Jorge Morelli

La bancada se saca de encima al partido

A partir de la no reelección de congresistas

La bancada se saca de encima al partido
Jorge Morelli
19 de diciembre del 2018

 

Luego de dos años y medio de guerra sin cuartel, el enfrentamiento ha concluido por fin con la derrota aplastante del Congreso por el Poder Ejecutivo. Esta derrota, además, no es un hecho pasajero del que uno se puede recuperar eventualmente. Es permanente, hasta que las reglas sean modificadas.

Debido a la no reelección parlamentaria ordenada por el pueblo peruano en la consulta del referéndum, en adelante los partidos presentarán a quienes integren sus listas parlamentarias, ya sea por elección partidaria interna o por invitación, como manda la ley. Pero el cambio que ha invertido el mundo es que una vez elegidos los parlamentarios y ubicados en su curul, en adelante y desde el primer día obedecerán las instrucciones del partido solo si libremente lo desean.

La razón es muy sencilla. No existiendo reelección posible, los partidos han perdido materialmente la facultad de ejercer una autoridad vinculante sobre la bancada. Pueden llevar a sus miembros hasta la curul, pero no podrán controlar sus votos. Ya no tienen a su alcance la herramienta de la reelección como incentivo para la obediencia. Tampoco cómo excluir a los rebeldes, porque la bancada cerrará filas en su defensa. El partido solo puede ofrecer un puesto en la lista parlamentaria de la elección subsiguiente. Porque los congresistas están, de antemano y por ley constitucional, excluidos de la elección siguiente.

Así, no bien concluya cada elección parlamentaria, lo que los partidos podrán hacer es comenzar de nuevo la tarea de reclutar por todo el país candidatos para la elección siguiente. Las tareas de legislar, fiscalizar y representar están ahora fuera de su alcance. Pertenecen a la bancada, virtualmente autónoma en adelante y ajena a la férula partidaria.

¿Es negativo todo esto? No necesariamente. La libertad de conciencia gana una batalla y el principio constitucional de que los congresistas no están sujetos a mandato imperativo se respetará mejor en adelante, les guste o no a los partidos.

Lo irónico es que por años se ha hablado de fortalecer a los partidos y, al cabo, por su propia mano estos se debilitaron solos. Creyendo burlar por la ventana de la bicameralidad la puerta cerrada de la reelección, no dieron batalla política para abrir la puerta principal y renunciaron, sin advertirlo, a su principal herramienta de coerción para la unidad de la bancada y del partido.

Desde luego, los partidos tienen otros recursos para hacerse obedecer por sus congresistas. Pueden no llevar a los rebeldes a la elección subsiguiente. Pueden enviarlos a Ética, a Acusaciones Constitucionales o a Fiscalización, motivos nunca faltan. Pero esos recursos serán carentes de legitimidad política porque serán evidentes a los ojos de la opinión pública.

Así, pues, la no reelección puede tener el efecto no deseado ni previsto de permitir a las bancadas sacarse de encima a los partidos. Extraño desenlace de un conflicto de poderes que, para comenzar, nunca tuvo ninguna necesidad.

 

Jorge Morelli
19 de diciembre del 2018

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