Santiago González Díaz

Paradojas de la libertad (1)

Paradojas de la libertad (1)
Santiago González Díaz
28 de junio del 2016

La libertad no puede existir sin límites ni reglas claras

La constante confusión o asociación del liberalismo con el libertinaje es una cuestión comúnmente debatida. Sin embargo, dicha confusión roza con una intencionalidad negativa por parte de quienes plantean esa asociación, ya que el concepto de libertad liberal difiere —desde su origen— con una libertad desbordada e irresponsable.

Paradójicamente la libertad no puede existir sin límites, porque el ser humano caería preso de sus pasiones más salvajes, imposibilitando cualquier acuerdo societal y convivencia, siendo la ley del más fuerte la que regiría la suerte de cada uno. El libertinaje es justamente una libertad desmedida e irresponsable, que llega inclusive a perjudicar a la misma persona que la ejerce. Es por ello que el ser humano requiere de límites que le permitan vivir una libertad que lo lleve a alcanzar la plenitud en sus objetivos.

Los límites no solo deben entenderse como aquellos dados por un ordenamiento jurídico; el principal límite que tiene el ser humano es la propia responsabilidad sobre sus actos y poder evitar las pasiones desmedidas. La idea de que mi libertad termina donde se inicia la de los demás supone un concepto de respeto a la integridad de las otras personas. Ninguna persona es libre en una sociedad libertina; tampoco es posible ninguna clase de gobierno ni modelo económico, porque la desconfianza es la que reina entre las personas.

El límite se manifiesta en las mismas instituciones que se instalan para establecer reglas de juego claras, facilitando el intercambio y la convivencia. Es por ello que la libertad, a secas, es un concepto mal entendido y confuso, fácilmente manipulable. El mismo John Locke planteó que la libertad sin límites es mero libertinaje, no dejando lugar a cuestionamiento alguno y otorgándole un grado importante de responsabilidad al ser humano para poder condicionar sus acciones y evitar un perjuicio para cualquier otro individuo.

Debemos ser libres permitiendo a los demás tener la misma libertad responsable instaurada en las sociedades modernas.

 

Santiago González

 
Santiago González Díaz
28 de junio del 2016

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