Carlos Adrianzén
El duro 2021
Un rebote preliminar este año no implicaría una recuperación económica

Ubicados ya en la tercera semana del 2021, mucha gente se pregunta cómo viene el crecimiento este año. El gobierno acaba de moderar –tres puntos porcentuales por debajo– su proyección en el último Marco Macroeconómico Multianual. Paralelamente, algunas agencias y bancos dibujan rangos aún más reducidos. Nótese aquí que las proyecciones macroeconómicas que regularmente aciertan resultan las ex post. Usualmente buscan inyectar optimismo o resultan una suerte de ejercicio diplomático (en el caso de las multilaterales). Pero la gente las paga y las usa. Pocas veces alguien se distrae en la tarea de constatar si coincidieron con los hechos. Existiría pues una suerte de ley de Say invertida: la demanda crearía su propia oferta.
¿Pero qué si necesitamos construir una proyección ajustada? Si usted no ha comprado algún servicio local de consultoría, y solo revisa ciertas redes, existen tres detalles que le recomendaría no omitir.
- Tenga en cuenta que algunas fuentes son imprecisas o sesgadas. O pecan en sus afanes como proveedores de expectativas favorables; o por su correctísima deformación ideológica; y otras, por su sugestiva calidad metodológica.
- Recuerde que lo inercial también existe en la economía. Como muestran las cifras de producción y gasto, la escala y el ritmo de crecimiento no dejan de contraerse. Por lo tanto, resultaría algo casi milagroso que el crecimiento del año salte súbitamente al 7% que proyecta el MEF para el 2021 (ver Figura I). Y es que, la producción primaria y la no primaria, y también la demanda externa y la interna, se caen hoy pronunciada y simultáneamente. En español: la escala anualizada de los negocios locales no cesa de comprimirse desde el primer trimestre del 2020.
Frente a ello cabe preguntarse si se han dado cambios relevantes de política económica; o siquiera si se han dejado de cometer los errores que explicaron la megarrecesión del 2020. Nótese aquí que el uso apropiado del vocablo recuperación implicaría regresar al nivel pre Covid-19. Y que si hablamos de una reactivación, recordemos que esta se daría cuando la tasa de crecimiento anual del PBI sea positiva. El resto implicaría solo señales preliminares.
- Y agreguemos que el 2021 existe un elemento peculiar. El 2021 enfrentaremos –adicionalmente a la incertidumbre por la distribución de la vacuna– el ruido político e institucional característico de una enconada campaña electoral.En nuestro país, cuando se observan este tipo de procesos abundan las inquietudes por la eventual llegada al gobierno de aventureros o grupos desestabilizadores.
Cuánto nos impacten dependerá de las tendencias y de otros dos planos: las decisiones del gobierno de transición (hoy obsesionado en la actualidad en un programa hiperactivo de corte chavista) y lo negativo-disruptivo de las ideas económicas discutidas por los candidatos.
Si referencialmente enfocamos el peso de las elecciones pasadas (1960-2019) en el crecimiento o los niveles de pobreza subsecuentes (ver Figura II) existen lecciones meridianas.Per se, los procesos electorales habrían tenido una influencia significativa sobre el ritmo de crecimiento y la reducción de pobreza. Negativa, por cierto.
Por otro lado, merece destacarse que sería el comportamiento de los flujos de inversión privada la influencia más significativa en esta estimación. Este hallazgo, para el 2021, tampoco nos ayuda a dibujar un rebote drástico, dado el colapso de la inversión bruta fija privada en el 2020.
Eso sí, no resulta aconsejable descartar prodigios en las estadísticas oficiales ni otros eventos que pudiesen implicar un rebote acelerado, a pesar de la inacción del Ejecutivo y los errores del Congreso de la República. Ojalá esto sucediese, dejando fuera la lógica y la evidencia. Pero nótelo, un rebote preliminar este año (digamos un crecimiento de positivo de 2%) no implicaría una recuperación. No olvidemos ni lo desproporcionado de la caída del 2020 ni el deterioro del crecimiento peruano pre Covid-19 (2016-2019). El 2021 implica, pues, un año de trabajo duro, con inercia y ruidos en contra.
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