Jorge Morelli

Hayek en la ciudad, Keynes en el campo

Una original propuesta para la reactivación económica

Hayek en la ciudad, Keynes en el campo
Jorge Morelli
26 de mayo del 2020


La pandemia va a pasar porque es un fenómeno natural sometido a leyes naturales. Dura 90 días y acá estamos ya en el día 70. Así ha ocurrido en Asia, que lo hizo bien, y en Europa, que lo hizo mal. Las políticas públicas tienen en el proceso un papel relativamente marginal. En la economía, que también es un fenómeno natural, la primera responsabilidad de la política pública es no estorbar el proceso de una recuperación, que ocurre ante todo por sí misma.

El Perú pronto va a ser informal en un 100% por un tiempo. Va a ocurrir, porque el Estado está trabando el reinicio de la economía intentando fallidamente formalizarla. Es algo pueril. Sencillamente la economía le va a pasar al Estado por encima. El Estado no tiene la capacidad ni el deber de intermediar la asignación de los recursos en esta crisis. Lo que necesita es dejar hacer. Incluso dejar de cobrar impuestos por unos meses y destinar parte del programa del 12% o 17% del PBI a invertir con las empresas en una nueva economía.

Hayek y libertad en las ciudades, entonces. Pero Keynes y políticas públicas es lo que necesita el campo.

Afortunadamente, las minas del Perú no están estructuralmente afectadas por la crisis. Han trabajado en la cuarentena. Están en condiciones de asumir con el Estado la responsabilidad principal en un plan masivo de empleo en la Sierra que, a Dios gracias, se ha mantenido aislada de la pandemia. Hoy hace falta un plan Roosevelt-Keynes que eche a andar de nuevo la economía del Perú comenzando desde dentro, por hacer crecer exponencialmente la economía de los Andes. Es la oportunidad de colocar en la economía global dos millones de hectáreas de punas del Perú, con siembra y cosecha de agua y bosques.

Lo está haciendo meritoriamente el Estado hoy en once regiones, pero en escala muy pequeña. Con S/ 36 millones de soles obtiene siete millones de metros cúbicos de agua para 15,000 hectáreas de bosques y cultivos, pagando unos 90,000 jornales. Es una inversión de S/ 2,400 por hectárea. Invertir lo mismo en dos millones de hectáreas costaría menos de S/ 5,000 millones. En cambio, el Estado destina S/ 60,000 millones de soles a mantener a flote a 350,000 empresas que arrastran al fondo con el lastre de reglas imposibles de cumplir cuando debería dejarlas en libertad.

Un plan Keynes masivo para la Sierra, en cambio, costaría la doceava parte, proveería al Perú de 10,000 millones de metros cúbicos de agua, cambiaría la geografía económica nacional para todo el siglo XXI y generaría de inmediato doce millones de jornales. Hay una condición sine qua non, no obstante, para que todo eso sea económica y social y ambientalmente sostenible en el tiempo. Y es la igualdad de oportunidades. Es formalizar la propiedad de la tierra –empezando por la que se encuentra sobre los recursos naturales bloqueados– dándoles papeles que se puedan vender en los mercados de valores del mundo entero.

Porque esa la manera de recrear una atmósfera económica que todo el Perú pueda respirar, en lugar de un reparto de tiendas de oxígeno organizado por el Estado.

Jorge Morelli
26 de mayo del 2020

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