Jorge Morelli

La guerra es monetaria

El dólar y el yuan luchan por el control del poder económico global

La guerra es monetaria
Jorge Morelli
04 de abril del 2018

 

La pugna actual entre EE. UU. y China no es una guerra comercial. Ese es un eufemismo al que la prensa y la opinión pública global se aferran con la esperanza de que la relación entre estos países no se deteriore. Es cierto que el conflicto entre las dos primeras potencias económicas del planeta se manifiesta en el proteccionismo y el retroceso del comercio global. Pero ese no es sino el síntoma más externo de lo que en realidad es ya una lucha política por el control del poder económico global.

El modo en que esa lucha se manifestará en el capítulo siguiente —lo viene haciendo disimuladamente desde hace tiempo- no es la guerra comercial, sino la guerra monetaria. El reciente lanzamiento en la bolsa de valores china de megacontratos de energía en yuanes da idea de dónde está la punta de la madeja. China quiere hacer del yuan una moneda global que pueda competir con el dólar en el siglo XXI. Lo viene hacienda manifiestamente desde que el premier chino visitó Londres hace año y medio, suscribió con el Reino Unido una alianza estratégica para el siglo XXI. Firmó un acuerdo para que los bancos de la City de Londres manejen todos los negocios en yuanes en Occidente; y además estableció una rutina de vuelos diarios entre Beijing y Manchester, donde se desarrolla el “material del futuro”: el grafeno (que en 30 años sustituirá al cobre).

A quienes creen que todo esto es, más bien, un imposible material, hay que recordarles que hace solo cien años, luego de la Primera Guerra Mundial, la libra esterlina inglesa, símbolo del poderío del Imperio Británico, fue desplazada por el dólar como moneda global. Ambas monedas habían convivido compitiendo en el mercado mundial por algunos años, hasta que el dólar se impuso.

 

Esto no es un vaticinio, desde luego. Es posible que el yuan no logre desplazar al dólar como moneda global del futuro, pero China ha tomado la decisión política de lanzar su moneda a competir en el mercado global. Y ha conseguido que el FMI la reconozca entre las que respaldan la canasta global en que el Fondo emite sus derechos especiales de giro, su propia cuasi moneda, con la que saca del hoyo a los países en apuros. El dólar probablemente va a tener que aceptar esa realidad. Y no habrá sitio para más competidores. No en balde hemos asistido en los últimos meses al desbaratamiento de un espontáneo que saltó al ruedo: el misterioso bitcoin.

Resulta sorprendente que nadie quiera hablar de esto. Los grandes portales económicos en las redes y los diarios y revistas especializados se hacen de la vista gorda. Será que no quieren minar la confianza en el dólar. Es comprensible. Pero uno tiene la sospecha de que, luego del colapso de la burbuja global hace diez años —de la que no nos hemos recuperado, meramente hemos vuelto a inflarla de dinero barato por no saber qué cosa mejor hacer—, la extrema volatilidad actual de los mercados de valores indica que la confianza en el dólar está sostenida solo por la palabra del Gobierno de Estados Unidos.

Habría que concluir, en tal caso, que la estabilidad de la economía global es un hecho político en primer lugar. ¿Acaso no lo es el retroceso al proteccionismo a escala planetaria? Pero tal vez siempre fue así y pasaba inadvertido.

 

Jorge Morelli
04 de abril del 2018

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