Daniel Córdova

¿Es posible una revolución social sin más déficit fiscal?

¿Es posible una revolución social sin más déficit fiscal?
Daniel Córdova
03 de agosto del 2016

Con voluntad política, capacidad de gestión e inversión privada

En una reunión con amigos médicos me consultaron si “las reservas internacionales” permitían que el Estado impulse la “revolución social”, de acuerdo a la visión que expuso el presidente Kuczynski en su discurso de 28 de julio. Lo primero que hice, como corresponde, fue aclarar que el ahorro del Estado nada tiene que ver con dichas reservas. Que en todo caso, de requerirse echar mano a un eventual déficit fiscal, sería necesario utilizar el Fondo de Estabilización Fiscal (existen reglas para hacerlo) o generar endeudamiento público.

No obstante, a la pregunta de fondo respondimos contundentemente: para impulsar la revolución social según PPK, no es necesario echar mano a muchos fondos. Lo que se necesita es, además de la voluntad política y un mensaje con mística que cale en la población, innovar en la atracción de inversiones en infraestructura y servicios públicos.

Las discusiones sobre si se baja o no el IGV no solo son anodinas, también resultan intrascendentes. Y es que existe en el imaginario popular un conjunto de creencias de las que es difícil deshacerse para entender el desarrollo económico. En esencia, se trata de considerar que la mejora en los servicios públicos debe ser consecuencia la redistribución del ingreso. Y es el Estado, dirigido por un grupo de “sabios elegidos”, el llamado a diseñar dicha redistribución. Así, si quiere mejorar la infraestructura, el Estado debe invertir más; si se quiere derrotar la pobreza, el Estado debe gastar más en programas sociales. Y si se quiere mejor salud y educación, es cuestión de que se invierta más en ello; y así sucesivamente.

No obstante, como los peruanos ya hemos aprendido que el Estado no puede pasarse alegremente con déficit fiscales, la pregunta de los médicos se cae de madura: ¿si la lógica dice hay que meterle fondos a lo que queremos que mejore, entonces de donde vamos a sacar la plata?

El ejemplo del agua y saneamiento, que es prioridad para este gobierno, no puede ser más ilustrativo. Es una verdad de Perogrullo para quienes conocen del funcionamiento de las empresas de agua y saneamiento, que la gestión privada es más eficiente para dotar de agua a la gente que hoy la compra en camiones cisternas. Hasta el agua y saneamiento de La Habana, Cuba, están gestionados por una empresa española, Aguas de Barcelona. El ministro Von Hesse, en el gobierno anterior, intentó hacer algo al respecto: intervenir las empresas de saneamiento con problemas de sostenibilidad. Pero no pudo implementar la norma.

¿Qué se necesita entonces? Ganar la batalla política para que los ciudadanos mismos reclamen que se les solucione el problema del agua, sin importar que sea una gestión pública o privada. Terminar con los reparos ideológicos en contra del sector privado, poniendo por delante la necesidad social y no la creencia errada que considera que solo el gasto estatal salvará al Perú.

Lo mismo sucede con la inversión minera. A nadie informado le cabe la menor duda de que proyectos como Tía María son limpios ambientalmente y generarán riqueza para el Perú. Y que para sacarlos adelante no se necesita un cobre del sector público. Solo voluntad política y capacidad de gestión.

La revolución social de PPK no necesita, pues, de cambios tributarios ni de más gasto fiscal. Lo que se necesita es darle un sentido político a la iniciativa, fortalecer el acertado discurso de unión y desarrollo. Un ejercicio cotidiano; pero nada fácil, como hemos podido apreciar en los últimos días.

 

Daniel Córdova

 
Daniel Córdova
03 de agosto del 2016

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