Iván Arenas
Merino, Vizcarra y el empate catastrófico
Es necesaria la renovación total del gabinete ministerial

Manuel Merino, presidente del Congreso, ha salido fortalecido luego de derrotar una propuesta de censura promovida por la izquierda en el Parlamento, aliada por buenos ratos del oficialismo. En un cálculo absolutamente inocente (¿?) el Frente Amplio propuso una moción de censura contra Merino que, a la postre, se volvió en una tabla de salvación justo cuando el presidente del Congreso la pasaba mal, luego de un complot en su contra.
Merino entonces está fortalecido, salió airoso de ese mar de tiburones mediáticos y políticos que hoy son aliados del Gobierno y que querían destrozarlo. Pero, como dijimos arriba también, Merino fue el centro de lo que se llama un character assassination, un asesinato de su reputación y legitimidad basado en una llamada telefónica –reconocida por el propio presidente del Congreso– a un alto mando militar, que fue convertida sagazmente en una estrategia “golpista”.
Pero si bien Merino ha salido fortalecido, hoy ambas instituciones, el Congreso y el Ejecutivo, están en un empate catastrófico en el que ninguna, en el corto tiempo, podría desequilibrar la balanza. Vizcarra, todo lo indica, no ha perdido totalmente su legitimidad, así que algo de poder le queda; y el Congreso –a pesar de las bancadas pro oficialistas, las estrategias de demolición y los propios yerros– tiene el otro porcentaje del poder. A menos que salga una prueba nuclear contra Vizcarra por ahora no habrá vacancia.
El problema no es ahora sino después, y esos largos siete meses que le quedan al Presidente y al Congreso. ¿Cómo evitar que el choque entre ambos poderes melle más a la República? Quizá para desactivar las iras y las febriles emociones en ambos lados lo mejor en estos momentos es la renovación total del gabinete ministerial y acordar un Gobierno de ancha base.
En ese sentido, la presencia de Martos en el gabinete solo ha significado la utilización de las Fuerzas Armadas como una institución deliberativa inaceptable para cualquiera que crea que la democracia es fundamentalmente civil. Martos es un agente que en lugar de buscar acuerdos busca ir a la confrontación, y si ello continúa el empate catastrófico no tendrá visos de final.
El Perú y la República no pueden vivir en la incertidumbre de las pruebas que pueden o no publicarse. Ese recuerdo erosiona la convivencia y nos lleva a los días en los que, por capítulos, se estrenaban los “vladivideos”. El Perú no puede seguir así.
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