Tupac Amaru precursor de la libertad

Nada más absurdo que ligar la gesta de Tungasuca con el colectivismo estatista

La rebelión de Túpac Amaru señaló el rumbo que tomaría la independencia americana. Afirmar que la insurrección tenía propósitos reformistas y anti fiscales era aceptar la continuidad colonial. La revolución del caudillo de Tinta buscaba la independencia y el retorno al Incario. Empezó en Tungasuca el 4 de noviembre de 1780 y se extendió a toda Sudamérica. Los andes ardieron de furia.

¿Fue una rebelión de los descendientes de la nobleza Inca? Sí. Los conquistadores utilizaron a los nobles incas en la administración colonial. Permitieron que muchas tradiciones políticas del incanato persistieran en la colonia. Estos fueron los antecedentes legales para los derechos y privilegios de los caciques. Que legitimaban sus títulos en sus antepasados (curacas). Los caciques eran ricos y no vivieron en la pobreza. Incluso tenían el “privilegio de la educación española y cristiana”. Gozaban  de una legislación especial que los protegía de los abusos de las autoridades locales. No podían ser juzgados por un juez común, sino, por la Real Audiencia. Los derechos de la nobleza Inca estaban certificados en cédulas reales. Sin embargo, les asignaron un rol insoportable en la administración colonial: “Imponer la autoridad del corregidor que abusaba de la población nativa”.

Solo los caciques tenían la posibilidad de constituirse en una clase dirigente andina. El poder político de los caciques tenía su origen en el Tawantinsuyo y se mantuvo en la colonia hasta la rebelión de Túpac Amaru en 1780. Inclusive existía una gran tradición cultural Inca con grandes diferencias entre la masa indígena tributaria y los herederos de la aristocracia. Los nobles cultivaron una religión filosófica, se vestían lujosamente y cultivaban las artes. Los jesuitas que educaron a los hijos de los caciques los convirtieron en católicos y mejores cristianos que los españoles. La religión inca lentamente se fue disipando a partir del siglo XVIII.

Los organizadores del movimiento insurreccional fueron los caciques y sus parientes, todos eran parte de la administración colonial. Luchaban por la libertad de comercio. Los moderados querían cambios en el virreinato que acabaran con el abuso colonial, no estaban contra el rey sino contra los corregidores que incumplían las leyes de indias. Los radicales creían que para conseguir reformas el único camino era la independencia. No había retorno.

Las rebeliones indígenas del siglo XVIII se inspiraron en la restauración del incario, pero, no el de Pachacutek, sino una monarquía como la española con dirigentes indígenas. Querían reconocimiento y afirmaban su identidad indígena. Los ingleses de hoy no son los de la revolución gloriosa de 1868, pero no dejan de ser ingleses. Entonces hubiéramos tenido un Inca a caballo con sombrero español que no hubiera dejado de ser Inca.

Una de las consecuencias de la rebelión de 1780 fue la destrucción de la elite indígena. Los españoles liquidaron a la nobleza indígena, eso explica la cruel sentencia a Túpac Amaru. Era el castigo a una nación y sus dirigentes. Eliminaron los cacicazgos hereditarios, prohibieron la vestimenta inca, las manifestaciones representativas del pasado inca, los retratos de los antiguos Incas. Trataron de borrar la memoria del incario en los indígenas.

La gesta de Túpac Amaru ha sido utilizada para difundir el mito del colectivismo y el socialismo estatista. Nada más lejos de la verdad histórica. El espíritu de Túpac Amaru y los revolucionarios del siglo XVIII está en los millones de hombres y mujeres que solo quieren libertad. Lo demás son ficciones ideológicas.

Por Tino Santander Joo

4 - nov - 2014