Alan Salinas
El mito iquiteño
¿Qué factores contribuyen a que se generen estos prejuicios?

Estando en Iquitos por estos días pude percatarme de cierto sentido común que tiene el peruano promedio y el extranjero al pisar estas tierras. Por ejemplo: “estamos en Sodoma y Gomorra”. Ante tal afirmación los iquiteños responden que “justos no deben pagar por pecadores” o que “eso sucede en varias regiones, incluso Lima”. Es cierto, es lo que siempre se responde pasa automáticamente ante ciertos imaginarios que se tiene, en específico, sobre la mujer iquiteña.
Pero yendo más allá de estas respuestas inmediatas, me pregunto qué factores contribuyen a que se genere dicho sentido común. De acuerdo a un estudio de la ONG Flora Tristán, los iquiteños se inician en la actividad sexual a los 14 años aproximadamente. Ante ese dato, lo que llama la atención es la naturalidad con la que toman los iquiteños y autoridades dicha situación.
A menudo se escucha decir de mis paisanos y de foráneos que “Iquitos es liberal”. Nada más falso. Porque si bien lo liberal implica libertad individual sobre el uso del cuerpo, también implica afirmación como sujeto social. Bajo esta lógica perversa del término se “naturalizan” consecuencias para la ciudad, como la trata de mujeres y niñas.
Agregamos a lo ya dicho lo que la televisión y las radios locales presentan a diario. Se puede percibir que los íconos que más resaltan son los de cantantes y bailarinas de grupos de cumbias. No está mal, pero presentado muchas veces como la “salida prometedora”, o como la movilidad social ascendente por medio de lo inmediato, representado como “talento” (en contraposición al esfuerzo educacional, el cual toma tiempo y dedicación) es un síntoma más que contribuye al mito que se tiene sobre lo iquiteño, el cual no refuerza la idea de ciudadanía.
Claro que existen otros factores que contribuyen al mito iquiteño, que por razones de espacio no se podrán resaltar.
COMENTARIOS