Miguel Rodriguez Sosa
Perú ante el APEC y el G-20
La mayor diferencia entre APEC y G-20 es la agenda de largo plazo
La semana precedente se han realizado dos grandes reuniones de mandatarios que llamaron la atención mundial: APEC 2024 (Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico) en el Perú, y la Cumbre del G-20, (Grupo de los 20, foro intergubernamental de coordinación económica y financiera internacional) en Brasil. Ambos son espacio de debate y concierto de voluntades políticas, y asimismo son espacios de interés geopolítico y geoestratégico de importancia global.
APEC ofrece en su reunión de este año resultados auspiciosos que apuntan en el sentido consensuado de los países integrantes, de seguir impulsando el libre comercio y la integración económica en el espacio Asia-Pacífico con herramientas tecnológicas de control; promover en el mundo la agenda del Área de Libre Comercio de Asia-Pacífico (FTAAP); y prevenir y combatir la corrupción, negar refugio a sus culpables y a mantener sus activos ilícitos, contribuyendo a la seguridad de la integración económica y del libre comercio contra amenazas criminales.
Estos son tópicos capitales del Foro APEC, respaldados en pronunciamientos por sus integrantes en Lima, 21 países de economías-miembro: Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Corea del Sur, Chile, China, Estados Unidos, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelandia, Papúa Nueva Guinea, Perú, Rusia, Singapur, Taiwán, Tailandia y Vietnam.
Interesa resaltar que la agenda de APEC se muestra promisoria, a diferencia de la abordada en la Cumbre del G-20, que ha sido la de temas como inclusión social y lucha contra el hambre; transición energética y desarrollo sostenible en sus aspectos sociales, económicos y ambientales; y reforma de las instituciones de gobernanza global. A juzgar por los resultados, la reunión 2024 del G-20, que congregó a Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Arabia Saudita, Turquía, Sudáfrica y la Unión Europea, puede considerarse un fracaso y algunos de sus más influyentes integrantes la han criticado por ser ambigua y etérea, blanda y decepcionante. Es lo que afirman representantes de Francia, Alemania, Canadá y el Reino Unido.
En términos de resaltar diferencias, corresponde señalar que en APEC predominan los intereses sobre el espacio del océano Pacífico que se avizora como el principal para el comercio mundial del siglo XXI, mientras que el G-20 nació como un espacio centrado en el ámbito Atlántico pero que se ha globalizado, habida cuenta de los intereses comunes de seguridad de países de la Unión Europea y EEUU, Japón y Australia, por ejemplo, ante los intereses de Rusia, Turquía y China (este último con fuerte presencia en África). Hay que señalar la importancia de que sean los mismos países participantes en uno y en otro foro: EE.UU., Rusia y China, los que contienden por posiciones de dominio en el escenario global pretendiendo el alineamiento con sus propios intereses de los países y regiones de menor gravitación.
De hecho, es muy dudosa la existencia de una «posición de principios» a favor del libre comercio, por parte de las grandes potencias, que históricamente oscilan entre el liberalismo y el proteccionismo en razón de sus frentes internos y sus intereses en sus respectivas «zonas de influencia territorial». EE.UU., que aparece ahora como promotor del libre comercio, podría cambiar drásticamente de rumbo con el entrante gobierno de Donald Trump, sobre todo en relación a China, que, por su parte, alienta la libertad comercial siempre y cuando le permita maximizar la exportación de su oferta industrial al mundo y maximizar su demanda de insumos procedentes de otras regiones del mundo.
Aunque no ha sido resaltado por los analistas, las diferencias entre APEC y G-20 han disimulado aspectos conflictivos de la relación entre sus integrantes. Uno de ellos es la suspicacia occidental respecto de «La Nueva Ruta de la Seda» o «Iniciativa de la Franja y la Ruta» (yi dai yi lu en mandarín, BRI por sus siglas en inglés) proyecto para enlazar densamente Eurasia, conectar a ésta con Europa occidental, asimismo a China con la India, la península arábiga y el norte y noreste de África; que además cruza el océano Pacífico hacia América del Sur, donde parece priorizar la conexión con Perú y desde territorio peruano extenderse sobre el subcontinente en dirección a la costa Atlántica. El proyecto BRI ha adquirido una importancia estratégica creciente para Beijing y más en el escenario de una «guerra comercial» con EE.UU. que aparece en el horizonte del futuro inmediato con el gobierno de Trump.
En ambos foros se ha manifestado además la contraposición de las visiones de seguridad y defensa: regionalista y fortalecida en APEC, y globalista, conflictiva y debilitada en G-20. Se ha observado en lo concerniente a la posición de APEC y del G-20 respecto de las amenazas activas y críticas a la paz mundial en la actualidad, habida cuenta de que acerca de la guerra que enfrenta a la OTAN con Rusia sobre Ucrania APEC no ha emitido pronunciamiento alguno, aunque sus grandes contendientes forman parte del foro, en tanto que la posición del G-20 al respecto ha sido considerada decepcionante y es claro que no se ha querido atizar diferencias entre Rusia y el bloque occidental, posiblemente con el deseo de no crear el ambiente en el que Moscú abandone el foro.
Pero en el momento actual, la diferencia más marcada entre APEC y G-20 es la tónica de su agenda de largo plazo. Mientras G-20 se suma a la ONU con su proyecto de Agenda 2030 y su proyecto de «globalismo progresista», en APEC pesan mucho las posiciones disidentes de esa plataforma progresista. Esa diferencia se observa en los puntos principales de los foros 2024 de APEC y G-20. Mientras en el primero el acento está en la liberalización comercial y la integración económica bajo resguardo de una fuerte seguridad militar a cargo de cada uno de los estados comprometidos, en el segundo predominan temas en estricta sintonía con la Agenda 2030 que el progresismo quiere imponer al mundo desde la ONU y se encuentra en curso de colisión con las fuerzas de las potencias distantes del mismo, como Rusia y China, por ejemplo; y ahora posiblemente EE.UU. con Trump.
Un balance comparativo de APEC y G-20 este año 2024 debería mostrar que mientras el primero es un espacio en el que las diferencias políticas entre los estados miembros no han obstado para seguir impulsando la integración económica, en el segundo la plataforma más bien social y ambientalista no ofrece algún resultado concreto: no hay avances en materia de mejorar esa entidad abstrusa que se llama «gobernanza global» y en el tema de transición energética y «lucha contra el cambio climático» (otra entelequia) el G-20 ha sido acompañado en su frustración por el resultado de la COP (conferencia de la ONU sobre el cambio climático), reunida paralelamente en Bakú, Azerbaiyán.
Por otra parte, mientras el gobierno del Perú ha conducido con éxito el Foro APEC en su edición de este año, el gobierno de Brasil, anfitrión del G-20, alineado con el progresismo globalista y las izquierdas ideológicas, ha presidido un evento fracasado. Peor todavía. ‘Lula’ Da Silva ha tenido que invitar a su antagonista Javier Milei de Argentina porque es país miembro del G-20, pero invitó también a los gobernantes de Bolivia, Chile, Colombia, México y Paraguay; no así a los mandatarios de Ecuador, de Perú ni de Venezuela (de este último por razones particulares de disenso), lo que sugiere la inconducente pretensión brasileña de rodearse de gobernantes afines para respaldar su postura. Adviértase que, además, ‘Lula’ rechazó la invitación a participar en la APEC en Lima.
Para el Perú es ciertamente irrelevante lo producido en la Cumbre del G-20, puramente declarativo, y por el contrario, es de la mayor importancia el resultado del Foro APEC, no solamente por los acuerdos multilaterales adoptados, si no y principalmente, por los entendimientos bilaterales alcanzados en el marco del evento que propició visitas de estado de los mandatarios de China, Japón y Corea del Sur, con quienes el gobierno peruano ha acordado fortalecer relaciones, fomentar el intercambio comercial y el crecimiento de la inversión extranjera dinamizando la economía nacional con afluencia de tecnologías para fortalecer del libre comercio. Además, y lo que es muy significativo, concertar acuerdos de cooperación y desarrollo en el campo de la defensa nacional sin que eso implique configurar «alianzas» con implicancias ideológicas o geoestratégicas que en el futuro puedan devenir precarias o inestables.
Estos nuevos entendimientos entre Perú y Japón y Perú y Corea del Sur, de los que se ha dicho que escalan su asociación estratégica en el ámbito de la Defensa, van en contrapartida a la fuerte presencia de China marcando su relación con Perú en el ámbito económico y comercial, visualizada como asociación estratégica integral entre ambos países. Hay, pues, equilibrio en las posturas peruanas respecto de los grandes poderes en el área Asia-Pacífico.
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