Dante Bobadilla

La izquierda en el poder

Desde el desastre velasquista hasta la actual crisis política

La izquierda en el poder
Dante Bobadilla
24 de enero del 2019

 

Siempre leo a algún izquierdista afirmando que la izquierda nunca gobernó el Perú y que, por lo tanto, no se le puede juzgar. Pero bastaría ver cómo han gobernado en Latinoamérica —en las empobrecidas Cuba, Venezuela y Nicaragua—, además del contingente del socialismo del siglo XXI que arrasó con Brasil y Argentina, y que aún no quiere soltar Bolivia. Lo cierto es que la izquierda sí gobernó en el Perú, y aún lo hace.

La izquierda nunca ganó una elección, pero gobernó durante la dictadura del general Juan Velasco Alvarado, cuyo equipo de asesores era enteramente comunista. Desde entonces, la izquierda se dio cuenta de que no hacía falta insistir en la lucha armada para tomar el poder. Podía hacerse de dos formas: jugando a la democracia o infiltrando los gobiernos.

Largo sería mencionar a los comunistas que gobernaron con Velasco, dando forma a sus delirios reformistas, preparando sus discursos y redactando sus leyes. Se dedicaron a enseñar el odio en la sociedad, a combatir al “imperialismo yanqui”, a los terratenientes y a los empresarios, expulsando a las empresas extranjeras y confiscando propiedades. Inventaron nuevos modelos colectivistas que acabaron en el fracaso. El odio clasista y los experimentos socialistas nos llevaron a la miseria y la crisis, provocando la gran migración del campo a la ciudad.

Todavía existen rezagos del desastre velasquista, como lo que pasa en las ex haciendas azucareras del norte, la deuda impaga de la reforma agraria (que ha convertido al Estado peruano en el ladrón más grande del planeta), la crisis de las universidades intervenidas en los setenta (que hoy siguen manejadas por mafias) y la crisis endémica de la justicia y de la cultura en general. Hasta ahora no hemos podido recuperar el nivel que tenía el Perú tenía a fines de los sesenta en el deporte, la educación y la cultura. El experimento socialista nos condenó a la mediocridad paupérrima que prevalece hoy.

Los noventa fueron años de recuperación nacional gracias a Fujimori. Pero aunque salimos del lastre de la hiperinflación y el terrorismo, y se pusieron nuevas bases para el desarrollo del país (dejando atrás el modelo socialista), algo que nunca pudimos recuperar fue la institucionalidad democrática perdida. Con excepción de Alan García, en este siglo el poder ha estado en manos de saltimbanquis y trepadores sin partido ni oficio. Y esto fue otra oportunidad para que la izquierda se suba al coche del poder político, en la forma de asesores.

Finalizada la dictadura militar, el contingente de asesores comunistas salió del Estado y montaron sus carpas de gitanos para oficiar como gurús de la política, aprovechando todo el expertise ganado en el poder. De allí nacieron las famosas ONG que hoy proveen de asesores al Gobierno y controlan gran parte de la judicatura. La mayoría son sociólogos expertos en ideologías baratas y en charlatanería apropiada para cualquier político populista. Los maomiraflorinos del ayer pasaron a ser los caviares de hoy, dueños de oenegés y “notables”.

En este siglo no hemos avanzado nada como país. La economía ha estado en piloto automático gracias a las reformas de la Constitución de 1993. Mientras el Estado no tenga facultad para crear empresas ni controlar los precios, y el Banco Central siga siendo autónomo, podemos dormir tranquilos. Pero en lo que concierne al aspecto social seguimos cuesta abajo. Nadie ha tenido una visión de país. La izquierda solo se ha dedicado a lo que sabe: sembrar el odio en la sociedad, combatiendo al fujimorismo con una obsesión de niveles patológicos.

Es una vergüenza que seamos un país dominado por la corrupción, la mediocridad, el odio y la miseria moral. Se ha llegado al nivel morboso de perseguir a un anciano moribundo, al extremo de anularle un indulto con leguleyadas estúpidas, sacarlo de una clínica para meterlo a prisión y esperar que muera allí. ¡Qué nivel de indigencia moral! Francamente me asquea este país. Y esto es obra de la izquierda. Esa es su única especialidad: destruir sociedades. No me digan que la izquierda no gobernó el Perú. Todavía lo sigue haciendo.

 

Dante Bobadilla
24 de enero del 2019

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