Jorge Varela

Licencias del comunismo en Chile

Arremetida contra la institucionalidad

Licencias del comunismo en Chile
Jorge Varela
02 de abril del 2024


A más de seis meses del proceso eleccionario que servirá para clarificar y proyectar la definición presidencial que tendrá lugar en 2025, la guerra política ha crecido entre los partidarios del oficialismo gobiernista y los seguidores de la oposición. En octubre próximo la ciudadanía deberá elegir alcaldes, concejales, gobernadores y consejeros regionales, en un ambiente caldeado que proseguirá aumentando de temperatura hasta llegar a un punto de máxima ebullición. 

Algunos signos de calentamiento político 

Signos de calentamiento político que están a la vista: 

- La arremetida de los partidos de la coalición de izquierda que habitan La Moneda: Comunista, Frente Amplio, Socialista, (más el acompañamiento de entes menores, Por la Democracia, Radical y otros de rango menor), todos empecinados en continuar disfrutando de las ventajas que otorga tener en sus manos el control del aparato ejecutivo. 

- La aspiración de los principales partidos de oposición situados a la derecha del espectro (Republicanos, Unión Demócrata Independiente, Renovación Nacional), dirigida a poner término a la gestión deficiente de la citada coalición de tres ejes. 

- La irrupción de un renaciente centro político que intenta abrirse paso hacia las sedes de poder (Partido Demócrata, Amarillos, Social Cristiano, De la Gente) mediante un entendimiento de índole político estratégico con fuerzas opositoras. 

- La condición de paria mendicante que afecta al escuálido Partido Demócrata Cristiano, entidad que continúa extraviada en el desierto clamando por agua fresca para seguir con vida. Lo interesante de esta situación amarga, es que la Democracia Cristiana comenzó hace varios años a devaluarse a sí misma. 

Hitos trascendentes

La fusión de Convergencia Social y Revolución Democrática con Comunes y grupos afines, en un Frente Amplio recauchado; las bravatas de jerarcas comunistas incitando a una movilización social como medio de presión; la alianza de la derecha con sectores de centro concretada en el Senado de la República, son tres hitos que demuestran que se están produciendo cambios importantes en el mundo político. 

De estos el que ha generado mayor impacto es la reiteración por parte de la dirigencia comunista de esa línea histórica tradicional que constituye el núcleo de su vieja ortodoxia de naturaleza leninista, que nada tiene de sorpresa y sí mucho de contenido estratégico-apologético pro-violencia. 

Apologética de la violencia

Lenin (Vladimir Ilich Uliánov) quien fuera expulsado cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Kazán por agitador, -gran conspirador y profesional de la propaganda dirigida a las masas-, sostuvo en días de desconfianza con el poder y de falta de legitimidad de éste para tomar decisiones y ejecutarlas, que “el Estado es una organización especial de la fuerza, es una organización de la violencia para la represión de una clase cualquiera” (El Estado y la revolución, obra que abre la puerta al totalitarismo)

En Chile el senador del PC Daniel Núñez –uno de sus discípulos adelantados—planteó que “el gobierno tiene que asumir el desafío, tiene que convocar a la presión de la ciudadanía para sacar adelante las reforma… vamos a tener que privilegiar la presión social y ciudadana en las demandas sociales… y no me digan que soy violentista” (Radio “Cooperativa”, 26 de marzo de 2024).

Nadie le está diciendo que lo sea. Solo es conveniente escuchar sus arengas para saber a qué atenerse y adoptar los resguardos mínimos. ¿Será que su mensaje estratégico se resume en: más Lenin, menos Boric?, ¿más acción, menos poesía?

Desvalorización institucional

Si no es violentista, ¡qué noticia más oportuna!, habrá que condecorarlo con honores y darle el merecido grado de demócrata ilustre. El filósofo y articulista Carlos Peña ha escrito: “lo primero que llama la atención es que esas declaraciones llaman a hacer política desde fuera de las instituciones. No cabe duda de que la presión social que aspira a sustituir el resultado de las instituciones (en otras palabras, que aspira a torcer la voluntad de la mayoría política mediante lo que se ha llamado mayoría social) no es genuinamente democrática” (¿Perder en las urnas, ganar en la calle?”. El Mercurio, 27 de marzo de 2024).

“La democracia liberal –sobra decirlo– afirma que quien gana en las urnas debe predominar sobre quien lo hace en la calle… Esas declaraciones deben ser rechazadas, porque son ni más ni menos que una desvalorización de las instituciones” (de las instituciones democráticas).

Jorge Varela
02 de abril del 2024

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