Arturo Valverde

Los candeleros de plata

Representan la liberación y redención del alma de Jean Valjean

Los candeleros de plata
Arturo Valverde
12 de marzo del 2024


Hay un elemento sustancial en los primeros capítulos del libro
Los miserables de Victor Hugo, se diría mejor un vestigio del pasado del obispo Myriel, que se resume en seis cubiertos, un cucharón y un par de candeleros de plata.

Como ocurre en otras novelas y cuentos donde los escritores introducen un objeto cualquiera como recurso literario –ya sea el arma homicida, el cuadro que refleja el alma, el escarabajo como indicio y tantos otros más–, aquí también se descubre ese recurso clave, que, en el desarrollo de esta historia, cumple un propósito fundamental al encarnar la liberación y redención del alma de Jean Valjean.

Esos cubiertos y candeleros de plata que son herencia del obispo, aluden a una vida acomodada que yace en el pasado, después de los acontecimientos de la revolución que afectó a familias como las de Myriel. “Hay que admitir, no obstante que, de lo poseído antaño, le quedan seis cubiertos de plata y un cucharón que la señora Magloire, encantada, miraba a diario brilla encima del mantel basto de lienzo blanco. Y, como estamos describiendo aquí el obispo de Digne tal y como era, debemos añadir que éste más de una vez había dicho: Me costaría mucho dejar de comer con cubiertos de plata” (Víctor Hugo. Los Miserables, Alianza Editorial, 2022).

A partir de la confesión del obispo que ha dicho que no podría comer sin cubiertos de plata, Victor Hugo se encarga de que el lector no pierda de vista esos cubiertos y candeleros que, en otro pasaje de la novela, Myriel ordena colocar sobre la mesa cuando Jean Valjean se sienta a comer. “Efectivamente, la señora Magloire solo había puesto los tres cubiertos indispensables. Ahora bien, era costumbre de la casa que cuando el señor obispo tuviera algún invitado a cenar se colocasen en la mesa los seis cubiertos de plata, una exhibición inocente…” (Victor Hugo, cit.). 

Tras el robo de los cubiertos de plata de la casa del obispo a manos de Jean Valjean, el peso recae sobre los candeleros. Su dueño, Myriel, le entrega al asaltante ambos candeleros y lo salva de volver a prisión; previamente los gendarmes habían capturado y llevado a Valjean a casa del obispo. La escena se resuelve así: “Fue a la chimenea, cogió los dos candeleros de plata y se los llevó a Jean Valjean (…) -Que no se le olvide, que no se le olvide nunca que me ha prometido utilizar ese dinero en convertirse en un hombre honrado” (cit.). 

Jean Valjean jamás vendió los candeleros a diferencia de los cubiertos de plata, decisión que podría interpretarse por el significado que tenían para él, de la promesa de volverse un buen hombre o en recuerdo al buen obispo que una noche le compró el alma. “Jean Valjean, hermano mío, ya no pertenece al mal, sino al bien. Le compró el alma; se la quitó a las ideas negras y al espíritu de perdición y se la doy a Dios” (cit.).

El talento literario de Victor Hugo que se aprecia en varias escenas, como en este caso, el uso de los cubiertos, el cucharón y los candeleros, nos hacen amar a una obra como Los miserables, no solo por su historia llena de personajes inolvidables para la historia de la literatura, sino por las lecciones que un novel escritor puede extraer en base a un estudio serio y comprometido.

Arturo Valverde
12 de marzo del 2024

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