Javier Milei: las castas contraatacan

Los opositores de Javier Milei han comenzado a señalar que, de llegar a la presidencia, en lugar de ofrecerle a Argentina viabilidad democrática la sumirá en una profunda división y crisis. “Está quemando puentes de gobernabilidad”, dicen. Prevén que su gestión será un fracaso porque no contará con poderes suficientes para hacer lo que planea. 

Las castas no esperarán con los brazos cruzados su victoria. Articulan estrategias para impedir su elección y más adelante entorpecer su presidencia. Manejan sindicatos y organizaciones populares. Pero Milei no juega a la política. Arremete sin misericordia y eso deja mal parados a quienes por décadas se apropiaron de Argentina para esquilmarla hasta sangrarla. El pibe sigue hablando claro porque es parte de su naturaleza. No edulcora para parecer buenito. Con el pelo alborotado sabe hasta dónde llegará con lo que dice. Hace docencia, la principal y olvidada tarea de los políticos. ¿Acaso intenta transformar la mentalidad del latinoamericano medio? Gran reto por delante que no es tarea de uno solo.

Pero sus opositores podrían tener razón. Milei fracasaría de llegar a la presidencia. Destruir el sistema inoperante y corrupto e imponer uno nuevo costará sangre, sudor y lágrimas. Para acometer tremenda hazaña necesitará aliados en las calles, en los medios y decenas de operadores políticos que se compren el pleito en cualquier escenario y a cualquier costo. Milei se enfrenta a un enorme monstruo que se traga el 45% del PBI, un ejército de burócratas que defenderán a golpes en las calles su estabilidad laboral y beneficios ganados. En efecto, una suerte de casta privilegiada frente al argentino común empobrecido. Milei, con el cuerpo caliente, no deberá parar hasta conseguir todo lo que pueda. Realizar los cambios en seis días para en el séptimo descansar. Los paréntesis y retrocesos son respiro, tregua al adversario. El gran error de Mauricio Macri fue la gradualidad, la que finalmente postergó lo urgente y necesario. El desastre continuó. 

Milei sería el político ideal caído del cielo en las actuales circunstancias. ¿Acaso la derecha Latinoamericana ya tiene líder? El académico, intelectual, comunicador, escritor y, sobre todo, polémico, nos guste o no, llama la atención. También locutor, rockero y futbolistas con suficiente calle y ganas de provocar. Milei sería entonces el balón de oxígeno necesario para revitalizar la política continental. Ofrece esperanza. Imitarlo no sería malo. Todo lo contrario. Ganó las primarias argentinas y la elección vislumbraría los resultados de octubre próximo en un país que se cae a pedazos. Argentina es el típico ejemplo del nocivo intervencionismo estatal. Sus niveles sociales y económicos eran superiores a Europa del medio siglo pasado. Con el peronismo surge esa casta de “políticos” y “técnicos” sinvergüenzas que viven a expensas del Estado proclamando “por los pobres” pero viéndolos con desdén y como se empobrecen más sin posibilidades de surgir.

Socialistas, peronistas de viejo cuño y kirchneristas insisten agregándoles cuotas de descorazonadas inconsecuencias a sus decires. Que la pobreza en Argentina alcance al 46% de la población y la inflación – el mayor enemigo de los pobres – se sitúe en 123% es un crimen con culpables conocidos a los que Milei denuncia con la dureza que se merecen. Y la anemia es consecuencia directa de la pobreza. El comunismo además de pobres quiere gente opa para rendirla y someterla. 

Después de tantas décadas de asaltar Estados latinoamericanos y habiendo demostrado todo lo contrario, que no son posesionarios de las aspiraciones populares –como se llenan la boca–, la izquierda no descansa y agrede, continúa intolerante y se victimiza cuando se les canta sus verdades.