Iván Arenas
¡El golpe de Castillo nunca existió!
Según la narrativa creada por la izquierda violentista

En el mundo de la posmodernidad la verdad será siempre relativa. No obstante ello, la izquierda marxista y posmoderna ha sabido construir su verdad; y lo que es peor, imponerla. En ese sentido, la izquierda ha desarrollado una narrativa falsa hasta el punto de llegar al paroxismo. En el relato zurdo fue Pedro Castillo la víctima de un “golpe de Estado”. Vale decir que en ese relato Pedro Castillo jamás dio el golpe.
De potentes ideas fuerza está construida la arquitectura de este relato que se ha desarrollado y difundido en todo el Perú. Quien crea que solo las regiones del sur peruano consideran que Dina Boluarte y el Congreso dieron un golpe simplemente se están engañando. Lo creen en todo el país, hasta en Lima misma.
El gobierno de Dina no parece darse cuenta de este tremendo detalle; es decir, que en el relato impuesto por la izquierda, Boluarte se unió con la derecha y el Congreso para defenestrar a un pobre Castillo. Sin embargo, como diría Cantinflas, allí está el detalle: la legitimidad de las protestas empieza desde semejante narrativa.
Por tanto, todo vale para sacar a una “usurpadora”. Aquí no hay sucesión republicana ni constitucional. Eso tampoco nunca existió. Vale todo, incluso, la “heroicidad” de un “pueblo” inexistente, las víctimas lamentables de la derecha, Dina y el Congreso. Como Pedro Castillo es víctima, la victimaria Dina mata al pueblo, ese ethos del que Castillo era un pastor.
Pedro Castillo basó todo su gobierno, incluida su campaña, en narrativas, en relatos, en guiones basados en la constante dialéctica de la contradicción, de las dos líneas, como diría Mao. El problema es que el gobierno no parece tener la necesidad de enfrentar a los relatos, lo político cultural. En Bolivia, Añez hizo exactamente eso. Creyó que con un año en la presidencia el evismo se iba a derrumbar si ella continuaba inaugurando obras, modernizando escuelas, entregando hospitales, abriendo la casa presidencial.
A Añez la quisieron acusar de algo que exactamente pasó aquí. El evismo hizo protestas, quiso incendiar La Paz, hacer estallar los grifos, pero la intervención de las FF.AA. bolivianas apagaron el incendio. Se bajaron la estrategia insurreccional de los “masistas”. Hubo muertos. Pero ya nadie se acuerda de eso. Añez es acusada de genocidio, según la fiscalía boliviana gobernada ahora por el evismo nuevo.
Eso podría pasar aquí si Boluarte, en dos años no logra transformar esa narrativa que parece sólida; pero como diría Marx, se puede desvanecer en el aire.
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