La muerte del sector privado en Argentina

El ciclo de vida de las empresas privadas en Argentina es cada vez peor. Según datos publicados, ocho de cada 10 empresas no llegan a los dos años de operaciones. Las inversiones no crecen, se detienen y se retiran del mercado. Por el incremento del desempleo, se prevé en el corto plazo una nueva ola migratoria, como la venezolana, que afectaría principalmente a Chile, Perú, Uruguay Colombia. 

Por el kirchnerismo –12 años de gobierno socialista (2003-2015)– y por el fracaso de Mauricio Macri (2015-2019), por detener las reformas económicas y ceder ante la presión de la oposición, el estatismo se impone en Argentina. La subvención, dádivas y privilegios se extienden. Para el argentino promedio, el Estado es el gran hermano que controla las actividades económicas, sociales y hasta domésticas. Mientras un 25% de la población latinoamericana aspira al negocio propio, solo un 14% de argentinos aspira a valerse por sí mismo. En Perú, un 78% del sector agroexportador está conformado por pequeñas y medianas empresas (pymes). Por los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández, la dependencia del Estado del poblador medio de Argentina se incrementó peligrosamente. 

En Argentina, 163 impuestos antitécnicos (desde las ganancias de personas naturales hasta la desinfección y limpieza de pozos sépticos) y políticas coercitivas desalientan y espantan a los inversionistas grandes y pequeños. Los créditos financieros caen por la alta morosidad extendida. Por el incremento de la pobreza y desempleo, el consumo interno cae. En este escenario de profunda crisis económica y social, quiebran las inversiones. ¡Las exportaciones argentinas están en los niveles de 1994! En 2006, un total de 460 empresas exportadoras cerraron sus operaciones. 

En el país del sur –con niveles sociales y económicos europeos hasta antes de la llegada de Juan Domingo Perón– el 37% de las inversiones fracasa en su primer intento. Según el Banco Mundial (BM), Argentina no es favorable para las inversiones: puesto 117 de 190 países calificados. Durante la pandemia de coronavirus 20,000 actividades económicas cerraron sus puertas. En los dos últimos años, 20,000 negocios nuevos no llegaron a los dos meses, siendo el sector servicios el más golpeado: el 80% se retiró del mercado. El gasto público, el endeudamiento, los subsidios, el enriquecimiento ilícito de los gobernantes y la confrontación política –que agudiza el enfrentamiento entre los opositores– caracterizan a los gobiernos kirchneristas de orientación chavista. 

En este escenario terrible, diversas empresas chilenas, uruguayas y de otros países (Latam, Panasonic, Walmart, Saga, Sodimac, Burger King, Starbucks, Glovo, entre otras) cancelan sus operaciones en Argentina. Otras empresas buscan con urgencia compradores locales antes de perder su patrimonio. La ola antimercado y antiempresa crece. La misma estrategia procomunista extendida en Perú, países Latinoamericanos e incluso Estados Unidos. 

No obstante las dificultades para el sector empresarial y el libre mercado, en Argentina sobresale el desarrollo de tecnologías propias vinculadas al litio. La exploración, producción e industrialización de baterías, y el ensamblaje de autos eléctricos van por buen camino. La Declaración de Impacto Ambiental (DEA) sustituye al Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para reducir los procesos de los trámites de las inversiones mineras.

El Gobierno de Alberto Fernández apunta al estado socialista en Argentina. Sin embargo, no todo está perdido. Recientemente, en distintas ciudades del país, miles de personas protestaron contra la corrupción gubernamental y políticas comunistas que agravan la situación del país, otrora un paraíso latinoamericano y ahora reducido a los niveles cubanos.