Iván Arenas

Goyo Santos, la propiedad del subsuelo y las comunidades

Con derechos de propiedad del subsuelo se detendría la minería informal

Goyo Santos, la propiedad del subsuelo y las comunidades
Iván Arenas
11 de abril del 2018

 

En los debates e iniciativas para reducir la conflictividad social alrededor de la minería se despliega la idea de otorgar a las comunidades campesinas la propiedad del subsuelo. La referida idea no es una novedad, porque es defendida con fervor por el liberal hayekiano. No obstante, de alguna manera la sorpresa es que la idea de que sean las comunidades campesinas dueñas del subsuelo la viene agitando en cada mitin nada menos que ¡Goyo Santos! No, estimado lector, no es broma; es Goyo Santos quien defiende el principio del derecho romano de “cujus est solum, ejus est usque ad coelum et ad ínferos” (el dueño del suelo es dueño del cielo y el infierno).

¿Por qué ahora sorprende el mensaje de Goyo sobre la propiedad del subsuelo y por qué el candidato apuesta por esta estrategia? Por una sencilla razón: la tesis de que las comunidades campesinas deben ser propietarias del subsuelo es defendida por el economista liberal y no por un “antiminero” (como a Goyo se le suele calificar). Ahora, ¿por qué entonces el denominado “líder antiminero”, el “comunista”, el autor del “Conga no va” defendería una tesis liberal? ¿No es eso acaso ilógico?

No obstante las propias razones electorales del candidato Santos, quizá exista una aproximación distinta. Con la Constitución de la República, el problema principal era la inexistencia de una sociedad de propietarios incluyente. Por el contrario, el proyecto republicano peruano fue endeble porque la primera base de la ciudadanía —es decir, los derechos civiles (propiedad y contratos)— solo era para unos pocos privilegiados. De allí la existencia de dos países, uno real y otro formal, y de allí también que Mariátegui dijera que el problema del indio era la propiedad de la tierra.

Luego del velascato y la reforma agraria surgió, por primera vez en la historia, una sociedad de propietarios como jamás hubo en la República. Habrá otro momento para juzgar lo positivo y negativo del velascato, pero por ahora es en el subsuelo donde, a través de enormes concesiones, existen nuevas concentraciones. Y de pronto vemos de manera clara la falta de una reforma honesta sobre la propiedad del subsuelo y que de alguna manera trate de solucionar no solo los conflictos sociales, sino que termine la tarea de otorgarle derechos de propiedad a la comunidades campesinas.

¿Goyo defiende una propuesta liberal? No es una salida burguesa, como de alguna manera los teóricos del marxismo ortodoxo sostendrían, sino lo contrario: solo otorgando derechos de propiedad del subsuelo las comunidades podrán elegir de manera libre si negocian con la todopoderosa empresa minera, o si son los propios comuneros quienes desarrollan la minería moderna sin el gatillo del Estado. En todo caso, la informalidad en la minería se detendría si se asignan derechos de propiedad del subsuelo.

En las sociedades más desarrolladas donde se hace minería —como Australia o Canadá—, las comunidades campesinas o nativas son dueñas del suelo, subsuelo y todos los recursos que ellos puedan contener. Es bueno saber que desde la izquierda no caviar y luego del velascato, se rearme una propuesta de redistribución revolucionaria de tal calibre. ¿Ahora digan que Goyo es “antiminero”? ¡No pues!

 

Iván Arenas
11 de abril del 2018

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