Guillermo De Vivanco

El señorito satisfecho

Despierten, jóvenes: su inacción les va a costar su futuro

El señorito satisfecho
Guillermo De Vivanco
08 de noviembre del 2022


¡Qué notoria fue la ausencia de la juventud en la marcha del sábado 5!. ¿Acaso no son ellos las principales víctimas de un gobierno corrupto y comunista que les está robando su futuro? ¿O somos los padres y abuelos los llamados a defenderlos? Pareciera que se impuso la frivolidad, la flojera o el conformismo, antes que el compromiso con el futuro, con la defensa de la libertad, y el amor a la patria.

A los jóvenes peruanos no les llama la atención ver a millones de jóvenes venezolanos caminar con bebés y niños miles de kilómetros para escapar de una dictadura nefasta y asesina. No se han enterado que Cuba fue secuestrada por la mafia comunista, con su mensaje reivindicativo e igualitario, y que hoy su sociedad vive en la indigencia. O que los jóvenes chilenos crecieron en un país que iba camino a convertirse en una sociedad desarrollada; sin embargo, incendiaron Santiago aspirando a convertirse en Cuba, Venezuela o Nicaragua.

Es cierto que un país sin memoria puede volver a repetir los errores del pasado. Tal parece nuestro caso, en el que una sociedad sin cultura carece del discernimiento necesario para valorar y distinguir el embuste de la realidad. Esta juventud ausente, y que me disculpen las excepciones, ha crecido escuchando que en el Perú se libró un conflicto armado entre los “guerrilleros” y las fuerzas armadas, honrando a la banda de asesinos con un museo que igualó al criminal con los valientes peruanos que pusieron la cara para defender la libertad. 

Han pasado más de 25 años desde que un grupo de valerosos comandos liberaron a los rehenes de la embajada de Japón. Hoy esos comandos vienen siendo perseguidos y denigrados por los asaltantes que ostentan el poder en complicidad con la izquierda y una prensa obsecuente. A los millones de peruanos emprendedores, católicos y provida los denominaron “extrema derecha”, y crearon un estigma de vergüenza a todo aquel que genera riqueza y paga sus impuestos.

Hay una cultura de odio y resentimiento, creada con una narrativa engañosa. El parásito social, que vive de la envidia, no reconoce que en un siglo la humanidad pasó de tener un 95% de pobreza a sólo un 5%. Hoy en día un ciudadano de clase media tiene un nivel de vida muy superior a los monarcas europeos del pasado, y los derechos humanos y la violencia han descendido enormemente desde el final de las guerras mundiales.

La economía enterró al comunismo con el triunfo del libre mercado. El sistema capitalista es el único que vela y defiende los derechos individuales. La utopía comunista pretende que no existan desigualdades, que el éxito no sea consecuencia de la lucha, del esfuerzo o del mérito, sino un derecho dado por el Estado. Bajo esta premisa estaría prohibido que existan “Messis” y que estos ganaran más que un jugador mediocre.

El Perú es un territorio con inmensas riquezas; sin embargo tenemos una clase política desacreditada que actualmente, con este gobierno, tien la peor gestión pública de su historia. Despierten, jóvenes dormidos. Su inacción les va a costar su futuro. ¿Es tan difícil enterarse del resultado que nos dejó la experiencia comunista del velascato? Los peruanos mayores hemos vivido bajo ese régimen, en el que el estado se consideró más capaz que el sector privado.

Si no se enteraron de lo que es el estatismo, socialismo o comunismos fíjense en las dos empresas que no se privatizaron, que quedaron como referentes de cómo no se debe gerenciar una empresa: Sedapal y Petroperú, enclaves de corrupción e ineficiencia que albergan en su mayoría a parásitos chupa sangre. Si diez millones de peruanos no tienen agua y si pagamos la gasolina más cara del mundo es porque ambas empresas son públicas; es decir, propiedad de nadie, aunque si nos pertenecen sus inmensas deudas que todos tendremos que pagar.

Una juventud comprometida con su futuro debe prepararse para defender la democracia y la libertad. Y a hacerlo con coraje y valor, todos los días y en todas las circunstancias.

Guillermo De Vivanco
08 de noviembre del 2022

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