Carlos Adrianzén

Latinoamérica hoy

Devaluada, desvanecida, empobrecida y saqueada

Latinoamérica hoy
Carlos Adrianzén
21 de mayo del 2025


Preámbulo

Enfocar la región es una de las maneras más poderosas de enfilar el Perú, su ciudad y hasta su barrio. Nótese: las similitudes se dan algunas veces contemporánea, otras intertemporalmente (ayer o mañana)

Devaluada, desvanecida, empobrecida y saqueada. Sí estimado lector. Esta es la Latinoamérica actual. Contrariamente a lo que me gustaría escribirles, la región, recurrentemente, no da la talla. A pesar de que en cada nación se repite que somos ricos y libres, no somos hoy, ni lo uno, ni lo otro

O lo que es lo mismo, dibujamos básicamente un puñado de naciones oprimidas –con bajísimas libertades económicas y políticas–, con reducidos índices registrados de respeto a los derechos civiles,a las libertades políticas, al acato a los derechos de propiedad privada o al albedrío en los ambientes de negocios. Cada uno de estos daños se ajustan cómodamente al espectro global de rangos mercantilistas-socialistas, socialistas-mercantilistas y comunistas (o fascistas, que es lo mismo).

Y como ya debe saber usted, estimado lector, con estas ideologías, enrostradas en la burocracia, en la academia y en los gremios, no hay progreso económico posible. Como contrasta la evidencia empírica regional desde que se publican los aludidos índices, para quienes aplican estas ideas el correlato implica atraso económico, pobreza, inestabilidad y corrupción institucionalizada. 

Las penosas performances económicas recientes de naciones otrora acomodadas, como Brasil, Venezuela, Cuba o México, no dibujan casualidades. Casi tanto como tampoco resulta eventual que cueste tanto la recuperación de la Argentina de Milei, ni que el Perú de Castillo y Boluarte no se recupere en forma significativa.

Bajo este marco, las palabras de apertura de estas líneas (i.e.: devaluada, desvanecida, empobrecida y saqueada) implican sellos que deberíamos borrar.

La incertidumbre desatada

El Primer gráfico esbozado aquí contrasta que la evolución global post años setenta no solo describe (a) el surgimiento económico -temporal- de un régimen abiertamente totalitario en el Asia; (b) el tenue declive de otra plaza norteamericana, que lucha por revertir su tránsito al socialismo; (c) el sostenido deterioro económico relativo de la Europa, en su mayoritariamente entusiasta camino a la servidumbre (parafraseando a Hayek); y meridianamente (d) ubica a la participación global de América Latina y el Caribe como una región estancada y opaca. 

Una Latinoamérica devaluada. Hoy muy lejana a la trasnochada visión setentera de la tierra de las oportunidades.

En medio de estos declives, la guerra comercial entre bloques políticos (EE UU-China-UE), magnifica la incertidumbre sobre cuánto se profundizaría el declive regional, en los años venideros. Nótese aquí que el problema no implica, unívocamente, cuánto nos impactaría una recesión global severa (si los tambores de la aludida guerra comercial no resultan solo una bravuconada). Implica también la majadería de las instituciones latinoamericanas, dada su histórica –y suicida– inclinación hacia el socialismo o el mercantilismo. Mucha incertidumbre para un día Miércoles, sufrido lector.

 

La izquierda en el poder: aquí y allá 

La siguiente figura dentro de esta secuela, nos presenta al muerto que estamos cargando. 

El sostenido desvanecimiento de la importancia económica relativa de la Unión Europea y los Estados Unidos de Norteamérica -algo de escala escandalosa, estadísticamente hablando, como muestra el subgrafo de la izquierda-, se asocia también al claro vahído regional en el ámbito global. Latinoamérica crece poco en términos absolutos, pero crece bastante menos que el resto (gracias a los Lulas, Chávez, Bachelets, Humalas, Kirchner, López Obrador o Sheinbaum, et al) . 

Y como vemos nítidamente en el subgrafo inferior derecho del Gráfico Uno, aun una nación que, como sostiene la base de indicadores de Gobernanza Pública de Banco Mundial, mantiene deplorables índices de opresión, corrupción, baja calidad regulatoria e incumplimiento de la Ley -como la República Popular China-, nos pasa por encima por décadas, se apropia del llamado futuro latinoamericano de los años sesenta; y lo hace sin mayores consideraciones.

Y es que la izquierda ha llegado aquí bien disfrazada. Por supuesto que su llegada es algo emocionalmente comprensible. Se hizo gradualmente en la Alemania Nazi o en la URSS. En el declive estadounidense con Obama-Trump 1-Biden en los EE.UU.; o con Macron, Starmer, Merz y hasta con el folclórico Sánchez en la UE. En ningún caso resulta algo aleatorio. Rige también aquí la prognosis Schumpeteriana. Esta llegada, nótese, describe la compra de un juguete ideológico económicamente muy caro. Y, por ello, genera reacciones.

 

Pedro Páramo está vivo

Regresando al sur del Río Grande -si esta descripción tiene alguna validez hoy-, Latinoamérica es un cúmulo de longevas Cumalas, parafraseando a Rulfo. Desde los casos del Perú del siglo XIX, la Venezuela setentera, la Argentina de fines del siglo antepasado o el Chile de los setentas y ochenta, descubrimos hoy que estos episodios resultan hoy fantasmales.

La riqueza y la institucionalidad regional se castigan. Resultan apariciones efímeras. Ellas nos distraen de ver –y reaccionar frente a– la progresiva opresión y el creciente abandono.

La pobreza, ese correlato directo y persistente de un bajo producto real por persona, persiste. Sí. Aquí la narrativa de Pedro Páramo dibuja una metáfora nuclear. Aunque también, con ella, algunos dizque intelectuales zurdos quieren fantasear con historiografías carentes de lógica y data.

 

Un puñado de sociedades extractivistas

Pero entonces, ¿qué sella a Latinoamérica hoy? Pues que somos un puñado bastante parecido de sociedades resignadamente extractivistas. Con instituciones económicas y políticas mercantilistas y/o socialistas. Que siempre abusan. Que concentran el poder y los recursos en manos de una pequeña élite (dictadores y sus mercaderes afines), a expensas de la población en general. Desde Cuba, y su colonia llanera, hasta Costa Rica o el Uruguay, comercian, pero invierten mucho menos. Abundan las barreras para el capitalismo.

La Figura de cierre es clave. Nunca la inversión extranjera directa supera establemente el 15% del producto, ni la inversión privada supera consistentemente una tasa superior al 40% del PBI. La izquierda se asegura de que la corrupción burocrática, el incumplimiento de la Ley o la ineficacia burocrática opriman. Específicamente, que compriman la inversión privada. Y que resulte lógico el incumplimiento y la exclusión. Ergo, que la emigración de elites o la informalidad solo resulten otros canales de saqueo o evasión social.

Aquí “alguienes” –ese pronombre toledista– habrían hecho un trabajo impecable, diría Gramsci o Marcuse.

 

Ayudaría despertar

Siempre es bueno saber por dónde caímos. O para evitar otras caídas… o para salir. La región se devaluó, se desvaneció, empobreció y fue saqueada por sucesivos gobiernos de izquierda. Opresores e incapaces. Ellos nos contaron muchas mentiras. Que éramos ricos, siendo una recua de naciones pobres. Que eran nuevos gobernantes con manos limpias mientras solo fueron otra gavilla de ladrones. Hasta que eran de derecha o de centro… y solo fueron mercaderes y burócratas opresores.

A Latinoamérica le hace falta despertar. Nunca necesitamos dictadores (ni sicarios ingleses, dizque libertadores); ni de militares ladrones (dizque aventureros revolucionarios); ni de activistas inescrupulosos (dizque progresistas o socialistas). Tenemos libre albedrío. Nuestro pueblo no necesita protectores (socialismo). Nuestras empresas no necesitan ayudas (mercantilismo). Solo nos falta despertar y trabajar… por generaciones.

Carlos Adrianzén
21 de mayo del 2025

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