Manuel Gago

El mono baila por la plata

El mono baila por la plata
Manuel Gago
07 de diciembre del 2015

La campaña como competencia en el canje de regalos por votos

A Vladimir Cerrón, anterior presidente de la región Junín, se le preguntó que si en cuatro años no pudo culminar el puente Comuneros, al sur del valle del Mantaro, ¿qué garantiza que de ser presidente de la república pueda dar solución oportuna y eficaz a tantos problemas nacionales? Pregunta parecida se le hizo a César Acuña, que si en tantos años que tienen sus universidades no ha logrado ubicarlas entre la mejores del país, ¿qué nos indicaría que, de ganar las elecciones, pueda reducir los altos índices de delincuencia, informalidad y pobreza, y que pueda al mismo tiempo construir infraestructura productiva para que más peruanos salgan adelante por sus propios esfuerzos?

Mientras el Partido Aprista creía en el sólido norte como su bastión irreductible, con discursos políticos e ideológicos, César Acuña se ganaba a la población regalando televisores, artefactos y becas para su universidad. “Con la plata baila el mono” es lo que estaría sucediendo.

Lo que dice y siente la gente no garantiza renovación política. Si está furiosa y frustrada no significa que un gran cambio llegará pronto. Una cosa son sus deseos y otra lo que hace. Los votos serán consecuencia de millonarias inversiones en publicidad y en regalos.

Mario Canzio del Frente Amplio ha dicho: “competencia de capitales y no de capacidades.”

Si César Acuña habría “invertido” 30 millones de soles para hacerse gobernador de La Libertad, se calcula que con esa raza que exhibe, gastará mucho más para la presidencia nacional. Así, los candidatos en condición de “aguja” perderán la competencia, no podrán igualar los metros cuadrados de paredes, piedras, árboles y animales que se pintan con la A. Se perdería por Knock Out. Las billeteras ajadas serán vergüenza porque la gente por lo menos quiere almanaque, gorrito, polo y kilo de abarrote. Quiere tomarle foto a su voto para luego reclamar el dinero ofrecido, quiere pachamanca, patasca o caldo de gallina antes de la votación. Quiere diez soles en caja de fósforo.

Ya dijo un dirigente: “…date algo para el chocolate y anunciaremos tu nombre…”. Ya dijo un niño en Chupaca: “… tráete juguetes para navidad y tendrás los votos de mis papás...” Ósea, los pánfilos que creen en ideas y renovación, estarían destinados a inmolarse, a morir de pie porque las convicciones no se negocian.

Acuña contrata locales de campaña en el centro de toda localidad. Decenas de militantes reparten grandiosos almanaques. La imagen de otro “cholo como tú” está en bodegas y mercados luciendo a quien sería su futura fuente de frustración y furia.

Quien convirtió a sus alumnos en clientes, no cree en la educación como fuente de progreso. Quien habla de “raza diferente”, excluye, ocultaría un resentimiento peligroso para toda unidad. Quien se jacta ser autodidacta por no leer, por la boca muere en este mundo de conocimientos. Quien en su condición de profesor obtiene ventajas nada decorosas de sus estudiantes es, por decir lo menos, un abusador.

Si según las encuestas, alrededor del 40% de la población espera rostros frescos, ideas y prácticas políticas nuevas, no sabemos si esos rostros nuevos seguirán esa dinámica política que vuelve pedigüeño al país, que espera un regalo por simpatías. Si no hay juguete no hay votos.

Si cree en rostros nuevos, defiéndalos con firmeza hoy. Si no lo hace será cómplice de su desgracia.  

Por: Manuel Gago

Manuel Gago
07 de diciembre del 2015

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