Ni siquiera un plan A

Gobernar no es pretender durar en base a estrategias psicosociales. Gobernar supone exportar signos de eficiencia, así como proponer obras y servicios concretos. Signos generadores de confianza.

Ayer escuchamos estupefactos que –a propósito de la inseguridad y hablando en clave de psicosociales– el señor hacedor de inteligencia del Gobierno decía que se iba a implementar no un plan B de Bukele, sino un plan B de Boluarte. Habiendo transcurrido ya un tiempo más que suficiente para evaluar las competencias y liderazgo de la dupla que nos gobierna, la ´ingeniosa´ mención de un plan B no hace sino remitir a la formulación de documentos enunciativos, así como a la asignación de miles de millones de soles que –lo sabe la dupla misma- no podrán gastarse.

Y es que no hay B porque nunca hubo A. El eco que constituye este Gobierno en cuanto mediocridad de cuadros, profesionales dudosos y falta de pensamiento complejo lo hace un segundo tiempo de aquel del individuo Castillo. De allí que muchas de sus acciones alimenten la tragedia de la autosubversión de Estado: implosión interna de este por el efecto de ausencia de políticas y presencia de seres dudosos.

La señora B es el problema. Constitucional, pero problema. Y su dupla –proveniente de canteras humalistas– sabe de psicosociales, mas no de políticas. Vivo y ubicuo no es igual a eficiente.

Convocar un primer ministro independiente y trazar políticas definidas y enérgicas para el corto plazo tal vez posibilitaría la supervivencia de la señora Boluarte, con una agenda mínima trazada con las regiones y municipios. Y más que obvio, activando todos los mecanismos para eliminar de la función pública asomos de improvisación y corrupción.

Muchos de los que alaban la denominada real politik aplaudieron los pasos anteriores del Ejecutivo por buena intención o por acomodo. Así como también aplaudieron los recientes acuerdos del Congreso de la República. Pero la real politik supone un mínimo de visión de futuro. Precisamente para no adoptar medidas que pueden salvar un momento pero que a la vez hacen de él una grosera desilusión hasta moral. Más autosubversión. Más desilusión ciudadana. Más rabia.