Jorge Morelli

El fabricante del Terror

Lucha contra la corrupción oculta una lucha por el poder

El fabricante del Terror
Jorge Morelli
06 de febrero del 2019

 

El Terror, con mayúscula, no aparece espontáneamente. El Terror es fabricado para capturar el poder. Con elecciones o sin ellas. Este es el modus operandi de la revolución en todas partes, la bolchevique y la de su antepasada, la Revolución Francesa. Es el método de Trotsky y Lenin. Frío, inescrupuloso, el fabricante del Terror es un cuadro político sobrehumano. La revolución “justifica” la acción inmediata, terminal, la decisión fría desprovista de toda compasión para aplastar cualquier intento contrarrevolucionario —incluso antes de que asome— de manera brutal, decisiva, inapelable. El fabricante del Terror no se detiene hasta la captura del poder. Para eso es el Terror.

Cuando el Terror se ha apoderado de todos los ciudadanos, jueces, funcionarios, periodistas, profesores, militares y religiosos, ya nadie se atreve a oponerse. Tampoco se puede seguir ya los acontecimientos que se precipitan de manera vertiginosa. Con información confusa y contradictoria, o sin ella, aterrorizados todos por la violencia física y mental, la opinión pública está lista para aceptar cualquier autoridad que detenga la violencia.Entonces y solo entonces están dadas las condiciones para la captura del poder. Esto se hace de un solo golpe, en un solo día. Es el hecho consumado por excelencia. Es el manual de Trotsky y Lenin, de Fidel y Chávez en Cuba y Venezuela.

Una vez capturado el poder, el Terror arrecia hasta aplastar definitivamente toda forma de contrarrevolución. A partir de allí, el Terror es permanente, ubicuo, anónimo, fabricado minuciosamente. Instrumenta al gobierno, a la magistratura, a la prensa. Es difícil detectarlo disfrazado de los principios morales y los prejuicios sociales de la clase media, tras los que se oculta. Hay que identificar al enemigo con claridad. El enemigo es el fabricante del Terror.

En nuestro escenario, la lucha contra la corrupción oculta una lucha por el poder. Está haciendo de la lucha anticorrupción el instrumento y el pretexto para la fabricación del Terror. La prueba de que esa lucha se desnaturaliza es que, de toda la clase política señalada como corrupta, se encuentra privada de su libertad solamente quien no ha cometido delito. Su prisión es un mensaje: significa “si puedo hacer esto con un inocente, qué no podré hacer con el resto de la clase política, qué no podré hacer con el ciudadano común, qué no podré hacerte a ti”.

Esto es lo que aplicaron los bolcheviques en Rusia y sus émulos latinoamericanos en Cuba y Venezuela. Es una técnica en estado químicamente puro. Sirve para capturar el poder. Para combatir el Terror, entonces, lo primero es hacer la pregunta correcta: quién es el fabricante del Terror. La pregunta correcta ya es la mitad de la respuesta.

 

Jorge Morelli
06 de febrero del 2019

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