¡Qué suerte la nuestra!

En un par de semanas se cumplirá un año desde que se dictaron las medidas para controlar las concentraciones masivas, y reducir el impacto de la pandemia en nuestro país. Tal y como se dijo en su momento, y hoy se reconoce aún más, las medidas fueron tardías y poco efectivas. El hombre que gobernaba nuestro país en ese momento, Martín Vizcarra, y el equipo que lo acompañó poco o nada hicieron. Y hoy, casi un año después, se descubre que él, sus familiares, una ex ministra de su gestión, diplomáticos y demás son parte de un caso: el Vacunagate. 

La denuncia se conoció por un canal considerado como de oposición al Gobierno. ¡Qué bueno que así sea, en medio de tanto oficialismo! Se habló incluso de una segunda lista del Vacunagate. Sumas y restas demostrarían su existencia, por lo tanto todos merecemos conocer la verdad completa. ¿Dónde está esa segunda lista? Quien sabe si esas listas caían en manos de los defensores del régimen vizcarrista, se hubiera usado como arma de negociación e influencia política. Además de que la información hubiera sido divulgada por gotas; en cambio, el programa del “canal que nadie ve” expuso la verdad tal y como merecemos conocer todos los peruanos. ¡Qué suerte la nuestra! 

Vamos a cumplir un año, y duele y es lamentable que nuestros amigos y familiares sigan muriendo por falta de oxígeno y camas UCI. La pandemia ha revelado muchas deficiencias del sistema de salud, pero también ha dejado en claro cuánto perdió nuestro país por los apetitos de poder de algunos, proyectos de reelección conyugal, cierres fácticos del Congreso, captura de las instituciones. ¿Nadie se daba cuenta? Lo dudo. ¿Cuántos hospitales se inauguraron mientras Humala, Vizcarra y sus áulicos gastaban el tiempo persiguiendo a sus adversarios políticos? ¿Cuánto tiempo y dinero se perdió entre megacomisiones y referéndums? Sumen. 

En un momento se habló de reducir los sueldos de los altos funcionarios, pero parece que eso ya se olvidó. En un tiempo tan difícil como el que vivimos, se debería reducir a la mitad los sueldos ministeriales y los gastos superfluos, y reorientarlos a la compra de oxígeno y para gastos médicos. ¡Austeridad! 

Vacado Vizcarra, de pronto nos encontramos con otro presidente, otros ministros y una declaración ciertamente triste y deplorable, que pone a ricos contra pobres. Lo cierto es que en el “Titanic morado”, todos parecemos estar condenados a la misma suerte. Las vacunas llegan, pero la lentitud y el número de dosis contrasta con la situación que vivimos. Se requiere mayor celeridad en el proceso de vacunación. 

La educación, el deporte y las actividades comerciales también se vieron afectadas. La falta de conocimiento de la economía familiar, así como la larga espera para la adquisición de tablets para los escolares, afectaron más a los más humildes. ¡Cuánto tiempo perdido!Los peruanos exigimos más resultados. Y quien sea elegido como próximo presidente, deberá acelerar el ritmo y tomar decisiones a favor de todos los peruanos. Esperemos que los extremos no nos polaricen ni enfrenten más, y que prevalezca el entendimiento.