Carlos Adrianzén
Gusanos
A propósito de la reunión del Foro de la APEC en Lima
Es grato comentar una buena noticia para el Perú. A pesar de la cantinflesca resistencia de una serie de países latinoamericanos en declive (donde destaca la roña de un expresidente charro), en pocos días el Perú –no solo su gobierno– estará expuesto globalmente como el anfitrión de la reunión anual 2024 del Foro Asia–Pacífico (APEC). Algo que para los peruanos podría resultar tanto importante, cuanto solamente destacable.
Sobre el Foro
Según su propia página en Internet, el Acuerdo visualiza ser la principal audiencia económica de Asia y el Pacífico. Su objetivo meridiano no es confuso, implica apoyar el crecimiento económico en todos los países de la región de Asia y el Pacífico. Hasta aquí parecería ser otros de esos foros con visiones tan generales como el propiciar una paz galáctica, justiciera y perenne. Pero, en este caso, las cosas distan de ser irrelevantes.
A diferencia de entes como el Mercosur o la CAN, el APEC tiene un sello sugestivo.
Las economías con esta membresía declaran positivamente estar unidas en la tarea de defender el libre comercio y la inversión; dentro de un ambiente abierto, fomentando la cooperación y facilitando un entorno empresarial adecuado.
A primera vista queda claro que la mezcla de intereses asiáticos y norteamericanos obliga a la precisión. Sus iniciativas buscan resultados concretos y el convertir a estos en beneficios tangibles. Esto desde la rúbrica –hace cosa de treinta años– de los Objetivos de Bogor. Pero no se confunda estimado lector.
Hace tres décadas, las tres naciones sudamericanas involucradas en el Foro apostaban a modernizarse. Hoy las cosas han cambiado. Ni en el gobierno de Sheinbaum en México, ni en el de Boric en Chile, ni en el de Boluarte en el Perú –inclinados hacia el socialismo y el mercantilismo– se daría un claro respeto a la tarea fundacional del APEC: defender el libre comercio y la inversión; dentro de un a ambiente abierto, se ser posible, a ultranza. Este es el grupeé latinoamericano en Lima 2024.
Recuperando la perspectiva
El distanciamiento latinoamericano tiene tres peculiaridades. Económicamente hablando el APEC, no solamente implica ser miembro en una audiencia cuyo objetivo es enorme (contribuir a la reducción de la pobreza en las naciones miembros); sino que además implica participar en el cúmulo de naciones –no solo el más importante del planeta, en escala con el 58.0% del producto mundial– sino en uno que, en las últimas dos décadas, ha ganado participación relativa en 6% del PBI mundial (a costa del resto).
Y nótese que esta suerte de Pacman global de protagonismo sostenido (ver figura A), registra detalles. De las 24 naciones miembros, el peso económico viene dado por solo tres: Estados Unidos, Japón y China. Ellos suman grosso modo cuatro quintos del PBI del foro (ver Figura B). Para un país globalmente minúsculo como el Perú –cuyo PBI equivale al 0.2% de la economía global– las posibilidades de aprovechamiento económico son múltiples, crecientes y no políticamente sesgadas o polarizadas.
Un punto clave en estas líneas implica nuestra pequeñez económica. No somos la gran potencia económica del foro. No producimos ni medio punto porcentual de su PBI. Apenas bordeamos el 0.5% de su comercio exterior y un 0.3% de lo que invierte. Pero lo que nos debe llamar la atención es lo poco que convergemos hacia –siquiera– el promedio del foro. A pesar de las diferencias nacionales, nuestro producto por persona se sitúa recurrentemente estático sobre el tercio del producto promedio APEC. Lo cual nos ubica persistentemente entre los pobres del grupo.
El correlato aquí muerde. No nos abrimos suficientemente al comercio y espantamos inversiones. Con toda justicia, somos una de las naciones –de la mano con Chile y México– más económicamente opacas del foro. En el colmo de la vanidad y de la desubicación global, vociferando en un foro creado para profundizar el libre Comercio e Inversión, transitamos al interior de nuestras economías, hacia un socialismo mercantilista suicida. Pero notemos la lección de la Figura C. Formamos parte del ambiente más dinámico del planeta y no lo aprovechamos. ¿Por qué razones?
Pareciéndonos mucho más a la Federación Rusa de Vladimir Putin que a una Australia Democrática (en términos de Corrupción y Separación de Poderes) a nadie le debe sorprender el carácter de nación Error Estadístico en términos de Inversión y Comercio Exterior que los peruanos o mexicanos jugamos dentro del Foro. Nuestro atraso es institucional (ver Figura E). La izquierda latinoamericana en el poder –me refiero a los dos polos, el Centro(izquierda) y la izquierda totalitaria– ha prostituido instituciones a lo Acemoğlu y Robinson.
Con una burocracia sumamente corrupta e incumplidora, las trabas a la inversión y el comercio son parte nuclear de la receta que aplican. No es ineptitud. Es sesgo ideológico. Para estas administraciones el APEC es solo otro Té de Tías. Un escaparate, no un compromiso y un área donde hay que prevalecer compitiendo. Y esto es explicable…
Su supervivencia política requiere que no aprovechemos las oportunidades del APEC.
En español simple, el elemento que posibilitaría al aprovechamiento y mayor contribución peruanos del foro implica tareas que comienzan en casa. Debemos abandonar la receta de la izquierda totalitaria latinoamericana y aspirar a ser democracias sólidas, con muy altas libertades políticas y económicas. Y esto no implica solo un discurso a lo Consenso de Washington. Implica drásticas reformas institucionales en las que el libre mercado es un factor sine qua non. Existe pues una salida del hoyo y del ostracismo actual. Y la conocemos. ¿La tomaremos?
Parafraseando a Enmanuel Kant, si gestionamos la economía como gusanos, no nos sorprendamos de que nos pisen.
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