Carlos Adrianzén

El legado de la izquierda argentina (I)

El desastre económico e institucional del país gaucho

El legado de la izquierda argentina (I)
Carlos Adrianzén
22 de noviembre del 2023


El domingo pasado fue un gran día para los argentinos. Con la elección mayoritaria de un candidato frontal como Javier Milei, se abren claramente las puertas de la esperanza. Javier Milei tiene ideas económicas sólidas y un equipo técnico en el que –
ex ante– destaca su vicepresidenta. Aunque, debe notarse, una cosa es ganar una elección (gracias al voto de trece millones de desesperados), y otra será llevarlos a mundos efectivamente libertarios, hacia entornos competitivos que una porción significativa de los argentinos rechaza con vehemencia propia de mejor causa

Pero nótese. Lo que Milei recibe de Massa es una monstruosidad social. Algo tremendamente difícil de revertir. Casi la mitad de la población ya es pobre (algo impensable para la Argentina de pocos años atrás), mientras que la inflación amenaza con convertirse en hiperinflación y la deuda externa ha alcanzado una escala muy complicada de servir. 

Pareciera que quienes gobernaron antes hubieran querido asegurarse de consolidar un círculo vicioso inescapable. Tan deteriorada es hoy la vida de un argentino que, si el recién electo lograse cambiar el rumbo de su economía para bien, alcanzará –con justicia– una estatura política superior a la del oscurísimo Juan Domingo Perón. Un general platense tan bien casado, como inepto. 

Lamentablemente su legado ha sido usado por décadas, por los argentinos enemigos de la Argentina. Sin embargo, un observador desaprensivo diría que el puesto más probable que ocuparía Milei –si cae en la desgracia de conciliar con peronistas y afines (léase: socialistas mercantilistas)– será el de ocupar otro más en la larga lista de la oscura casta argentina. 

Pero no me malinterprete. Solo insisto en que, conciliar con las ideas de los peronistas y afines, sería un error. Tendría el desengaño macroeconómico, la rampante corrupción burocrática y la opresión, asegurados. El ex presidente Macri, hace poco, fracasó estrepitosamente buscando la concordancia que hoy ciertos sectores de izquierda radical le aconsejan y hasta exigen al Milei. 

El ya excandidato autoproclamado libertario, es detestado por una larga lista. Desde un penoso Papa católico, cientos de miles de peronistas atrincherados en la burocracia estatal, el ejército de activistas regionales financiados por esa suerte de banco de Inversión cubano –etiquetado como Foro de Sao Paulo– y hasta la hiper activa pléyade de corporaciones y multilaterales globales, auto etiquetadas como progresistas. 

Tendrá pues, como enemigos activos desde Cristina hasta Lula, desde Petro a Cantinflas. Perdón, a AMLO. Y a mucha mala prensa y protestas financiadas al por mayor. Esto, por supuesto, a menos que –discretamente– se rinda. Bajo estas circunstancias, no resulta casual la última jugada del fallido candidato peronista –de apellido Massa– que hizo el amago de renunciar en plena transferencia mientras firmaba nuevos pasivos fiscales y monetarios para el gobierno entrante. 

Además del desastre económico e institucional que ya registra la Argentina, es crucial enfocar que –desde el interior y el exterior– van a hacer todo lo posible por desprestigiar y dañar al pueblo argentino. Esto, por la osadía de –a diferencia de los timoratos cubanos, venezolanos, mexicanos o colombianos– mandar electoralmente al tacho sus regímenes opresores. A todos ellos envueltos en sus fatales ideas políticas.

Por lo tanto –y por tanto odio– en estas líneas saltaré, tanto la aún indeterminada magnitud de la involución macroeconómica de la economía argentina al cierre de este año –en pleno desarrollo hoy– cuanto el costo social de los ajustes requeridos en el próximo trienio. Uno atribuible directamente a las reformas macroeconómicas; otro a las institucionales. Todas, acciones mínimas para enrumbar Argentina (hacia algo más que el ajuste parcial y mediocre peruano en el periodo 1993-2004). 

Nótese aquí que un Milei fracasado, que concilió con la casta peronista y semi-peronista o que no pueda resistir los repetidos embates del progresismo global, será mucho mejor que un nuevo gobierno de izquierda. Ellos maximizarían el daño. Note que aun el peor Milei imaginable, resultaría mucho mejor que Massa y los que lo sucederían; al estilo venezolano o cubano.

Vamos pues a enfocar solo tres figuras del legado de desgracia económica y política de los últimos gobiernos argentinos. Se dan otros planos de cuita fiscal y monetaria importantes, pero en estas líneas priorizaremos.

La primera imagen de esta aproximación (ver Figura A), requiere particular atención. En la última década, con la viuda de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández la economía platense profundizó su caída de veinte puntos porcentuales del producto por persona estadounidense por una década adicional. La Argentina, en un par de décadas, pasó a ser algo cercano a un paraje global deshabitado (el 0.5% del producto mundial). Allá no llovió sobre mojado… cayó una destructiva avalancha.

No es solo que, a la fecha –ver figura B–, la mitad de los argentinos resultase oficialmente pobre, sino que la inflación ya coquetea con el vocablo hiperinflación. Recuerde que en términos inflacionistas –y políticos– es mucho más fácil transitar hacia una hiperinflación, que reducir significativamente el ritmo vigente.

Así las cosas, el problema actual de la argentina –su creciente nivel de subdesarrollo relativo– se ve poderosamente complementado por el avasallamiento del directorio del Banco Central de la República Argentina y su staff. Al nuevo gobierno no le alcanzaría reforzar su autonomía y directorio. Como en el Perú en los noventas, habrá que fortalecer su staff profesional. Y esto toma sus meses.

Finalmente –salvada la diferencia cada vez menor de productos por habitante– cabe usar el espejo peruano. Como la historia nos cuenta (ver Figura C), el Perú de principios de los noventas y la Argentina actual, tienen sus similitudes. Ambos no solamente no crecen. Entonces y ahora en la Argentina, se registraba una creciente separación entre los patrones de inversión bruta por persona en términos reales y los de comercio exterior. Detrás de esta divergencia se ubica la lógica de una economía, cada vez más sensible a la evolución de los términos e intercambio. Además, un sistema donde la incidencia de pobreza explosiona porque crece menos. Ergo, que lentamente se va quedando atrás respecto a otras naciones del planeta. Tanto de las que se desarrollan cuanto de las que ya están desarrolladas.

En el año previo a la llegada de Milei la Argentina se hunde. Se postra consistentemente desde hace más de dos décadas. Los aberrantes errores regulatorios y las políticas públicas (léase las acciones fiscales y monetarias) expansivas y contractivas década tras década, se han implementado con tal torpeza ideológica que los hacedores de política económica local y muchos analistas, se abrazan a la resignación o la cubanísima creencia según la cual la corrupción burocrática, el narcotráfico o la pobreza son virtudes deseables, en Latinoamérica.

¿Pero por qué sucede esto? La próxima semana, en la segunda parte de este artículo, los invito a enfocar juntos los registros institucionales del declive argentino (y sus similitudes y disimilitudes con el caso peruano). Solo así entenderemos plenamente: (1) lo que deja de herencia la izquierda argentina; (2) donde enfocar a los responsables; y (3) lo radical del reto de Javier Milei y su equipo.

Carlos Adrianzén
22 de noviembre del 2023

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