Diego Miró Quesada
Me curé del covid 19 con dióxido de cloro
Cada vez más gente utiliza métodos alternativos para sanar de enfermedades
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Antes de la pandemia de covid-19 solía ser de izquierda. Creía que el socialismo era la única manera de crear un mundo mejor. Cuando digo socialismo me refiero a una cuestión netamente económica y política, nada más. Cuando escuché por primera vez, hace algunos años, un discurso sobre la Ideología de Género, me pareció que el expositor de YouTube estaba hablando una serie de estupideces y cada día que pasa la experiencia me corrobora que estoy en lo correcto. Sin embargo, cuando se empezaron a tomar medidas a nivel internacional para reprimir voces que están en contra de gobiernos progresistas (se les banea los videos en Youtube y se trata de ridiculizar su imagen personal y profesional), me di cuenta de que el socialismo es el peor de los sistemas.
Ya decía mi abuelo Paco Miró Quesada Cantuarias, filósofo peruano y gran defensor del humanismo, que la justicia depende de la no arbitrariedad. Un gobierno arbitrario es injusto y el gobierno Vizcarra-Sagasti, con sus ataques a la libertad de expresión y amenazas a todos los que fuimos a marchar en contra de la vacunación obligatoria, fue sumamente injusto.
Conozco mucha gente que afirma haber sido dañada por vacunas y otras clases de medicina occidental. En mi caso, por ejemplo, sufrí varios años de una adicción a medicina psiquiátrica bamba (Ritalín, Concerta, etc.) que es vendida con la idea de ser un potenciador intelectual y un producto que te permite enfocarte mejor. Pero, en realidad, tiene efectos secundarios que dañan la salud. Entre esos efectos están el bloqueo de la inteligencia, de la creatividad, un gran atontamiento (te trastoca la personalidad), incapacidad para ser eficiente en actividades rutinarias como limpiar tu casa, te crea una necesidad de dormir más de lo necesario y es causa de pérdida de la propia fuerza física. He tomado también antidepresivos que, en vez de ayudarme, potenciaron los efectos negativos arriba mencionados.
Para salir de mi adicción a la medicina psiquiátrica bamba, fui ayudado por mi ex novia que me dio los tips de curación. Ellos fueron alimentación saludable, ayunos (de varios días), medicina natural y la palabra de Dios. Mi ex casi se muere ayudándome, pues para sanar, tuve que pasar por una terrible crisis curativa (exposición del daño emocional reprimido por las medicinas manifestado en un temperamento brusco, nerviosismo, inseguridad personal, tristeza, llanto y espasmos por las noches). Le pedí que se retire de mi departamento hasta que yo esté rehabilitado, pero no me hizo caso. Por eso su salud se vio afectada. Lamentablemente, que dos personas con problemas de salud estén viviendo juntas de ningún modo es algo positivo. No tenía manera de ayudarla a recuperarse, mi familia no me brindó apoyo, y, como estaba yo en plena recuperación, nuestra relación terminó. Varios meses después, ya con una gran mejoría en mi salud, como había quedado muy preocupado por ella, fui a buscarla y eso le afectó muchísimo (se puso nerviosa, pensó que estaba acosándola). Lo mejor que puedo hacer por mi ex es dejarla seguir su propia recuperación. Con la ayuda de Dios, saldrá adelante.
Sobre el TDA (Trastorno por Déficit de Atención), en vez de tomar Ritalín o Concerta recomiendo productos como la Ashwagandha y la Rodeóla Rosácea. Son naturales y el famoso doctor Frank Suárez (fallecido actualmente) los recomienda en sus videos de Youtube.
Cada vez más gente utiliza métodos alternativos para sanar de enfermedades en lugar de medicina occidental y se opone a toda clase de vacunas, pues afirma haber sufrido efectos secundarios por habérselas colocado. Muchas de esas personas, que representan un porcentaje importante de la población mundial, se opusieron a la vacuna obligatoria para el covid-19.
Por otro lado, intelectuales de la talla de Agustín Laje y Miklos Lukacs expresaron durante la pandemia su desaprobación a la vacunación obligatoria a nivel internacional. Después de escuchar sus motivos durante el encierro al que nos sometió Vizcarra, sustentados por doctores y otros expertos, la idea de una vacunación obligatoria tampoco me pareció algo positivo. Apenas supe que en el centro de Lima había marchas en contra, me puse en acción. Con una amiga, que era trainer del gimnasio, asistimos varias veces. Cargando la bandera del Perú con orgullo mientras la policía trataba de reprimirme y al resto de manifestantes, todos los antivacunas gritábamos ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!, lo cual me hizo recordar a como en la antigua Grecia el filósofo Sócrates se enfrentó a la elite de su tiempo señalándolos por sus errores al decirles “ustedes creen que saben, pero no saben nada”. Después de un par de semanas de lucha, enfermé de covid. Curiosamente, quien me contagió fue un chamán que trataba pacientes aquejados de aquella gripe con medicina tradicional china. Aunque nervioso por haber contraído el bicho, seguí fiel a mi convicción de no ponerme la vacuna.
Durante las marchas anti vacuna, se promovía una sustancia de la que nunca había escuchado antes: el Dióxido de Cloro. Una amiga que frecuentaba las marchas me lo vendió y decidí tomarlo para tratar mi cuadro gripal siguiendo el protocolo requerido. Los resultados fueron excelentes. Sané del covid en dos semanas aproximadamente (quizá tres, no lo recuerdo con exactitud).
Queda claro que muchos medios de comunicación nacionales e internacionales han hablado mentiras sobre el dióxido de cloro. Yo, siendo accionista de uno de ellos (Grupo El Comercio), dejo mi testimonio aquí de cómo el dióxido de claro sí cura del covid-19.
La prensa tiene que volver a sus raíces y realizar nuevamente investigaciones serias que les permita informar a la población de todos los temas de interés nacional y mundial con un verdadero sustento, no solo sobre el dióxido de cloro sino también a lo que vacunas y medicina alternativa se refiere. Como escribe mi abuelo Paco Miró Quesada Cantuarias en Humanismo y Revolución “Mientras haya un solo oprimido habrá que seguir luchando”.
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