares lejanos para ayudar a quien los necesite, para servir y amar de corazón. Quizás, sin saberlo, él sea un misionero en estado embrionario y su libro sea una expresión de apoyo a dicha tarea religiosa.

 

La pregunta que lo motivó 

La idea de escribir un libro sobre el referido viaje le fue propuesta por Lorenzo Fazzini, responsable de la Librería Editorial Vaticana (LEV). Era un proyecto del Dicasterio para la Comunicación. Para Cercas constituía la gran oportunidad de hablar a solas con Bergoglio y conversar acerca de la resurrección de la carne y de la vida eterna; preguntarle “si mi madre estará con mi padre después de muerta”. “Nada indica –escribe– que no esté convencido de que, tras la muerte, otra vida nos aguarda… Esa es su locura suprema, la máxima locura del loco de Dios. Por esa locura es por la yo quería viajar con él al fin del mundo: para preguntarle por ella, para escuchar su respuesta y repetírsela palabra por palabra a mi madre”.

 

Atrapado y seducido 

Las personas con las que discutió la posibilidad de aceptar la propuesta del viaje se mostraron entusiastas con la idea. Solo un amigo español anticlerical le preguntó: “¿Estás seguro de que no vas a blanquear al papa?”. En ese momento tal cuestionamiento constituía, sin duda, una incógnita legítima; tan legítima que algunos deducen, una vez leído el relato, que el autor se comportó como un blanqueador sobresaliente. 

En casi quinientas páginas Cercas se muestra seducido intermitentemente por la figura de Francisco; tanto es así, que pareciera oponer escasa resistencia a la advertencia de su amigo. Es como si el recordatorio que le entregara el padre Giovanni en Mongolia, –con la inscripción: “No importa quién eras hace una década / ni un año / ni siquiera ayer. / Lo que importa es / quién eres hoy / y quién serás mañana”– hubiera comenzado a reflejarse de pronto en su interior.

 

El abismo entre fe y razón 

El tema de la fe está presente en sus conversaciones con misioneros corajudos, pero humildes de corazón, y con vaticanistas importantes y sesudos, diálogos que derivan en reflexiones de alto vuelo. Su intercambio con el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, respecto al abismo entre la razón y la fe es notable y esclarecedor. 

Cercas dice que ve “la fe como un sentimiento, como una especie de intuición poética… Una intuición que se tiene o no se tiene, pero a la que no se puede llegar a través de la razón”. Spadaro le argumenta que “el problema es que nosotros, en Occidente, hemos desenganchado la razón del sentimiento… “Consideramos que todo lo que es sentimiento, amor, fe, no tiene nada que ver con la razón, que es solo cálculo, método. Esta visión de la razón es muy pobre, abstracta, fría. La intuición poética no es irracional: genera un producto que también es el resultado de la razón”.

A juicio de Spadaro “la razón no es negativa. Ni siquiera negativa para la religión. Hay que encontrar una síntesis. No tienen por qué entrar en conflicto. La fe no vive gracias a la abolición de la razón. No se puede creer solo con el sentimiento, eliminando la razón. No es que se crea con la razón, pero se llega con la razón a la posibilidad de Dios. La razón es esencial para la fe. El acto de fe no puede separarse de la razón”.

 

Aún lejos de Dios 

Adentrarse en la intimidad de la experiencia religiosa de una persona y exponerla públicamente es ofensivo e imprudente. Por esta razón lo aconsejable es comprender cómo determinados hechos, circunstancias, testimonios, observaciones, sensaciones, sentimientos, estremecen el espíritu, el corazón y la mente de un ser pensante libre. 

¿Logró Cercas convertirse en un creyente? Pareciera que la fe como intuición poética no ha sido suficiente para llegar a Dios; tampoco la razón, a la que él descartara como vía conducente. 

De regreso en Barcelona, ante la pregunta de su mujer: ¿Qué? ¿Vuelves convertido en un soldado de Francisco? Su respuesta inmediata es: “Tranquila. Sigo siendo ateo”. Al final este hombre autodefinido como un loco sin Dios que persiguió al loco de Dios, durante cinco días, buscando creer, continúa sin encontrar al Ser Supremo. “¿Y si lo imposible es cierto? ¿Y si la resurrección de la carne y la vida eterna fueran la máxima forma de insurgencia al alcance de los hombres, la rebeldía superlativa? ¿Y si en eso –como manifiesta– consistiera la victoria suprema de Cristo, en haber postulado que no estamos aquí para aceptar la muerte sino para sublevarnos contra la muerte?”.

Jorge Varela
03 de junio del 2025

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