Marco Sipán

Inversiones rojas

Inversiones rojas
Marco Sipán
22 de septiembre del 2016

El comunismo chino seduce a PPK

La gran revolución capitalista, que dirige el Partido Comunista Chino desde mediados de la década de los setenta, ha dado sus frutos. Luego de cuarenta años ha superado los tres siglos de capitalismo en Europa, y están al asalto del primer lugar en la economía mundial. La expansión del gigante chino ha hecho que se convierta en el más grande socio comercial de América Latina y, por supuesto, también del Perú. Más allá de las inversiones en minería y construcción, una infinidad de productos chinos ha abarrotado nuestro país.

Desde antes de acceder a su último gobierno, Alan García ya había quedado enamorado de la República Popular China; esa que Mao Tse Tung fundó y de donde llegaron las inversiones cuando regresó a ser presidente y se convirtió en uno de los promotores más importantes de las inversiones de los comunistas orientales. (¿A cambio de qué? No sabemos). En el último quinquenio Ollanta Humala, con los paquetazos neoliberales, también benefició a las empresas chinas. Bajo el eslogan de facilitar las inversiones en el país, la dependencia que tiene el Perú de la economía china llevó, en los últimos años a Miguel Castilla, ministro de Economía del gobierno ollantista, a confesar que prendía velas para que el mercado chino siguiera demandando minerales al país.

Ahora el presidente Pedro Pablo Kuczynski, acusado duramente en la campaña de ser lobbista de transnacionales norteamericanas, elige como primer socio a visitar en su gestión como presidente a la República Popular China, lo que ha sido reconocido por los propios chinos como un significativo gesto político. En un video, durante su estadía, luego de enunciar su admiración y lo beneficioso de su viaje, termina diciendo: “Estamos aquí en admiración de lo que ha logrado China en los últimos cuarenta años, saliendo de una pobreza aguda a una sociedad progresista de clase media, con mucha inversión en infraestructura, inmensas ciudades e inmensa agricultura. Realmente ha valido la pena estar aquí desde todo punto de vista”. PPK dejaba así en claro su afinidad con la gestión del gobierno comunista.

Y mientras los presidentes neoliberales se enamoraban durante todo este tiempo de los comunistas chinos y la cantidad de dólares que pueden invertir en prácticamente todo, los empresarios de Gamarra, con las medidas antidumping por parte del Estado, están en una competencia cruenta que hace desaparecer a 5,000 empresas cada año. Así de preocupante son también los conflictos sociales que han surgido alrededor de las inversiones mineras. Mientras tanto, PPK cumple el sueño de cualquier lobbista: hacerse de la dirección de todo el aparato del Estado para ofrecer a su cartera de clientes los millonarios negocios estatales. Y tanto es su pragmatismo que abraza las inversiones comunistas con sonrisas y coquetería.

China, ha podido levantarse de las ruinas que le dejó el gran error de la revolución cultural, y esto lo ha hecho gracias a las ideas de Deng Xiaoping y a una nueva generación de dirigentes del PCCH, que se han alejado de posiciones dogmáticas y eurocéntricas, y definen su proceso como la primera etapa del socialismo con peculiaridades chinas. Una propuesta que nos permite entender que el comunismo, más allá de la contradicción ideológica y política, encuentra su verdadera fortaleza en el mundo del trabajo. Es ahí donde los comunistas chinos han demostrado que es posible revolucionar las fuerzas productivas para hacer una distribución equitativa de los recursos y productos del ciclo económico y enriquecer a su patria. En este rumbo, China recién está dando sus primeros pasos.

 

Marco Sipán

 
Marco Sipán
22 de septiembre del 2016

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