Pacto Migratorio de Marrakech

Si observamos la acelerada desintegración económica y social de la Europa del siglo XX, encontraremos, entre las causas evidentes, tres componentes que, combinados, están en la raíz de la misma.

1. La insostenibilidad de un estado de bienestar ficticio (el inexistente lonche gratis), en el que una entelequia llamada Estado se compromete a satisfacer necesidades, gustos y antojos de sus ciudadanos y residentes sin exigir pago ni esfuerzo a cambio. Incrementó los costos, a la par que disminuyó la cantidad necesaria de ciudadanos dispuestos a trabajar para cubrirlos mediante tributos y aportes a la seguridad social.
2. Estimulado el bienestar, la progenie se convirtió en un fastidio costoso para una sociedad hedonista a la que se le concientizó acerca de su derecho irrestricto a pasársela bien, sin el razonable esfuerzo previo, inteligente y sostenido, imprescindible para ello. La tasa de natalidad de los europeos oriundos bajó entonces por debajo de lo matemáticamente necesario para sostener el ya obeso estado de bienestar.
3. La combinación de la necesidad de mano de obra (no cubierta por esas bajas tasas de natalidad) acompañada por la predica socialista que acuñó un sentimiento vergonzante por el pasado imperial europeo, llevó a muchos países de Europa a abrir irrestrictamente sus puertas a los inmigrantes provenientes de sus ex colonias. A diferencia de la inmigración de otros tiempos, en las que se producía (como sucedía en los Estados Unidos) una integración por aceptación e internalización del migrante de los valores, historia, creencias y costumbres del país que los acogía, los inmigrantes (en su mayoría africanos de religión musulmana) a la par que se reproducían geométricamente aprovechando el estado de bienestar, fueron exigiendo respeto a los usos y costumbres de sus países de origen (aunque por el efecto de esas costumbrs tuvieran que abandonar sus patrias, ellos o sus padres) para conseguir las mejores condiciones de vida que esa otra cultura (que hoy agreden), generaba.

Jodida Europa, era de esperar que, con el flujo creciente, agravado por Siria (predecesor en planeamiento, método y consecuencias del éxodo venezolano), su capacidad de albergarlo se fuera extinguiendo. Aunque algún iluminado quisiera soplar la pluma, apelando a pretextos humanitarios.

Hace unos días, el presidente Martín Vizcarra firmó el Pacto Migratorio de Marrakech, cuyo texto completo, inexplicablemente, no es accesible al público hasta hoy. Toda búsqueda del texto completo es hasta la fecha estéril. Solo se puede acceder a un resumen de los puntos que (para los autores de dicho resumen) son más relevantes, y una serie de alabanzas y llamados a no preocuparse por su contenido.

A la suspicacia patriótica natural que debe generar en mentes inteligentes que se pretenda ocultar el texto oficial de un pacto al cual el Presidente nos somete con su firma en representación del Perú, se añade la negativa de muchos otros presidentes a firmarlo, con la explícita declaración de por lo menos uno de ellos (el Presidente de Chile) de que el pacto implica renunciar al ejercicio de la soberanía nacional. En consecuencia, la pregunta es una: ¿está renunciando a la soberanía el presidente Vizcarra o está mintiendo el presidente Sebastián Piñera? Solo podremos saberlo leyendo el texto oficial completo de aquello a que nos ha obligado el Presidente Vizcarra.

Es obligación inexcusable e impostergable del Gobierno que preside Martín Vizcarra difundir de inmediato el texto oficial completo del pacto de Marrakech.