Carlos Adrianzén

Los tres retos de Javier Milei

Corrupción, burocracia y subdesarrollo

Los tres retos de Javier Milei
Carlos Adrianzén
23 de agosto del 2023


La historia de Latinoamérica trae sorpresas raras
. Sorpresas que no tienen mucho de sorprendentes. Que resultan tremendamente útiles… usualmente a los vecinos. Y que no siempre implican algo nuevo. Este tipo de extrañezas se ajusta al caso del triunfo en las primarias presidenciales argentinas del candidato Javier Milei –un economista de fuste rodeado de un excelente equipo de colaboradores.

A lo largo de casi todo el mapa argentino, los resultados electorales publicados, casi a regañadientes y con retraso, no pudieron esconder que el voto popular despreció claramente a una casta izquierdista que los desgobernó –léase: los comprimió, desdibujó y corrompió por décadas–; empobreciéndolos a niveles que hoy cuesta imaginar.

Sí. La llamada sorpresa de Milei no tuvo mucho de sorprendente. Las encuestas y la calle contrastaban –ya semanas antes del domingo pasado– el hartazgo popular frente a la corrupción e ineptitud del régimen de Cristina Fernández. Eso sí, olió mal que las distancias en las cifras oficiales no hubieran sido abultadas. Pero los peronistas son más astutos electoralmente que sus opositores. Lograron particionar los votos filtrados de los dos bandos de su oposición. Eso sí. A nivel periodístico pocos destacan la magnitud del repudio al peronismo (relegado a casi un quinto de los votos hábiles).

Claro, para el resto de latinoamericanos, el evento podría resultarnos un referente útil. Aplicar las populares políticas económicas del kirchnerismo o las timoratas respuestas del macrismo… solo implican fracaso. Nos alejan de toda pretensión de mejora o desarrollo económico. 

El declive argentino en las últimas dos décadas no solo le robó la mitad de su importancia relativa en la economía mundial; implicó una contracción marcada de su desarrollo relativo. Un retroceso equivalente a 7 puntos del producto por persona de un estadounidense. Una caída cuya recuperación –fríamente– resulta inverosímil. Y que –ceteris paribus– tomaría décadas en revertir.

Este reto argentino hoy, requiere no distraerse en las polémicas mediáticas sobre sus esquemas de cierre de Ministerios o del Banco de la República Argentina y sobre el esquema de vouchers para subsidiar, no la oferta, sino la demanda educativa. 

Sí, estimado lector. Una cosa es con guitarra (campaña electoral) y otra, con cajón (en el gobierno con un congreso y una burocracia hostiles). Aun si el pueblo argentino prefiriese al final a Milei y defendiese su voto frente a las artimañas de expertos brasileños o cubanos, optar por flotar implicaría que Milei pase a ser otro más de la Casta. Deberá entender que tanto como introducir reformas dirigidas a elevar las libertades económicas, será necesario aplicar reformas políticas avezadas, cero retóricas. Y hacer esto, entenderán (dada la idiosincrasia de un pueblo argentino que parece haberse acostumbrado a empobrecerse sonriendo), es mucho más difícil que volver a campeonar en la copa FIFA, pero con los ojos vendados.

El segundo gráfico aquí descubre otro reto. El éxito para la Argentina se dará si, además de elegir a Milei (la mejor o menos mala alternativa), éste no termina absorbido y se atreve a quebrar los afanes opresores de una burocracia casi woke. Léase: tendrá que reducir el gasto y las regulaciones estatales, con lo cual caerá la Corrupción Burocrática; gracias a lo cual se recuperará la Inversión privada y el Crecimiento Económico y con ello, la pobreza se reducirá sostenidamente. Tal como 22 años de la historia económica argentina contrasta con nitidez (ver Reto #2).

El tercero de lo retos a enfrentar por Javier Milei –además de ganar una elección que previsiblemente podría perder– implica recordar a Marcel Proust y su búsqueda de un tiempo perdido.

Desde los aciagos días en los que el abogado Kirchner llegó a la Casa Rosada (hace unos 20 años), las ideas opresoras del socialismo-mercantilista del cono sur –envueltas de un progresismo acomodaticio a lo Papa Francisco borraron toda pretensión de que la gente de Córdoba o Buenos Aires llegase a alcanzar estándares de vida del primer mundo. Para reconocerlo, basta con ponderar como la esperanza de vida de un argentino promedio se va reduciendo, año tras año. Hoy esta esperanza de vida resulta cercana a la de hace quince años.

Hoy, la sociedad argentina, autoculposa cándidamente por un calentamiento global de origen ajeno, se aleja del desarrollo y hasta de su reproducción demográfica. Observando el planeta, la Argentina desaparece, económica y demográficamente.

Pero, nótese: las ideas que empujan la candidatura de Javier Milei son formidables (casi todas); también lo son los escollos que deberá desmantelar –si llega a constituir un gobierno– para que la Argentina no persista en la sombría senda de Venezuela o Cuba.

Carlos Adrianzén
23 de agosto del 2023

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