Antero Flores-Araoz
No son leyes
Sobre las numerosas “leyes declarativas” dadas por este Congreso

La Ley, por lo general está definida como una norma jurídica emanada de una autoridad competente, que es emitida como una orden o decisión mandatoria, que debe ser cumplida por las personas naturales o jurídicas a quien va dirigida. En nuestra patria la autoridad facultada para emitir leyes es el Poder Legislativo, léase Congreso de la República, salvo que haya delegado tal atribución en el Poder Ejecutivo, para materia concreta y por plazo establecido.
Bueno pues, si bien el Parlamento es la autoridad con la atribución de legislar, representar y fiscalizar, en esta columna nos referiremos al accionar legislativo del actual Congreso, que deja mucho que desear, no solo por la calidad de las leyes que en lo formal lo son, pero por lo general sin tener relevancia significativa. Lo antes expuesto es grave, pero peor aún que muchas normas expedidas por el Congreso bajo el título de ley, y numeradas por el Poder Ejecutivo y luego publicadas en el diario oficial “El Peruano”, en estricto no son leyes, pues no mandan ni ordenan absolutamente nada, son meras declaraciones bajo el ropaje indebido de ley.
Hicimos preparar un cuadro que grafique las normas legales expedidas por el actual Congreso desde el inicio de sus prerrogativas el 28 de julio del año 2021 y el resultado es el siguiente:
Entre el 28 de julio del 2021 y el 31 de diciembre de ése año, se sancionaron 71 leyes, de las cuales 20 son declarativas, pero no mandatorias, lo que significa el 28%. En el 2022 se emitieron 278 leyes, de las cuales son realmente leyes 191, pero el resto en número de 87 que es el 31% pues no lo son. En el 2023 se expidieron 305 leyes de las cuales 99 son declarativas, o sea el 30%. El 2024 se aprobaron 254 leyes, entre las cuales tenemos 52 que no ordenan nada, únicamente declarativas y que ascienden al 20%. En lo que va del presente año hasta el 20 de mayo en que se preparó la información, fueron publicadas 113 leyes, pero 29 de ellas son meramente declarativas, lo que significas el 31% de ellas.
Las leyes simplemente declarativas, por lo general determinan: “Declárase de interés nacional y de necesidad pública” tal o cual cosa, que son de lo más insólitas y dignas de Ripley. Por ejemplo, se declaran de interés la construcción de la carretera de tal origen y a tal destino. La creación de la universidad de cuanto lugar haya venido a la memoria de algún despistado legislador, la emergencia sanitaria, el corredor vial de tal sitio, el túnel trasandino, la puesta en valor de las Huaringas, al Señor Cautivo de Ayabaca como patrono del costumbrismo, la rehabilitación de los discapacitados, la comercialización del Yanque, la producción de frutas del bosque, el día del charango, la danza del wititi y la instalación de plantas desalinizadoras que muy probablemente ni van a existir ni se les privará de la sal.
Hay de todo como en botica, pues el papel aguanta todo, pero nada del envoltorio jurídico que se les da a tales declaraciones puede garantizar que las obras señaladas como de interés nacional y de necesidad pública, se licitarán, se construirán y se pondrán al servicio del público. Ninguna universidad de las que se declaran de importancia, tienen garantía de que realmente sean creadas y se pongan en funcionamiento. Probablemente los hospitales que se declaran de necesidad, nunca tendrán pacientes pues no se edificarán. No sé si al Señor Cautivo de Ayabaca le cautive ser patrón del costumbrismo y así podríamos llegar hasta encontrarnos que días atrás se ha declarado por Ley 32347 al 13 de junio día nacional del pan peruano. Por dicha última declaración legislativa ¿será el pan más nutritivo? Pues estamos seguros que no, como tampoco tendrá más levadura ni que su ingesta nos hará más saludables.
Las leyes declarativas son solamente buenos propósitos pero nada más, pero peor que ellas son las que provienen de iniciativa de gasto propuestas por los parlamentarios, a sabiendas que desde hacen más de cuarenta años ello está proscrito en nuestra patria, pero siguen y siguen con el mismo tema, con la finalidad que les dé réditos frente a sus electores, ante el silencio cómplice del Ejecutivo que omite observar la norma.
Tenemos los ciudadanos que castigar a los parlamentarios que lejos de ser legisladores se han convertido en “poetas”, mucha declaración y nulo contenido. El mejor castigo es no reelegirlos, ahora que se ha restablecido la reelección parlamentaria. ¡Así no es la nuez!
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