Manuel Gago

El extremismo en Junín y Puno

Lima sigue siendo de la población acomodada

El extremismo en Junín y Puno
Manuel Gago
08 de octubre del 2018

 

Los resultados de las elecciones locales y regionales están indicando hacia dónde va el país. Lima, la principal plaza política del Perú, eligió a Jorge Muñoz —candidato por Acción Popular (AP)— como alcalde, confirmando así el humor de la capital peruana en contra del espectro izquierdista.

En provincias el asunto es diferente. El Frente Amplio (FA), Democracia Directa (DD), el Movimiento de Afirmación Social (MAS) y otras organizaciones políticas vinculadas a la extrema izquierda no pintan en Lima. Sus actividades están focalizadas en el llamado “corredor minero del sur” (Arequipa, Cusco y Apurímac) y en Cajamarca, donde —en diferentes listas— los antimineros (los que detuvieron el proyecto cuprífero Conga) disputaron la gobernación de la región. Sin embargo, según las encuestas a boca de urna, estarían perdiendo la gobernación frente al ex congresista Mesías Guevara de AP. Mucho ruido, pocas nueces.

Walter Aduviri —sentenciado a siete años de prisión por las violentas manifestaciones organizadas en mayo de 2011 en contra del proyecto de plata Santa Ana— ganó ampliamente la gobernación de Puno, casi con el 50% de los votos. A dos días de este proceso electoral, la sentencia de Aduviri fue revocada por la Corte Suprema, lo que habría apuntalado su victoria.

Vladimir Cerrón y Aduviri ocupan el espacio más extremo de la izquierda radical. Según la encuesta a boca de urna, Cerrón también gana la gobernación de Junín, con 37.4% de los votos. El ex presidente regional en el periodo 2011-2014 sigue siendo investigado por su gestión anterior. Y quienes saben se atreven a afirmar los estrechos lazos de Cerrón con el Movadef de Sendero Luminoso. Junín es plaza política dominada por todos los pelajes del marxismo, que organizan todas las protestas callejeras y lideran los gremios y los sectores populares de la región central.

La izquierda antisistema, antidemocrática y antimercado, como la de Aduviri y Cerrón, tiene planes específicos para detener el crecimiento de la economía y el desarrollo social del país. Con autoridades como ellos peligra el sector minero, agropecuario y de hidrocarburos.

Las exportaciones peruanas dependen, en gran medida, de lo que sucede en las provincias y en los poblados más alejados del país. La oferta agroexportadora, de 600 diferentes variedades, se concentra en la costa norte, Ica y Arequipa. Gran parte de la minería se ubica en los Andes peruanos, a 3,000 metros sobre el nivel del mar. Los yacimientos petróleo se ubican en el mar de la costa norte y en la selva oriental. Las actividades gasíferas en el sur. En esos lugares la izquierda y las ONG del ambientalismo ideológico organizan frentes de lucha, “sindicatos” de pescadores artesanales, federaciones de indígenas y toda clase de eventos y de manifestaciones violentas para —según ellos— seguir acumulando fuerzas para el 2021.

Hace cincuenta años, los yacimientos Trompeteros, Pavayacu y Capirona fueron anunciados por todo lo alto por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas. El Gobierno socialista de Juan Velasco estaba convencido de la riqueza petrolera nacional. Para los comunistas de esos días, las riquezas naturales (minería y petróleo) eran “estratégicas” y debían ser explotadas por el Estado. No se oponían a esta actividad extractiva, como ahora lo hace la izquierda organizada alrededor de ONG que buscan detener el progreso del país. Habiendo sido el petróleo la coartada del golpe de Estado del general Velasco, hoy el sector petrolero no representa nada. Perú debe importar más de US$ 5,500 millones al año para cubrir la demanda nacional. La izquierda y las ONG ambientalistas trabajan para los enemigos del país.

Acabamos de salir de un proceso electoral para entrar inmediatamente a otro de consulta ciudadana. El presidente Martín Vizcarra anunciará oficialmente el martes 9 de octubre el referéndum del 9 de diciembre. De alguna manera el proceso electoral de domingo pasado ha refrescado un tanto (excepto en Junín y Puno) el mapa político del país. Si un sector de los electores peruanos continúa enfrascado en sus odios, relatos falsos y candidaturas sin mayor sustancia, el futuro del país será incierto, manejado por oenegistas a quienes nunca nadie los ha elegido.

 

Manuel Gago
08 de octubre del 2018

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