Petro, nubes de humo y guerrillas colombianas

Colombia, con Gustavo Petro como presidente con 21% de apoyo a su gestión, se convirtió en tendencia al rechazar la llegada del avión del ejército de Estados Unidos con colombianos deportados; pero solo es una cortina de humo. El verdadero drama está en el Catatumbo, zona de conflicto donde convergen guerrillas, intereses geopolíticos y económicos, militares y narcotráfico. Y con la participación de Nicolás Maduro quien, a pesar de no ser reconocido por Petro como presidente de Venezuela, mantiene acuerdos en las fronteras binacionales.

El Catatumbo, entre Colombia y Venezuela, es una base estratégica para el narcotráfico. Las FARC dominó históricamente la zona, pero tras su desmovilización en 2016, el ELN asumió el control, una disputa reactivada con las disidencias de las FARC retomando las armas. El punto de inflexión llega en 2024, cuando el régimen venezolano liderado por Maduro reforzó su alianza con el ELN consolidándose como "fuerza de contención" en la frontera para protegerlos contra posibles incursiones militares. Según testimonios de líderes sociales y fuentes militares, el régimen chavista proporcionó apoyo logístico, militar y financiero al ELN para expulsar a las disidencias de las FARC del territorio venezolano.

A principios de 2025, el ELN lanzó una ofensiva contra las disidencias de las FARC en el Catatumbo, orquestada con meses de anticipación, respaldada por las fuerzas venezolanas. Este ataque buscaba el control del narcotráfico y la consolidación de la influencia regional del ELN. El conflicto se intensificó tras el asesinato de una familia local, atribuido a las FARC, iniciando el ELN una ofensiva masiva en los municipios de Tibú, El Tarra y Teorama, con armamento y recursos venezolanos. El ataque provocó 80 muertos, secuestros, 40,000 desplazados y el confinamiento de 12,000 personas, y marcó la más grave crisis humanitaria colombiana de las últimas décadas.

El régimen de Maduro a través del "Cartel de los Soles", altos funcionarios, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino como arquitectos de la estrategia, financian y coordinan la ofensiva, proporcionando armas, municiones y apoyo logístico, reclutando a menores. El ELN, "guerrilla binacional", actúa como primera línea de defensa de Maduro, respaldado por la Guardia Revolucionaria Bolivariana y carteles mexicanos, consolidando el control del Catatumbo. Mientras que las disidencias de las FARC, apoyadas por el Clan del Golfo, ofrecen beneficios a las comunidades para competir por las rutas y el narcotráfico.

El gobierno de Petro ha adoptado una postura polémica frente al conflicto al abogar por una "paz total", mientras plantea un acercamiento y operaciones militares conjuntas con el régimen de Maduro, lejos de acciones contundentes contra el ELN y Venezuela. La reunión entre el ministro de Defensa colombiano, Iván Velásquez, y su homólogo venezolano, Vladimir Padrino, un supuesto intento por buscar soluciones diplomáticas, alimentó sospechas sobre acuerdos gubernamentales encubiertos.

La matanza en el Catatumbo no solo ha causado una crisis humanitaria sin precedentes, sino que también evidencia las debilidades de la fuerza pública colombiana para enfrentar estas amenazas. El conflicto entre el ELN y las disidencias de las FARC por el control territorial podría desatar una guerra regional.

El drama del Catatumbo muestra la intersección entre intereses geopolíticos y criminales con el régimen venezolano, con el ELN como actor clave y Petro con antecedentes guerrilleros, quien prefirió viajar a Haití, incapaz de propiciar la paz y estabilidad. No podemos olvidar el territorio peruano y sus habitantes, expuestos a todo tipo de peligros en esas vulnerables fronteras por donde cruza el crimen organizado, el narcotráfico, y todo tipo de delincuencia y disidentes de las FARC que han sido reportados en la zona del Putumayo.