Victor Robles Sosa

Jueces en campaña

Jueces en campaña
Victor Robles Sosa
19 de mayo del 2015

Sobre la condena al ex ministro Aurelio Pastor y la independencia de la justicia.              

Un tribunal de la Corte de Justicia de Lima acaba de sentenciar a cuatro años de prisión efectiva al ex congresista y ex ministro de Justicia Aurelio Pastor, tras hallarlo responsable del presunto delito de tráfico de influencias, que está tipificado por nuestro Código Penal (Artículos del 428 al 431) de 1991.

Aquel Código señala que ese delito se produce cuando una autoridad o funcionario público ejerce presión sobre otra autoridad o funcionario público, sobre el cual ejerce influencia, con el fin de conseguir de él una resolución que se desea.

El Diccionario Jurídico precisa al respecto que El sujeto activo, por tanto, es la autoridad o funcionario público cuyo concepto, a efectos penales, viene contemplado en el artículo 24 del Código Penal, concepto que también debe predicarse del sujeto pasivo que estará constituido por aquel funcionario o autoridad cuya voluntad aparece viciada por la conducta del primero”. Queda claro que es un delito imputable única y exclusivamente a funcionarios públicos, ergo, no puede ser aplicado a personas que desarrollan actividades privadas.

No obstante la claridad de la ley, los magistrados de la 1a Sala Penal de la Corte de Justicia de Lima declararon a Aurelio Pastor culpable de tráfico de influencias sin ser el inculpado funcionario público, ni haberlo sido cuando se produjeron los hechos materia del proceso. ¿Cómo explicar semejante sentencia? Solo hay dos explicaciones posibles: los jueces ignoran la ley o la han interpretado mal por alguna razón. Me inclino a lo segundo.

Tenemos un sistema de justicia débil, sometido a la voluntad del poder político o mediático. No es la primera vez que vemos cómo se sentencia en función de presiones a la magistratura. En el caso de Pastor es obvio que la presión viene desde lo más alto del poder y que el propósito es claro: poner tras las rejas a un exministro del Gobierno aprista. La campaña electoral ha comenzado y ciertos jueces ya entraron a ella.

Pero más allá del caso Pastor, el tema de fondo es que si queremos construir una verdadera democracia no podemos seguir tolerando que la justicia siga siendo manipulada y convertida en arma de persecución y de ajustes de cuenta políticos. Los peruanos necesitamos un sistema de justicia eficiente, rápido y, sobre todo, independiente y autónomo respecto de todo poder ajeno. Solo así tendremos una justicia recta y transparente, sin jueces obsecuentes ante el poder.

Basta ver el Ranking de Independencia del Poder Judicial del Reporte Global de Competitividad, elaborado por el Foro Económico Mundial, para tener una idea clara de cómo está nuestra justicia en este punto: El Perú ocupa el puesto 126 de un total de 146 países, casi en la cola.

De otro lado, enerva la doble moral de cierta prensa que denuncia a los políticos o autoridades que presionan a jueces y fiscales, pero a la vez ejerce una presión igual o mayor sobre los magistrados para que condenen a absuelvan según el parecer de esos medios. El caso Pastor es un ejemplo de este comportamiento.

Dejándose arrastrar por fobias y antis políticos, cierta prensa ha perdido el equilibrio profesional repitiendo hasta el hartazgo una grabación editada con malicia que supuestamente prueba que Pastor cometió un delito, y dándole al ex ministro un espacio ínfimo para hacer sus descargos.

Esa prensa tampoco ha informado que el Colegio de Abogados de Lima opina que Pastor respetó el código de ética de su profesión en sus tratos con la persona que lo acusa. Y tampoco ha informado que el Código Penal NO permite condenar por tráfico de influencias a quien NO es funcionario público.

Estamos, entonces, ante un caso evidente de instrumentalización de la justicia por el poder político, de presión mediática sobre la justicia, y de desinformación de la ciudadanía. Todo ello se explica por la proximidad de las elecciones y por el odio político que no nos deja ser una nación cabalmente democrática y republicana.

Por Víctor Robles Sosa

19 - May - 2015

Victor Robles Sosa
19 de mayo del 2015

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