Manuel Gago

Falta de oxígeno marca al Gobierno

Por razones políticas no aceptó donaciones

Falta de oxígeno marca al Gobierno
Manuel Gago
26 de julio del 2020


La pandemia del coronavirus desnudó la vocación obstruccionista de ciertas autoridades locales y nacionales. Bloquearon la donación de oxígeno de la compañía Southern por razones políticas. Y dejaron morir a las personas por la falta de oxígeno, para oponerse a las inversiones privadas y al libre mercado.

Según señala Arturo Berastain, del colectivo Metalurgia Covid-19, desde mayo pasado Southern “puso a disposición del Gobierno 20,000 toneladas de oxígeno líquido semanales”. Por su lado, los representantes de Metalurgia Covid-19 difunden desde mayo la capacidad instalada de oxígeno nacional: Southern Perú, refinería Cajamarquilla, Centro Metalúrgico La Oroya, Industrias Cachimayo, Siderperú, entre otras. El 8 de junio el colectivo se reunió con el ex premier Vicente Zeballos y pusieron a las órdenes del Ejecutivo 80 profesionales, entre médicos e ingenieros, del colectivo. En la reunión aseguraron que en menos de quince días iniciaría la producción de las plantas generadoras de oxígeno de la fundición de La Oroya. No obstante los esfuerzos por salvar vidas no tuvieron respuesta del ex premier. El Ejecutivo decidió importar oxígeno en lugar de incluir al sector privado en la lucha contra el virus chino. Por Berastein sabemos que “desde el 11 de abril, Industria Cachimayo (fabricante de nitrato de amonio y productos derivados, en Cusco) también ofrece donar oxígeno, sin respuesta del Ejecutivo”. 

Por el almirante Jorge Montoya, ex jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas sabemos que “en situación de emergencia, el Estado acude al sector privado para conseguir todos los recursos disponibles para contrarrestar al enemigo. Los recursos se obtienen mediante donación, transferencia o incautación”. Desde el comienzo del estado de emergencia las autoridades impidieron la participación de manera orgánica del sector privado y de las Fuerzas Armadas en la estrategia contra del virus chino. No obstante, después de más de cuatro meses de estado de emergencia, con resultados terribles para la sociedad y economía, Martín Vizcarra, presidente de la República, hace un giro en la conducción de su Gobierno nombrando a Pedro Cateriano como primer ministro. Deja de lado a los marxistas Zeballos, Zamora y otros por el liberal Cateriano y su equipo ministerial. La tarea ardua es detener el número de personas fallecidas por Covid-19 y reactivar el desarrollo de la economía.

No es posible que las personas tengan que organizarse por su cuenta para hacerse cargo de las responsabilidades abandonadas por el Gobierno. En Loreto, el sacerdote Raymundo Portillo fue el primero en dar el ejemplo. Le demostró al país lo expeditivas que deberían ser las autoridades públicas. El sacerdote logró recaudar más de S/ 1.5 millones para comprar una planta oxígeno para abastecer 50 balones diarios. Lo mismo hacen ahora monseñor Pedro Barreto en Huancayo y el sacerdote David Samaniego de la parroquia de Santa María de Nieva, en la provincia de Condorcanqui (Amazonas). Tampoco es posible que dirigentes vinculados al comunismo exijan a las inversiones privadas bonos de solidaridad, desviando los fondos acordados para ejecutar proyectos de largo alcance en beneficio de las comunidades. En la provincia de Espinar en Cusco, los autodenominados dirigentes exigen a la minera Glencore-Antapaccay la entrega de S/ 1,000 para cada poblador, pero no aceptan la reactivación de los comedores populares y la distribución de alimentos, medicinas y equipos de seguridad. Tampoco aceptan la activación de los proyectos de inversión que generan empleo, ni los créditos sin intereses para la pequeña y mediana empresa. No quieren eso. Lo que quieren es generar conflicto para detener la producción de cobre en el país. Quieren pulverizar el dinero de las obras para gastarlo en consumo. 

Mientras unos peruanos de buena fe hacen esfuerzos para mostrar posibilidades contra la pandemia, con el apoyo de todos los sectores nacionales, otros dan portazos en la cara. Mientras la población dona lo poco que tiene por sus semejantes, otros exigen S/ 30 millones para gastarlos de la noche a la mañana, paralizando proyectos de largo alcance relacionados con la educación, salud y economía (agricultura, ganadería, pesca artesanas, entre otros). 

¿Felices Fiestas Patrias? ¿En el Bicentenario tendremos algo que celebrar?

Manuel Gago
26 de julio del 2020

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