Jorge Varela

El modelo chileno a ocho meses del colapso

Tratando de reivindicar el rol de la política

El modelo chileno a ocho meses del colapso
Jorge Varela
10 de junio del 2020


“Lo que sucede en Chile obedece a un colapso político más que a un cuestionamiento del modelo neoliberal o al agotamiento de la estrategia económica implementada”, ha escrito Carolina Tohá, cientista política, exministra de Estado del primer Gobierno de Michelle Bachelet. “Más que una crisis del modelo neoliberal, esto es un cambio de era, una transición mayor”; es decir, algo difícil de ponderar en toda su proyección.

A partir de lo anterior se ha abierto una ventana para que Chile se desprenda de sus herencias neoliberales y reformule su modelo de desarrollo; pero a juicio de Tohá, “lo que produjo la ruptura (en octubre de 2019) y colmó la paciencia fue la desesperanza en que el proceso político pudiese ser eficaz para procesar los reclamos” (artículo “Chile o el vértigo del futuro”. Revista Nueva Sociedad. Nº 286, marzo-abril de 2020). Según ella, la “oferta (noeliberal) existía mezclada con otros elementos en un híbrido muy particular”. Y es que este híbrido, y no la pura herencia neoliberal, ha constituido hasta ahora el tan criticado ‘modelo’. 

Fragmentación progresista y transición hacia otra era

“Así como algunos han dicho que el movimiento chileno (de octubre) es el primer levantamiento contra el neoliberalismo, otros creen que es la máxima expresión del neoliberalismo mismo... O puede terminar siendo ambas cosas”. Lo cierto, como piensa Tohá, es que “se ha puesto en jaque una forma de resolver los problemas de la sociedad donde lo desafiado no son solamente los rasgos neoliberales del sistema, sino también la forma en que el progresismo critica sus defectos sin atreverse a levantar una alternativa real”, acordada dentro de las fronteras de dicho sector y que cuente con la adhesión de una parte relevante del movimiento social. “La crisis de Chile es en gran medida la consecuencia de la fragmentación del campo no neoliberal”, (experiencias centro-izquierdistas de los conglomerados Concertación, Nueva Mayoría y sectores radicalizados).

Más adelante Tohá expone: “Chile será más neoliberal que otros, pero la fuerza de esa ideología y su resistencia… no son algo solo chileno ni adjudicable exclusivamente a la herencia pinochetista, sino también a la falta de alternativas desde la vereda progresista. Lo que ha hecho explotar a Chile es la incapacidad del sistema político de destrabar los debates que no tenían una salida en el marco de la institucionalidad vigente”. “Lo que se (ha venido) abajo del modelo chileno no es solo su neoliberalismo, sino una forma de lidiar con él desde la política progresista” (“Chile o el vértigo del futuro”).

Sociedad individualista y consumista, carente de relato

Un segundo nudo consiste en la desconexión de la esfera política con la sociedad que emergió tras 30 años de cambios, económicos, sociales, culturales. “La sociedad que se ha volcado a las calles en estos meses tiene un reclamo de izquierda, pero se encuentra lejos de las soluciones levantadas por ese sector”. “Es una sociedad exigente que no está dispuesta a ser abusada, pero individualista”, renuente a aceptar su integración a sistemas redistributivos. Vocifera contra los abusos del mercado pero es consumista, reclama por beneficios sociales pero los entiende como prerrogativas individuales y no como derechos compartidos. A modo de ejemplo, en medio del actual debate previsional se ha conocido que una amplia mayoría de quienes cotizan a las Administradoras de Fondos de Pensiones no está de acuerdo con destinar sus ahorros a cuentas colectivas redistributivas (solidarias), sino que prefiere mantenerlos en su respectiva cuenta individual.

En consecuencia, como expresa Tohá, “es un espejismo interpretar el malestar ciudadano con discursos que reafirman consignas de izquierda y sin hacer el menor esfuerzo por entender la identidad de los chilenos de hoy, cuya mentalidad, cultura, valores y prioridades son algo por descifrar”. “Construir un relato político democrático y progresista para el Chile actual es una tarea que está inconclusa”. Antes de esta constatación, el rector universitario Carlos Peña, al referirse a la marcha multitudinaria del 18 de octubre, escribió que “no había en ella ni una dirigencia orgánica que la condujera, ni programa ideológico o reivindicativo que orientara sus peticiones”. Citando a Ortega y Gasset, señaló: “no sabemos lo que nos pasa y eso es justamente lo que nos pasa”. (Prólogo de su libro Pensar el malestar).

Regeneración institucional, recambio dirigencial y marco fundamental de reformas 

Para Carolina Tohá “no existe otra solución que una regeneración del tejido institucional bajo el marco de una nueva Constitución” que refleje un verdadero pacto social, y “un fuerte recambio dirigencial” a nivel político y social. “Pero ese paso estará necesariamente mediado por la política existente”. De lo contrario, se tendría que realizar por una vía de naturaleza insurreccional que produjera el colapso del sistema político. “Si ese colapso llegare a suceder, lo que tendremos es lo que han tenido todos los procesos que recorren ese camino: reducción del campo democrático, espacio para aventuras autoritarias y altos riesgos de contrarreforma”. 

“El reto (político-social) es gigantesco y puede parecer abrumador”. Si no se alcanzare un acuerdo para suscribir un marco de reformas fundamentales, todo el proceso constituyente estará asediado por la desconfianza y por la presión para resolver esas materias que debieran ser objeto de una sede diferente. Se trata de un paquete de reformas en materias como previsión, salud y policías, incluyendo un pacto (tributario) de justicia fiscal que las habilite. A estas alturas “nadie niega que la función del Estado en la garantía de los derechos sociales básicos debiera fortalecerse y hacerse de manera que su financiamiento se provea a través de un sistema tributario que contribuya a reducir las desigualdades”, aumentando la recaudación y progresividad. 

Es más, en Chile la reforma previsional ya se está debatiendo y se ha abierto espacio para nuevos ordenamientos y regulaciones. En salud hay piso para establecer un seguro universal que supere la existencia de dos sistemas distintos, uno público y otro privado. “Respecto a las policías”,…se hace necesaria también “una reforma profunda y el establecimiento de un verdadero control civil como no lo ha habido desde la recuperación de la democracia”. (Chile o el vértigo del futuro).

Laboratorio para innovación de la acción política

“La pieza que falta es un laboratorio de innovación para la acción política”, afirma Carolina Tohá. Quizás sea éste el desafío más importante. “Parece evidente que al menos una parte de las innovaciones que se requieren pasan por involucrar a la sociedad en la toma de decisiones; pero no adulando a los ciudadanos, sino haciéndoles parte de los dilemas y corresponsables de las definiciones”. Algo muy distinto al discurso habitual de la participación ciudadana. No obstante, “es un espejismo pensar que la crisis política que vemos hoy en Chile y en muchos otros países, esté ocasionada (solo) por diferencias entre el mundo político y la sociedad, cuando en realidad es una manifestación de conflictos al interior de la sociedad misma que la política está siendo incapaz de procesar y resolver… Es la sociedad toda la que debe escucharse más a sí misma, deliberar de otras maneras, sincerar sus tensiones, ponerles rostro a las partes y asumir las limitaciones de las decisiones disponibles. Y ello únicamente podrá hacerse con éxito reivindicando el rol de la política, no renunciando a él”.

Cuestiones y dudas que surgen en el camino

Un país como Chile, dañado por el trauma de la dictadura y las violaciones a los derechos humanos, no puede permitirse que la democracia quede bajo sospecha de ser incapaz de respetarlos y protegerlos. Tampoco es tolerable que el Estado se reconozca incompetente para garantizar el orden público. Y menos aún que se acepte que es necesaria la violencia, y no el debate democrático, para que se produzcan los cambios que el país necesita. “Hoy todas estas cuestiones están en duda... Si esas fronteras se diluyen, la democracia chilena tendrá un daño permanente que ni siquiera una nueva Constitución podrá sanar” (artículo citado).

El desafío pues, para Carolina Tohá y para el devenir del pensamiento de la izquierda democrática-progresista, que ella comparte y ha asumido desde épocas pretéritas, resulta gigantesco. Es de esperar que no se convierta en vértigo puro o en puro vértigo.

Jorge Varela
10 de junio del 2020

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