Hugo Neira
Miscelánea. ¿Y si retornamos la filosofía en las aulas juveniles?
Reflexiones sobre educación y cultura
Miscelánea es un género literario aparentemente didáctico, que proviene del Renacimiento y cuyo auge estuvo en el barroco de España, y algunos lo toman como el antecedente del ensayo (Wikipedia). Hoy lo usamos como un conjunto de materias heterogéneas, que tienen algo de información y mucho de inspiración. Un precedente clásico: el Jardín de flores curiosas de Antonio de Torquemada. Cuando utilizo un concepto, siempre lo explico.
El periodista que soy a ratos, como los lobos y otras especies, husmea antes de lanzarse a la caza. ¿La caza de qué? No de unas víctimas, sino de eso que se llama el Zeitgeist, un concepto filosófico que ha fecundado otros ámbitos, lo que los franceses llaman l'air du temps (el aire del tiempo). El concepto lo usa Lukács, ¿se acuerdan de ese marxista original? Y también Simmel, que siempre me ha interesado. El Zeitgeist germano entra al castellano con Ortega y Gasset y lo usa hoy el mexicano Gil Villegas.
Nuestro aire del tiempo: la no inteligibilidad. No el brumoso 2021 sino el 2030. Entre tanto, no sabemos de dónde vinimos, y no lo sabemos porque se disolvieron las clases de Historia en las aulas peruanas. Ni adónde vamos. Puesto que entran en conflicto los intereses del poder ante la posibilidad de libertad y de educación. ¿Cómo concebir el futuro? Nos domina la incertidumbre.
A Hugo Coya lo disolvieron de la noche a la mañana. Esa atomización ha ocupado la portada de muchos diarios a cinco columnas. Por lo poco que sabemos, se le ocurrió hacer lo correcto. Las cámaras de la televisión apuntaron al marido de Keiko, antes que saliera de la cárcel. No veo dónde está el error o el delito. ¿Había que traerse a Melcochita para que hiciera algo de mofa y cochineo? La vimos salir ¿y qué? ¿Ya por eso vamos a votar por su partido en junio del 2021? Era algo que ocurría, algo simple, corriente. Lo que nos sorprende es que no entendemos. Hugo Coya había hecho hasta su último respiro, una televisión plural, variada, como debe hacerse para una nación y comunidad como la peruana, en la que hay diversas maneras de ver la realidad, y por lo tanto, no queda más remedio que hacer ver lo que ocurre. Y el juicio moral, si era bueno o malo que saliera, es materia de debates. Pero no. Fuimos al dentista, me sana de una muela, ¿y yo lo que hago es acusarlo de incapaz? ¿Qué se quería en Palacio? ¿Que no se hablara del tema? ¿A eso hemos llegado? ¿En plan totalitario? ¿A los rivales no se les reconoce ni un ápice? Presagio un intenso turismo de rusos de hoy, que van a venir a ver, asombrados, cómo se vuelve estalinista a la criolla un país de la descoyuntada América Latina.
Por cierto, a Hugo Coya, mi tocayo, no lo conozco personalmente. Eso del amiguismo no me habita. Pero sí una actitud ciudadana. Saludos, señor. En usted se prueba que todo es posible, para el mal, en nuestro acogedor país.
Un amigo me envía un mail. La foto de una embarazada. Mi amigo aspira a una presidencia en un país lejano. Y por lo visto, considera que el tener una hija le hará ganar más confianza por parte de sus compatriotas. La verdad, querido amigo, no me parece que le aporte votos. Ser padre tendría un buen efecto si a sus virtudes profesionales se añadieran a las de un padre. Pero en política, las cosas son muy diferentes. Las ciudadanías, en general, lo que buscan es un 'padre de la patria'. Un tanto como los reyes antiguos, que se tomaban como «padres de pueblos». Reflexione un poco. La vida pública y la familia, ocupan demasiado tiempo. Fidel fue amado por los cubanos —y hasta ahora—, pero no fue un padre ocupado por sus hijos. Hizo lo que pudo, pero pudo más su voluntad sobre millares de cubanos. No veo a Perón ocupándose de herederos, si los tuvo. Los vástagos de un gran político no son sus hijos, sino sus discípulos. Creo que se está usted confundiendo. Los hijos son lo natural. La política, desde Platón, es una construcción necesaria pero artificial entre iguales. Los hijos de Marx no fueron los nacidos en Londres en el mísero hogar del genio Marx, niñas que se murieron literalmente de hambre, sino Lenin, socialdemócratas, Gramsci, el italiano que pensaba en que primero la sociedad que el Estado, entre otras ensoñaciones.
El marxismo tuvo, en algunos, mucho de religioso. Para bien o para mal, hubo sacrificios. Siempre he pensado que la Iglesia Católica debería proceder a la santificación de Marx. Lo digo en serio. ¿A quién robó? ¿A quién mató? Quería una utopía que parece salida de San Agustín. No habría más Estado. La clase proletaria ya en el poder, sería la última alienación. Marx entendió la raíz misma de la modernidad, el conflicto. Pero nunca atinó qué tipo de poder o de régimen iba a existir al desplomarse el capitalismo. Hoy sabemos que puede ocurrir. No el imposible paraíso socialista, sino un desorden al lado del cual hasta la Edad Media parecería un suerte de Edén. Sin bancos, monedas, leyes y Estados, será el caos. Ya ha comenzado.
En esta situación de crisis de la cultura planetaria (H. Arendt), resulta normal que se nombre en el Ministerio de Cultura una señora especialista en momias. Menos mal, porque las momias peruanas ya iban a salir a las calles. ¡Cómo se nota que en el Perú no hay demanda alguna de cultura! Y pensar que cuando yo estaba de director en la Biblioteca Nacional —perdón por recordarlo— dedicamos durante dos años, todos los jueves de la vida, un evento sobre Lo cholo en el Perú, desde exposiciones de pintura a coloquios: Distintas visiones de la choledad. Hoy son las momias, puesto que no existe en este país teletón, huayno, rock, chicha y música chola. Ni plástica, ni arte cholo y mestizo del Perú. No hay aquí gente que haga teatro o cine, o produzca arte popular, o poetas y escritores que no tienen quien los edite. Nada de eso existe en este país. Cuentan primero las momias. Siempre he dicho que tenemos una cultura de cementerio. Hoy, un ministerio. Cómo deben morirse de risa en el mundo entero ante nuestras cuerdas y originales decisiones. Los jóvenes en el paro y las momias en el presupuesto. ¡Genial!
En la prueba PISA, como siempre, detrás de toda América Latina. Y sin embargo, se atreven a publicar, en El Peruano, que estamos «mejorando». ¡Qué cara tienen algunos! ¿Y qué pasaría si volvemos a la razón? Hace más de cuarenta años que llamamos secundaria a algo sin libros, sin asignaturas claras ni maestros. ¿Y si se reintroducen los cursos de Lógica y Ética en el cuarto o quinto de media? Así los he vivido en el Melitón Carvajal. Y hoy, decenios después, no han desaparecido en la secundaria de otros países, por ejemplo, Chile y España. Filosofía, ¿para qué sirve? Para aprender a pensar correctamente. Y no cuidar momias, sino a gente en vida. Al menos con del Solar la cosa tenía algo de sentido. Vamos para atrás.