¿Estamos en recesión?

La caída del PBI en la primera mitad del 2023 ha encendido la discusión y las alarmas entre los expertos respecto a si la economía peruana se encuentra en recesión. Técnicamente se considera recesión cuando el PBI se contrae por dos trimestres consecutivos. Sin embargo, para identificar situaciones tan extremas se debería utilizar indicadores que vayan más allá de la contracción del PBI, como el empleo o los ingresos laborales. Según los críticos, el problema no es el PIB en sí mismo, sino el poder supremo que se le ha dado para reflejar el éxito o el fracaso de un país. Coincidimos con los críticos cuando sostienen que se debe poner fin a la dictadura del PIB; o como bien señala el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, al "fetichismo del PIB".

La reciente pandemia de covid-19 impactó enormemente la economía de todos los países, generando mayor desempleo, cierre de empresas, reducción de los salarios, y mayores niveles de deuda por la incapacidad de muchas personas de hacer frente a sus pagos. En nuestro país, a los efectos de la pandemia, se añadieron los conflictos sociales y la inestabilidad política. Pese al crecimiento de la minería, la inversión privada se contrajo como resultado de la menor confianza empresarial.

Más allá de la discusión sobre si nos encontramos en recesión económica, el débil o nulo crecimiento de la economía constituye una alerta si el objetivo es reducir los índices de pobreza, que en el 2022 alcanzó al 27.5 %. Hoy hay más de un millón de peruanos pobres que hace una década.

¿Qué hacer para salir de la crisis? En principio, toda economía tiene cuatro motores: el consumo privado, el gasto público, la inversión privada y las exportaciones. Se deben fomentar las políticas de gasto público, pero no de cualquier manera. Lo ideal es que este gasto público sea productivo a largo plazo y genere mejoras competitivas (por ejemplo, gastando en infraestructuras tecnológicas). Ello sin olvidar que se tiene que dar un escenario de confianza para que el sector privado genere empleos sostenibles y no tantos autoempleos.

En esa línea, es necesario promover la inversión y corregir las distorsiones regulatorias que impiden a la población acceder a más y mejores empleos. No olvidemos que otro factor principal son las expectativas pues nadie invierte si cree que va a perder.

Hay mucho por hacer. Nuestra apuesta seguirá siendo el impulso de la inversión privada para retomar el crecimiento, generar más empleo y, por tanto, que haya una mayor recaudación tributaria. Mientras tanto, urge que el Ejecutivo y el Legislativo establezcan líneas de acción con la finalidad que el Perú recupere la senda del crecimiento y el liderazgo que alguna vez tuvo en América Latina. Por ejemplo, atender iniciativas como la planteada por Enrique Cornejo, de concretar un pacto por el empleo y la inversión. Nuestros gobernantes enfrentan el gran reto de ponerse de acuerdo para llegar a consensos mínimos para que nuestro país no se convierta en un Estado fallido.