Carlos Adrianzén

Las constituciones importan

Peligros de los cambios constitucionales hacia ideas socialistas-mercantilistas

Las constituciones importan
Carlos Adrianzén
22 de febrero del 2021


Les advierto. Estas son notas provocadoras porque hieren creencias y sentimientos, pero sus hallazgos son difíciles de esconder. La data las contrasta en forma clara, para desgracia de los propagandistas del Foro de Sao Paulo. El tema central en ellas enfoca la asociación entre los marcos constitucionales y el desempeño económico nacional. Una conexión construida sobre los datos disponibles para el ambiente económico, bajo las tres últimas constituciones políticas peruanas. Nos referiremos acá a la carta sanchecerrista (1933), la velasquista (1979) y la fujimorista (1993). Como solo la tercera carta dispone de data abundante, en el caso de los valores anuales de gasto del sector público no financiero (antes de 1970) y de incidencia de la pobreza (antes de 2001), usaremos estimaciones.

Dicho esto, vayamos al fondo. Las constituciones políticas desempeñan un rol económico crucial. No son instrumentos legales inocuos. Tampoco es coherente decir que solo un capítulo de estas –el referido al régimen económico- importa. Ellas implican los incentivos y ordenamientos legales vigentes. De hecho, la estabilidad temporal y la forma como cada porción de dicha carta modela derechos de propiedad y libertades, determina qué tan rico, desarrollado, dinámico, nominalmente inestable o burocráticamente corrupto es el país. En naciones pobres (o institucionalmente prostituidas, que es lo mismo), como la nuestra, esta importancia resulta aún mayor. Es fácil relativamente patear el tablero.

Otro detalle a resaltar es que cuando el grado de totalitarismo (léase: el irrespeto a las libertades políticas y económicas) es alto la institucionalidad de las constituciones políticas envejece o muta continuamente. Y esto se contrasta econométricamente en la inestabilidad paramétrica de las asociaciones. De hecho, tal como lo establecemos en el primer cuadro, el análisis del vínculo entre marcos constitucionales y variables económicas (como el nivel de riqueza, crecimiento, inflación, etc.) puede diferir dentro de una misma carta. Por ello, particionamos las relaciones en las constituciones sanchecerrista y velasquista entre la fase inicial (previa a la mayor consolidación gubernamental de ideas socialistas-mercantilistas) y el resto. Y es que tanto en el primer como en el segundo caso los defectos se enervan y los daños institucionales se profundizan.

Establecido esto, todo resulta más fácil. Usamos promedios anuales por cada lapso. Y, parafraseando al nobel Ronald Coase, la data confiesa. El cuadro N2, por ejemplo, deja mal parados a los creyentes marxistas, explícitos o inconscientes. En el cuadro aludido (y en las pruebas estadísticas donde se aísla el efecto de los precios externos y otras variables relevantes) las constituciones peruanas, y sus particiones o desnaturalizaciones, se asocian con los niveles de producto por persona observados. Tendencialmente, el producto por persona sube a pesar de que los términos de intercambio se deterioran. La vieja y emotiva creencia marxista-local según la cual solo exportamos piedras (minerales), resulta despreciada por la evidencia. Las instituciones importan.

Una figura similar se observa en el caso de la inestabilidad nominal. Tal como resulta lógicamente previsible, las ideas socialistas mercantilistas avasallan gradualmente la autonomía del emisor de dinero (incorporadas en cada constitución o partición de ellas) e implican nítidamente, además de mayor pobreza, mayor inestabilidad vía el financiamiento inflacionario del gasto estatal (ver Cuadro N4).

Otra evidencia se descubre cuando comparamos la escala real del gasto estatal y un estimado propio (anterior a 2001) de la incidencia de pobreza en cada marco. Contrariamente a lo que muchos creen, si bien existe una clara conexión entre escala real del gasto público y el score de percepción de corrupción burocrática (publicado por Transparencia Internacional); no sucede lo mismo entre la escala del gasto del gobierno y la incidencia de pobreza.

Paralelamente existen ambientes constitucionales que incentivan niveles de mayor gasto burocrático infructuosamente. Por ejemplo, el caso de la partición humalista de la Constitución de 1993, no contrasta conexión positiva entre el gasto estatal y la reducción de la pobreza. Curiosamente, en esos ambientes los índices de percepción y control de la Corrupción Burocrática peruana evolucionan negativamente.

La data nos está gritando. Las ideas económicas detrás de las constituciones importan. Estas nos han empobrecido o enriquecido mucho más que las materias primas. Es una tarea oscura establecer causalidades en este caso, pero las asociaciones temporales están allí. No se deje llevar por poses ideológicas. El producto por persona de un peruano se asocia a diversas variables, además del marco constitucional prevaleciente. Pero tenga claro que esto importa y mucho (ver Cuadro N5). 

Hoy, en medio de una pandemia descontrolada y de un proceso electoral tan turbio como apresurado, recordemos. Los cambios constitucionales hacia ideas socialistas-mercantilistas (auspiciadas por el Foro de Sao Paulo y los candidatos Vizcarra/Salaverry, Guzmán, Forsyth, Mendoza, Arana, Lezcano, Vega, etc.) son empobrecedores. Nos han empobrecido y desestabilizado severamente en el pasado. Nuestra historia está gritándonos.

Carlos Adrianzén
22 de febrero del 2021

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