Manuel Gago
Mienten. No es “ley mordaza”
¿Confiep del lado de los “mermeleros”?

Ha llamado poderosamente la atención las declaraciones de Roque Benavides, presidente de la Confederación Nacional de Instituciones Privadas (Confiep). El empresario minero ha dicho que “prohibir la publicidad estatal en los medios privados de comunicación es impedir que el Estado y los gobiernos de distintos niveles puedan llegar a la población”. Como clase dirigente —mejor preparada por el acceso a las mejores oportunidades— los empresarios del gremio deberían recordar que —según la SUNAT— el 0.5% de los contribuyentes (grandes empresas), aportan el 83% de los ingresos fiscales. ¿Cómo, entonces, se les ocurre a los empresarios abandonar su responsabilidad de velar por el buen uso de los dineros que aportan al país? La responsabilidad del gremio empresarial no termina después de ofrecer puestos de trabajo, reducir la pobreza y tributar.
Roque Benavides, en nombre de todos los peruanos más pobres y de los más pudientes (por aportar más tributos al Perú), debería ser el primero en demandar orden y transparencia en el gasto público. Debería oponerse al festín descontrolado de los presupuestos por parte del Estado. Debería aclarar que no es un “derecho” que los medios de comunicación privados sean auspiciados por el Estado. Los tributos que pagan los confederados no pueden terminar llenando las panzas angurrientas de un sector de personalidades vinculadas a los medios de comunicación que alegremente reclaman un “derecho” inexistente, inventado por ellos.
Quienes se oponen a la llamada “ley mordaza”, votada en el Congreso de la República, argumentan que prohibir contratar publicidad estatal en los medios privados viola el principio de la opinión libre. Cuando es todo lo contrario. La libre opinión es violada cuando la “mermelada” interfiere en la labor de los periodistas, presentadores de televisión y locutores. Cuando la línea editorial de los medios de comunicación está condicionada por los auspiciadores, por los gobernantes de turno. Cuando la pauta publicitaria de los medios está congestionada de avisos contratados por todos los niveles de gobiernos.
Además, con o sin publicidad estatal la situación del país seguiría igual. ¿Qué cambió con la creación del Ministerio de la Mujer? Nada. Los casos de feminicidio se han incrementado. ¿Qué cambió con el Ministerio de Inclusión Social? Nada. Casi la mitad de los niños siguen con anemia. ¿Qué resultados ofrecieron los avisos del Ministerio de Educación durante el Gobierno de Humala? Nada. Los escolares siguen sin entender lo que leen y sin distinguir quién es Miguel Grau y quién Abimael Guzmán. Además, ¿qué puede cambiar en el país con los contenidos de los medios de comunicación que constantemente afectan a la salud moral del país?
En provincias el “mermeleo” es de extrema gravedad. La pauta publicitaria de casi todos los medios de comunicación está congestionada de avisos contratados por los gobiernos regionales y municipales. ¿Anunciando qué? ¿Campañas contra la desnutrición? No. ¿Campañas contra toda clase de violencia social? No. Toda la publicidad está orientada a destacar la figura de la autoridad camuflada en obras ridículas que se anuncian como si fueran únicas y transformadoras.
¿Qué ejemplo ofrecen los medios de comunicación y la Confiep a los más pobres respaldando un “derecho” artificial, falso y angurriento? El ingeniero Benavides sabe que las compañías mineras y las comunidades de las zonas de influencia desarrollan numerosos programas relacionados con emprendimientos productivos y el fortalecimiento de las organizaciones sociales. ¿Para qué? ¿Cuál es el fin? Para que los pobladores abandonen el estado de pobreza por sus propios esfuerzos, explotando sus talentos en las actividades económicas de las localidades.
¿En qué quedamos entonces? ¿Apuntalamos el espíritu emprendedor de la población o imitamos el espíritu pedigüeño de los “honorables” comunicadores que la audiencia ya está dejando de ver, oír y leer?
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