Terrorismo en el Congreso

Un sector radical del Frente Amplio simpatiza con los grupos violentistas

Sendero Luminoso y sus organizaciones de fachada siguen y seguirán siendo un peligro latente. Desfilan en el centro de Lima con total impunidad y desfachatez sin que la autoridad pueda detener semejante exhibición de fuerzas; y sin amilanarse frente a una ley contra la apología al terrorismo que no sirve para nada, que no sanciona —como tantas leyes— a quienes se atreven a violarla. Y lo hacen otra vez justo cuando un grupo de congresistas del Frente Amplio le niega la condición de héroes a los comandos Chavín de Huantar, que hace veinte años rescataron ejemplarmente a 72 rehenes de la residencia de la embajada de Japón.

Los terroristas actúan planificando cada uno de sus movimientos. Sus pintas sobre “mil ojos y mil oídos” y “equilibrio estratégico”, que se lucieron en muchas paredes del país, revelan un estudiado proceso de amedrentamiento que hoy continúan mostrando para seguir ganando adeptos. Y para decirles a quienes piensan como ellos que están vivitos y coleando y, que la guerra popular —según ellos— no ha terminado. No han renunciado al marxismo leninismo maoísmo, y no se arrepienten de sus actos contra el país. Por el contrario, los enarbolan con su engañoso discurso caduco y utópico, sin lugar para estos tiempos. El mausoleo senderista del distrito de Comas responde a ese objetivo, que todavía apunta a la toma del poder por las malas. Es un símbolo que los revitaliza y los une.

Claramente el senderismo está dentro de todos los movimientos antimineros, en ese falso ambientalismo cuyo objetivo es quebrar la economía nacional para agudizar las diferencias sociales y crear climas de enfrentamiento violento. Han penetrando en las capas sociales descuidadas por el Estado, donde el abandono, el desconocimiento y las frustraciones son terreno propicio para expandirse ideológicamente, adoctrinando para renovar y refrescar sus cuadros políticos y hasta militares.

Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) seguirán siendo la piedra en el zapato nacional por más tiempo. Quien lo niegue no conoce la realidad. Son los activistas ubicados en primera línea en la Universidad San Marcos y en otras, sosteniendo las banderas que reivindican pedidos que, lamentablemente, no son atendido oportuna y convenientemente por sus autoridades. Siguen camuflados y soliviantando a los poblados. Los veremos aprovechándose de la reconstrucción nacional que no llegará a todos como creen que será.

Están en el Congreso. ¿Hay alguna duda? No es necesario verlos empuñado un fusil y dando loas al “presidente Gonzalo” para saber de qué pie cojean algunos. El justo homenaje rendido a los valerosos héroes de Chavín de Huantar ha sido ocasión para volver a reconocerlos, para saber que son capaces de “reivindicar” la figura de su camarada Edith Lagos, connotada senderista eliminada en un enfrentamiento armado con las fuerzas del orden. No podemos olvidar los tiros de gracia realizados por los mandos femeninos que tenían a su cargo las células de aniquilamiento, ni su barbarie asesina.

Ya sabemos con claridad meridiana que un sector radical del Frente Amplio simpatiza con los grupos violentistas. Capaces —como lo han demostrado en un cuestionado vídeo publicado por ellos mismos— de zurrarse en la ley contra la apología al terrorismo y contra la memoria del país. Pechan a la sociedad por la debilidad de las leyes y de las autoridades que asumen tibiamente sus funciones frente a un enemigo despiadado que no da treguas.

Manuel Gago