Rocío Valverde

El principio saltarín

Novedosa estrategia para ascender laboralmente

El principio saltarín
Rocío Valverde
19 de mayo del 2019

 

Hace unos años estaba sentada frente a mi supervisora, una de las primeras managers que he tenido. Luego de pasar meses encargándome de una gran cantidad de ensayos clínicos en Europa y (por el huso horario) quitándome horas de sueño para apoyar a un par de ensayos en Canadá y Estados Unidos, decidí que era hora de poner mis cartas sobre la mesa, literalmente.

Como un tierno carnerito que recién había aprendido a caminar entré a su oficina y puse frente a ella las responsabilidades del rol que ocupaba y las responsabilidades del rol superior. Me parecía un asunto casi quirúrgico, pues cumplía todos los requerimientos: había pasado el tiempo mínimo necesario en la compañía para un ascenso y, como una buena chancona, me había ganado mis estrellitas en la frente enseñándole a los nuevos empleados los aspectos básicos de los ensayos clínicos. No sabía que saldría de esa reunión despiezada como un corderito lechal listo para la cena de navidad.

El primer aspecto en ser troceado fue la meritocracia. Aunque bien era cierto que había superado todas las expectativas, la empresa se había dado cuenta de que no había promovido a empleados que se lo merecían en años anteriores y tenían que remediarlo inmediatamente. Yo podía convertirme en la persona ignorada el siguiente año y así ascender por rectificación.

El segundo aspecto fueron las relaciones sociales. Si bien había trabajado muchísimo y sacado adelante los proyectos, resulta que me había olvidado de ir de rato en rato a cotorrear con las personas que tienen poder. No les había preguntado por sus hijos, qué habían traído de almuerzo y qué tal sus vacaciones en Suiza. En esto mi jefa llevaba la razón, por afinidad yo me había relacionado con la prole y no con la realeza.

La matanza acabó con mi supervisora contándome acerca del principio, que llamaré, “saltarín”. Ignoro si existe ya un término acuñado. Quería darme un consejo y me dijo, muy orgullosa de su viveza criolla, que ella había llegado al puesto de supervisora siendo tan joven porque había cambiado muchas veces de trabajo. Me advirtió que la única desventaja de este principio era que luego de saltar unas tres veces tenías que quedarte en esa empresa unos cuantos años contra viento y marea o corrías el riesgo de que tu próximo empleador viera tu CV y piense que eres un trabajador desleal. En el momento en el que eres descubierta se termina tu carrera de salto olímpico.

Había encontrado el eslabón entre el principio de Peter y el principio de Dilbert. El primero explica que todo empleado asciende en la misma empresa por meritocracia enfocada en el logro de milestones hasta llegar a su nivel de incompetencia. El segundo cree que las compañías tienden a ascender a personas incompetentes a cargos directivos para sacarlos de la línea de trabajo y de este modo limitar el daño que pueden causar a la empresa.

Sin embargo, en su afán de no crear peters, los directivos que desprecian a los dilberts tienden a contratar a saltarines. En el principio saltarín las personas poco competentes, pero con gran don de gentes cambian de empresa constantemente logrando al mismo tiempo mejorar su título. En el papel parece un gran hazaña el haber ascendido de asistente a jefe de equipo en 2 años. Un saltarín es contratado por un deslumbrado directivo que solo augura resultados positivos.

A los pocos meses la incompetencia del saltarín es expuesta diariamente en su actual empleo. Los frustrados empleados competentes se sienten menospreciados al ver que el directivo contrató a un saltarín. Ignoran que en su psicosis el directivo quiso evitarles la metamorfosis a peters.

El saltarín ha llegado a su límite de saltos y no puede moverse. ¿Le dará alguien un empujón? Para el asombro de todos, incluyendo al propio saltarín, este se mantiene en su puesto pues echarlo significaría admitir que el directivo cometió un gran error de juicio. En este escenario sufren todos, el directivo, el saltarín, los empleados competentes y la línea de trabajo.

¿A cuántos saltarines pueden identificar? Tomen en cuenta este principio a la hora de hacer contrataciones.

 

Rocío Valverde
19 de mayo del 2019

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