Hola, soledad

¿Cómo podemos medir la soledad? En general resulta difícil señalar claramente qué consideramos como soledad, y el concepto adquiere una connotación negativa. ¿Somos capaces de diferenciar la soledad de la solitud y el aislamiento? No podemos sentenciar que una persona que vive de forma independiente sea solitaria, de la misma manera tampoco podemos estar seguros de que una mariposa social no se sienta sola al hallarse rodeada de relaciones superficiales.

En los países desarrollados la soledad ha sido catalogada como una epidemia que afecta a jóvenes y ancianos. Personas de todas las edades en Estados Unidos, Reino Unido y Japón reportan sentir que no tienen alguien en quien confiar. Quizás el término epidemia no sea el correcto, porque nos hace pensar en algún tipo de infección; creo que se quiso hacer énfasis en que la soledad es un problema que requiere atención sanitaria, y así quitarle un poco de estigma a la palabra.

En Inglaterra se lanzó en el año 2018 un plan estratégico contra la soledad. Los médicos de familia pueden recetar la asistencia a eventos sociales o la inscripción en un club. Me llamó especialmente la atención el número de veces que se mencionó la palabra “comunidad” en este plan. ¿Qué conceptos se relacionan con la palabra comunidad? A mi me hace pensar inmediatamente en un grupo de individuos con intereses comunes, lo cual deriva en el sentimiento de pertenencia. Tiene perfecto sentido recetar a una persona que se siente alienada que se una a un club de natación o a un grupo de bricolaje. En cuanto sea incluido en aquella hermandad será la propia comunidad la que se encargue de chequear al individuo.

Mi madre vino hace poco a visitarme a Reading y le alarmó profundamente que no conociera a mis vecinos. “¿No hay comunidad de vecinos? ¿No sabes cómo se llaman?”, me preguntó bastante horrorizada. Entendí su sorpresa ya que ella conoce a todas las personas de nuestra cuadra en Lima, compra Inca Kola en la misma bodega desde hace más de 40 años y compra la leche asada en el mismo restaurante desde al menos 20 años. No preguntarle al vecino por sus hijos o no invitarle un lonchecito a la vecina que ha enviudado le parece una gran falta de humanidad. Para su pesar le conté que en las ciudades grandes, con urbanizaciones que parecen dormitorios, no saber si tu vecino vive o se ha mudado era común, porque la mayoría son estudiantes o jóvenes profesionales que trabajan de sol a sol y solo tienen algo de vida social los fines de semana. Son aves de paso.

¿Qué papel juegan los redes sociales en este problema? Qué bien sonaba en los años noventa la idea de usar la red para conectar con personas de todo el mundo. ¿Qué falló? Siento que las clásicas redes sociales nos han alejado porque fomentan la conexión virtual, pero no los encuentros en persona. Curiosamente en los últimos años han aumentado las aplicaciones de citas rápidas de amistad, las de eventos sociales (como meetup) e incluso hay aplicaciones para conocer a tus vecinos. Parece que estamos reaprendiendo a ser seres sociales.

Mientras pensaba en esto recordé que actualmente existe un ensayo clínico que tuvo mucho eco en la prensa a principios de año. "Investigadores de Chicago trabajan en una pastilla para la soledad" titulaba un diario digital. Científicamente todo se puede medir, en el caso de la soledad se calcula el nivel de percepción de aislamiento social. Cuanto mayor sea esta, menor es la síntesis de alopregnanolona y el factor neurotrófico derivado, lo que aumenta el comportamiento depresivo. Esta pastilla, que es una pregnanolona exógena, no es una solución mágica a la sensación de soledad, pero ayudaría al paciente a no estar en un estado de alerta constante y así poder establecer interacciones sociales normales.

Quizás debemos empezar por preguntarnos uno al otro ¿te sientes solo?