Arturo Valverde
La tristeza en Maupassant
Sobre el cuento “El repartidor de agua bendita”
Guy de Valmont, seudónimo con el que el escritor francés Guy de Maupassant publicó algunos de sus primeros cuentos, aparece nuevamente como el autor de El repartidor de agua bendita (Le Donneur d´eau bénite), en 1877 en la revista La Mosaïque.
Se trata de una historia triste, abordada desde la repentina separación de un niño de sus padres, que muchos años después, tras sobrevivir a toda clase de vicisitudes, vuelven a reunirse en familia a la entrada de una iglesia, en Paris. El hijo, a quien creían perdido para siempre, revela a sus ancianos padres lo que para el lector aparece como obvio: a la edad de cinco años fue raptado por un grupo de saltimbanquis.
«Tenga cuidado con la tristeza. Es un vicio; uno acaba teniendo placer estando apenado, y cuando la gran tristeza ha pasado, como se han consumido unas fuerzas preciosas, se queda embrutecido. Y por encima de todo, ¡trabaje!» exclama Flaubert (Vida de Guy de Maupassant, de Paul Morand).
La tristeza en la obra de Maupassant proviene de situaciones desgarradoras, que van desde la muerte, el arrepentimiento o la confesión de algún personaje, a partir de la cual giran las historias. Pero nada más triste que el sufrimiento de un matrimonio que cree haber perdido a su hijo, como describe en El repartidor de agua bendita.
Es curioso que los cuentos de Maupassant, casi siempre catalogados en un sinfín de temas, desde el suicidio hasta el libertinaje, se deje de lado uno especial para sus cuentos tristes.
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