Jorge Varela

Fratelli tutti: una encíclica preconocida

El Papa Francisco reflexiona sobre la fraternidad universal

Fratelli tutti: una encíclica preconocida
Jorge Varela
08 de octubre del 2020


Francisco ha redactado su segunda encíclica denominada
Fratelli tutti (Hermanos todos) –después de Laudato si–, en medio de un panorama mundial enrarecido por los efectos dañinos de la pandemia del Covid-19, las consecuencias de los conflictos internacionales y los problemas internos de su propia Iglesia. Desde un enfoque crítico ya conocido por fieles y no fieles, se aborda la fraternidad y la amistad social, “dos polos inseparables y coesenciales” (párrafo 142) en 200 páginas que contienen ocho capítulos y 287 párrafos, exponiendo una particular visión magisterial acerca del individualismo, del populismo, del neoliberalismo y del mercado, entre otros temas. 

Se trata de un documento de inspiración personal y de diseño político, recargado con matices pastorales, que recoge la mejor versión del pensamiento ideológico del actual jefe católico, tamizado con citas decantadas de la doctrina social cristiana. Muchas de sus reflexiones de hoy forman parte de otros escritos y discursos anteriores, en los cuales es factible detectar la inclusión de elementos e ideas que permiten apoyar la redefinición de valores propios del socialismo democrático y populista-cristiano actual. 

La citada encíclica se pronuncia contra el liberalismo económico, las injusticias de determinadas formas de globalización, el racismo, el nacionalismo que recuerda tiempos oscuros, y se extiende sobre la tragedia de los inmigrantes, el derecho de propiedad sobre los bienes comunes, los movimientos populares, el consumismo, e incluso el control de la información por parte de los medios.

En esta oportunidad se resumirán determinados asuntos que permiten una primera reseña de los principales lineamientos del documento mencionado, objetivo que obliga a una transcripción lo más fiel posible de su texto. 

Fraternidad, libertad e igualdad 

La famosa tríada de la revolución francesa es puesta al día, según la óptica de Francisco. De este modo, “la fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales”. “La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad”. Enseguida pregunta: ¿”qué ocurre sin la fraternidad cultivada conscientemente, sin una voluntad política de fraternidad, traducida en una educación para la fraternidad, para el diálogo”?, y responde: “lo que sucede es que la libertad enflaquece, resultando así más una condición de soledad, de pura autonomía para pertenecer a alguien o a algo, o sólo para poseer y disfrutar”. (párrafo 103) “Tampoco la igualdad se logra definiendo en abstracto que ‘todos los seres humanos son iguales’, sino que es el resultado del cultivo consciente y pedagógico de la fraternidad”. (párrafo 104)

Individualismo radical y consumista

“El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de los intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad” (párrafo 105). “El individualismo indiferente y despiadado en el que hemos caído, ¿no es también resultado de la pereza para buscar los valores más altos, que vayan más allá de las necesidades circunstanciales?” (párrafo 209). Su conclusión es que “el individualismo radical es el virus más difícil de vencer. Engaña. Nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando ambiciones y seguridades individuales pudiéramos construir el bien común” (párrafo 105). (El término ‘bien común’ aparece inscrito explícitamente 29 veces en esta encíclica, a las que hay que sumar otras referencias al ‘bien de todos’)

Agrega que “el individualismo consumista provoca mucho atropello”. “Los demás se convierten en meros obstáculos para la propia tranquilidad placentera. Entonces se los termina tratando como molestias y la agresividad crece. Esto se acentúa y llega a niveles exasperantes en épocas de crisis, en situaciones catastróficas, en momentos difíciles donde sale a plena luz el espíritu del ‘sálvese quien pueda’” (párrafo 222). 

Limitaciones del mercado 

Francisco señala que “la fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado”; “el mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal”. “Por otra parte, sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica” (párrafo 168).

“El derecho de algunos a la libertad de empresa o de mercado no puede estar por encima de los derechos de los pueblos, ni de la dignidad de los pobres, ni tampoco del respeto al medio ambiente, puesto que ‘quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos’. (párrafo 122)

El derecho de propiedad privada, un derecho natural secundario

Afirma que “la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. El principio del uso común de los bienes creados para todos es el ‘primer principio de todo el ordenamiento ético-social’, es un derecho natural, originario y prioritario. Todos los demás derechos sobre los bienes necesarios para la realización integral de las personas, incluidos el de la propiedad privada y cualquier otro, ‘no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización’, como afirmaba san Pablo VI. El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica”. (párrafo 120)

“Siempre, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso”. (párrafo 123) “Esto se fundamenta en el sentido positivo que tiene el derecho de propiedad: cuido y cultivo algo que poseo, de manera que pueda ser un aporte al bien de todos”. (párrafo 143)

El populismo insano y la categoría pueblo

“La pretensión de instalar el populismo como clave de lectura de la realidad social”, tiene una debilidad: “ignora la legitimidad de la noción de pueblo”. “El intento por hacer desaparecer del lenguaje esta categoría podría llevar a eliminar la misma palabra ‘democracia’ -es decir: el ‘gobierno del pueblo’-“, sostiene Francisco. “La realidad es que hay fenómenos sociales que articulan a las mayorías, que existen megatendencias y búsquedas comunitarias. También que se puede pensar en objetivos comunes, más allá de las diferencias, para conformar un proyecto común”. “Todo esto se encuentra expresado en el sustantivo “pueblo” y en el adjetivo “popular”. Si no se incluyen -junto con una sólida crítica a la demagogia- se estaría renunciando a un aspecto fundamental de la realidad social”. (párrafo 157)

El “Pueblo no es una categoría lógica, ni una categoría mística, si lo entendemos en el sentido de que todo lo que hace el pueblo es bueno, o en el sentido de que el pueblo sea una categoría angelical. Es una categoría mítica”. “La palabra pueblo tiene algo más que no se puede explicar de manera lógica. Ser parte de un pueblo es formar parte de una identidad común, hecha de lazos sociales y culturales. Y esto no es algo automático, sino todo lo contrario: es un proceso lento, difícil... hacia un proyecto común”. (párrafo 158)

“Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo” “y las grandes tendencias de una sociedad. El servicio que prestan, aglutinando y conduciendo, puede ser la base para un proyecto duradero de transformación y crecimiento, que implica también la capacidad de ceder lugar a otros en pos del bien común. Pero deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder”. (Párrafo 159) (En este párrafo subyace nítidamente una justificación subjetiva de su singular comportamiento populista)

“Los grupos populistas cerrados desfiguran la palabra ‘pueblo’, puesto que en realidad no hablan de un verdadero pueblo. En efecto, la categoría de ‘pueblo' es abierta. Un pueblo vivo, dinámico y con futuro es el que está abierto permanentemente a nuevas síntesis incorporando al diferente”. (párrafo 160)

“La categoría de pueblo, que incorpora una valoración positiva de los lazos comunitarios y culturales, suele ser rechazada por las visiones liberales individualistas, donde la sociedad es considerada una mera suma de intereses que coexisten”. “En ciertos contextos, es frecuente acusar de populistas a todos los que defiendan los derechos de los más débiles de la sociedad. Para estas visiones, la categoría de pueblo es una mitificación de algo que en realidad no existe. Sin embargo, aquí se crea una polarización innecesaria, ya que ni la idea de pueblo ni la de prójimo son categorías puramente míticas o románticas que excluyan o desprecien la organización social, la ciencia y las instituciones de la sociedad civil”. (párrafo 163)

Los movimientos populares y la participación 

“En ciertas visiones economicistas cerradas y monocromáticas, no parecen tener lugar” “los movimientos populares que aglutinan a desocupados, trabajadores precarios e informales y a tantos otros”. “Estos gestan variadas formas de economía popular y de producción comunitaria”. “Hace falta pensar en la participación social, política y económica de tal manera ‘que incluya a los movimientos populares y anime las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común’ y a su vez es bueno promover que ‘estos movimientos, estas experiencias de solidaridad que crecen desde abajo, desde el subsuelo del planeta, confluyan, estén más coordinadas, se vayan encontrando’”. “Pero sin traicionar su estilo característico, porque ellos ‘son sembradores de cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones” “encadenadas creativamente, como en una poesía’”. “Son ‘poetas sociales’, que trabajan, proponen, promueven y liberan a su modo. Con ellos será posible un desarrollo humano integral, que implica superar ‘esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos’”. ”Aunque molesten”, “hay que tener la valentía de reconocer que sin ellos ‘la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino’”. (párrafo 169)

La solidaridad como valor y su significado ético-político

La “solidaridad” “expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”. “Es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero”. “La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares’” (párrafo 116).

“La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás”. “El servicio es ‘en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo’”. “El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la ‘padece’ y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas” (párrafo 115).

Francisco destaca que “la solidaridad”, “como virtud moral y actitud social, fruto de la conversión personal, exige el compromiso de todos aquellos que tienen responsabilidades educativas y formativas”. “Los valores de la libertad, del respeto recíproco y de la solidaridad se transmiten desde la más tierna infancia” (párrafo 114).

A modo de corolario breve 

Es preciso señalar que en este primer acercamiento a “Fratelli tutti” no se pretende, de ninguna manera, agotar su estudio crítico. Ello sería pretensioso. Ya habrá ocasión para desmenuzar sus enfoques respecto de: el bien común mundial, el universalismo y la globalización, los derechos humanos, la guerra mundial en etapas, la violencia, la ONU, el totalitarismo moderno, el racismo, el indigenismo cerrado; y comentar diversos contenidos valóricos trascendentes como: la verdad, el relativismo, la justicia, la caridad social, la reconciliación personal, el perdón, la memoria, el olvido, la amabilidad, la ternura. Se detecta sí, un escaso tratamiento de la posición de la iglesia católica en relación con la conducta moral de sus miembros y la tragedia de los menores víctimas de las tropelías de éstos, -para no decir omisión-, y se verifica además la ausencia de un análisis específico y profundo dedicado al rol de la mujer en el mundo contemporáneo. Si la intención era abarcar el espacio ancho de la fraternidad universal, este era el momento para hacerlo.

Estamos, sin duda, ante una encíclica emanada de una postura próxima a la visión de un mundo que padece de insuficiencias en su desarrollo y crecimiento, escrita por quien inspiró y redactó el documento episcopal de “Aparecida”. Esta inspiración así inoculada que proviene de un lado, nos ha hecho recordar algunos versos de la canción “Al lado del camino” del compositor argentino Fito Páez, que dicen: 

En tiempos donde nadie escucha a nadie 
En tiempos donde todos contra todos
En tiempos egoístas y mezquinos
En tiempos donde siempre estamos solos
Habrá que declararse incompetente
En todas las materias de mercado
Habrá que declararse un inocente
O habrá que ser abyecto y desalmado.
Al lado del camino
Es más entretenido y más barato.
Al lado del camino

Jorge Varela
08 de octubre del 2020

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