Juan Sheput
Los aprendices de brujo y la ley contra las ONG
El Congreso debe evaluar, con madurez y seriedad, los alcances de esta ley

Una polarización puede congelar a un país, inmovilizarlo cuando hay equilibrio entre las fuerzas antagónicas o empujarlo a una situación de cambio cuando el poder se inclina hacia una de las fuerzas polarizantes. En años recientes el país ha sufrido esto. Según el péndulo del poder se han promovido iniciativas legales en un sentido u otro, según el peso específico coyuntural de cada protagonista.
Durante el Gobierno de Vizcarra, los enemigos del “fujiaprismo” eran la fuerza más poderosa, dedicándose a promover leyes en contra de sus adversarios. Buscaban disminuirlos, atacando lo que ellos consideraban era su fortaleza: el sistema de justicia, la estructura política. Fue así que se impulsaron leyes que modificaron la forma de elegir jueces y fiscales, sancionarlos o que impedían la reelección de parlamentarios ¿la consecuencia? El desastre vigente de nuestros sistemas de justicia y político, todo causado por las pésimas reformas, política y judicial, impulsadas por el gobierno de Vizcarra.
En estos días, en que el péndulo del poder ha cambiado momentáneamente y, gracias a la mediocridad de Dina Boluarte, el Congreso hace lo que se le da gana, el fujimorismo y sus aliados parlamentarios la emprenden contra lo que consideran son sus enemigos: las ONG y el sistema de justicia tomados por los “caviares”. Plantean una serie de medidas legislativas que buscan cambiar una realidad que creen no les conviene. No miden las consecuencias. Cuando se legisla así, el parlamentario actúa como aprendiz de brujo, colaborando con que la situación en algún momento se vuelva inmanejable.
En los años noventa, específicamente desde 1995, fui miembro del Foro Democrático, una organización de la sociedad civil que tenía entre sus miembros a políticos, artistas, periodistas, de diverso pensamiento político. Nos unía un solo objetivo: impedir la tercera reelección, inconstitucional, de Alberto Fujimori. Para lograr su propósito el Foro tuvo el apoyo de fundaciones extranjeras, alemanas y estadounidenses, como la Fundación Hans Seidel, la Konrad Adenauer, y los dos institutos de los grandes partidos estadounidenses el IRI (republicanos) y el NDI (demócratas). A todos nos unía la lucha a favor de la democracia. Apoyados por ellos, impulsamos acciones y actividades en favor del régimen democrático. El gobierno de Fujimori nos consideraba un estorbo, que se elevaba por encima de la docilidad de cierto establecimiento político resignado.
Si una situación así, como la de fines del siglo pasado, se repitiera hoy, gracias a la ley aprobada en el Congreso y aún no promulgada por el Poder Ejecutivo, no tendríamos recursos ni apoyo para hacer una lucha contra una dictadura. Sería la consecuencia nefasta de la actitud de los actuales parlamentarios que legislan en base a la coyuntura y odios personales, y no ven más allá de sus ojos nublados por el afán de venganza. No sería la primera vez que sucede. Igual actuó, en sentido contrario, Vizcarra y la “caviarada” en el año 2019. Miren los resultados.
Esperemos por el bien del país que el Gobierno, cuando le llegue la autógrafa, observe esa ley nefasta creada en función de la coyuntura. La llamada ley anti ONG o Ley contra las ONG no debe prosperar y, si es observada, el Congreso debe evaluar sus nuevos alcances con madurez y seriedad.
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